Winter
Despierto con un fuerte dolor de cabeza y un medico mirándome. ¿Qué mierda pasó aquí?
─ Buenas, señorita Diamond. Soy el doctor Woodley. Yo creo que usted está confundida y no sabe lo que le ocurrió. ¿No es cierto? ─ Asiento. ─ Bien, entonces le diré. Usted tuvo un accidente. Lamentablemente quien la chocó, huyó. Pero la policía se está encargando de esa persona mediante videos de las cámaras de la calle.─ Informa el hombre.
─ Oh, bueno... ¿Están mis familiares aquí? ─ Pregunto, mareada.
─ Si, señorita Diamond. Enseguida los llamo. ─ Afirma y sale en busca de los susodichos.
Tengo un mal sentimiento. Recuerdo haber visto a Luke, un fuerte golpe, y nada más...
Ha cambiado mucho. Ahora está mucho más guapo, más alto, más...
» ¿Pero qué mierda, Winter? «
─ Ay, mi pequeña. Por Dios, estás bien... ─ Dice mamá aproximándose a mí y abrazándome fuerte.
─ Mamá... ─ Me quejo cuando siento que presiona justo donde duele. Se aparta y me mira apenada.
─ Lo siento, mi cielo. Es que estábamos preocupados. ─ Se disculpa.
─ Lo sé, mami. Pero lo importante es que ya estoy bien...─ Le sonrío para tranquilizarla.
─ Es cierto, es lo que importa, a la mierda el problema y hola felicidad... ─ Dice Lucas, apareciendo.
─ Lucas... ─ Lo regaña mi madre. ─ Esa boca. ─ Reclama y mi hermano sonríe con pena.
─ Bien, bien. Señores Diamond. ─ Se dirige a mamá y a Charlie. ─ Les solicito que firmen estos papeles, así mañana a primera hora la señorita Winter pueda retirarse tranquila. ─ Notifica el médico, ansioso. ¿Me están corriendo?
─ Bien. ─Dicen ellos y junto a Lucas acompañan al médico.
"Ojalá Ash estuviera aquí..." Pienso.
─ ¡Enana! ─ Vocifera eufórico el susodicho.
─ ¡Tortuga! ─ Le saludo yo de la misma forma.
─ Dios, niña. Mira qué mierda haces, casi me da un infarto cuando Luke me lla... ─ Dice enérgico y se calla. ─ Quiero decir... cuando me enteré... ─ Musita por lo bajo..
─ Ash... ─ Lo llamo. ─ ¿Luke estaba conmigo? ─ Indago, ciertamente esperanzada.
─ Si, Wins. Sé que lo detestas, pero él fue quien se ocupo de traerte aquí, salvarte prácticamente, y estuvo horas y horas aquí. Él nos llamó...─ Me confiesa, asustado de mi reacción. Río
─ Yo no le detesto, sólo estoy un poquito resentida por el último suceso... Pero son cosas del pasado. ─ Murmuro antes de caer en un profundo e involuntario sueño.
Al día siguiente
Despierto lista para irme. No puedo esperar para abandonar ese depresivo lugar.
─ Bueno, señorita Diamond. Sus padres ya han firmado todo, así que aquí le otorgamos sus pertenencias, las cuales tuvimos que quitarles para internarla... ─ Me dice y me entrega la ropa que llevaba el día de la fiesta. No me pondré esa, me pondré la que trajo mamá.
─ ¿Qué cosas me quitaron? ─ Pregunto preocupada por algo valioso.
─ Bueno, le quitaron su ropa y un par de accesorios. Obviamente fueron enfermeras mujeres. ─ Avisa alarmado, supongo que para que no crea cualquier cosa.
─ Oh, no... ─ Reviso mi muñeca. ─ Ahí estaban mis monedillas de oro, ¿no?
─ ¿Monedillas de oro? ─ Pregunta, confuso. ─ Ehm... No, lo siento. Quizá las perdimos. Podemos pagárselas si usted desea... ─Me ofrece, asustado. Estoy bastante segura de que tiene problemas de seguridad.
─ ¡No, no! Perderlas es algo bueno, es para eso que existen. Luego volverán. ─ Le cuento, sonriente.
─ ¿A qué se refiere, señorita? ─ Pregunta el hombre, aún más confundido.
─ Leyendas de familia. ─ Me encojo de hombros y él asiente, extrañado, para luego retirarse.
Al rato, en lo que espero que mis padres vengan, recuerdo cuando mi abuela me dió ese dichoso brazalete con moneditas de oro y una de plata.
Flashback - Hace diez años. -
Juego con mis muñecas y mis bebotes. Les visto y les peino... ¡Es lo mas genial jugar con estas cosas!
─ ¿Donde está mi niñita preferida? ─ Dice mi abuela, enérgica, aún a sus setenta y ocho años.
─ ¡Abuela! ─ Digo alegre, abandonando mis juguetes para abrazarla.
─ Mi chiquita, ¿Como estás?. ─ Me dice ella luego de abrazarme.
─ Muy bien, jugando con mis muñecas... ─Digo sonriente, enseñando el espacio que hay en mi encía superior, donde faltan los dos dientes principales. .
─ Mira, te he traído un regalo. ─ Susurra ella, asomándose a su bolsa y sacando un objeto.
─ ¡¿Enserio?! ¡Muéstramelo, por favor! ─ Ruego entusiasmada.
─ Bien... Mira... ─ Me muestra una caja de terciopelo blanca. ─ Ábrelo, y verás...
Lo abro y veo... Un brazalete con monedas.
─ ¿Para qué es esto, abu? ─ Pregunto algo decepcionada. Esperaba que fuera un juguete.
─ Bueno, mi niña. Creo que estás lo suficientemente grande para saber qué es...─ Dice ella, orgullosa. ─ Mira, este brazalete lo tendrás hasta un día en que lo pierdas. Y el hombre que lo encuentre, será el amor de tu vida... ─ Me contó ella.
─ ¿Un príncipe azul? ─ Digo con ilusión.
─ El príncipe más bello de todos los tiempos. ─ Ríe. ─ Sólo debes tener tu corazón atento, mi niña. Algunas personas no son lo que dicen ser. ─ Suspira y sonríe. ─ No todo lo que brilla es oro.
Presente
Años después, mi abuela enfermó y me hizo prometerle que sería muy feliz con quien encuentre mi brazalete. Tiempo después ella murió, pero jamás sentí el deseo de llorar porque siempre la he tenido presente.
Supongo que toca esperar.
─ ¿Lista, Winnie? ─ Dice mi madre, escaneando mi atuendo.
─ Sipi. ─ Digo y me incorporo.
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La cabina de besos
Historia CortaUn evento anual, un colegio, dos adolescentes. Luke y Winter son dos niños que han vivido toda su infancia en óptimas condiciones y con buen poder adquisitivo, pero llega un cierto momento en el que nada de eso vale absolutamente nada. Gracias a un...