Capítulo doce: Afortunados

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  • Dedicado a Tamara Ovejero
                                    

Luke

En lo que voy saliendo choco con una enfermera, ocasionando que se le cayera un poco de ropa y unos cuantos objetos que tintinean.

─ Discúlpeme, déjeme ayudarla. ─ Ofrezco mientras me agacho a ayudarla. 

─ No, no joven. Está bien, yo puedo sola. ─ Me dice la mujer, sonriente.

─ Sabe que igualmente la ayudaré, ¿verdad? ─ Le pregunto divertido mientras le ayudo y suspira. Entonces miro detenidamente aquellas cosas y se me ocurre preguntar. ─ Disculpe la pregunta, pero, ¿de quién son estas pertenencias? Se me hacen familiares. ─ Pregunto extrañado.

─ De la paciente Diamond. ¿La conoces? ─ Pregunta y recuerdo dónde he visto las prendas. 

─ Si... Es mi... Mi amiga. ─ Digo con pesar. 

─ Oh, suena a que te gusta... ─ Ríe. ─ Ponle ánimo, de seguro ella aún te ama. ─ Me alienta y se va. 

Me dispongo a continuar mi camino pero piso algo y paro. Lo recojo y reconozco que es un brazalete con moneditas de oro y una monedita de plata. Apuesto a que es de Winter.

Bueno, luego se lo devolveré...

Winter

Unos días más tarde, aunque ya me siento mucho más compuesta, aún sigo reposando. La rutina del encierro me tiene mal, por lo que decido salir a dar un paseo, así que opto por ducharme y prepararme para una caminata. Cuando acabo de realizar la primera tarea me coloco un vestido rojo con puntitos blancos, unas zapatillas blancas, algo de maquillaje, tomo un bolso pequeño en el que llevo sólo cosas necesarias y dejo el cabello suelto. 

─ Hey, mami. Iré un rato a la plaza. Necesito algo de aire fresco, y caminar un poco. ─ Anuncio. 

─ Está bien, cariño. ¿Llevas el celular? ─ Contesta mientras pica unas verduras. 

─ Si, mami. ─ Afirmo. 

─ Okay. Adiós, cariño. Ve con cuidado

─ Adiós, ma. Te amo. ─ Digo y me voy rumbo a una plaza. 

Luke

El aburrimiento en casa es tedioso, así que decido ir hasta la plaza y luego, de paso, voy a casa de Winter y le doy su brazalete.

Me visto con una playera de All time low, unos jeans negros de los que siempre uso, unas zapatillas converse, y mi chaqueta -A pedido de mi madre-

Llegando a la plaza, veo algo que me gusta mucho. Es Winter con un hermoso vestido rojo que resalta su piel algo bronceada.

─ Hola, Wins.─ Le hablo, algo tímido.

─ ¿Luke? ─ Me responde sorprendida.

─ El mismo. ─ Sonrío de costado, mirando sus facciones. 

─ Por favor, vete a otro lado, la plaza es grande. ─ Me dice, cortante.

─ ¿Ah? ─ Digo, dolido. 

─ Que te largues, quiero estar sola. ─ Responde seca. 

─ Wins, yo... ─ Intento hablar y me interrumpe. 

─ No me llames así, para ti soy Winter. ─ Me mira con frialdad. 

─ Solo quiero devolverte tu brazalete, a una enfermera que llevaba tus pertenencias se le cayó.─ Admito con pena.

─ ¿Q-qué brazalete? ─ Tartamudea y se lo enseño. ─ Oh, Dios... Tú... ─ Me mira sorprendida.

─ ¿Yo qué? ─ Pregunto extrañado.

─ Tú... Lo hallaste...─ Sonríe un poco y por algún motivo me siento feliz pero incómodo. 

─ Si... ¿Y? ─ Pregunto.

─ No has de entender nada, deja y te cuento la historia...─ Me invita a sentarme a su lado y empieza a relatar. 

~Winter~

Le explico todo, hasta la promesa que le hice a mi abuela.

─ No puedo creer que le hayas preguntado si la encontraría un príncipe azul. ─ Ríe. 

─ Tenia ocho malditos años, no puedes culparme. ─ Río divertida. 

Y entonces se produce un silencio incómodo.

─ Wins, perdóname por lo que he hecho... ─ Me mira a los ojos. 

─ Yo siempre te perdono, Luke. Simplemente trato de no guardar rencor porque me hace mal. ─ Amito encogiéndome de hombros. 

─ Discúlpame por lo que estoy haciendo, es decir, insistirte tantas veces. ─ Ríe apenado. 

─ Está bien. ─ Digo divertida. Son disculpas sin sentido.

─ Y discúlpame por lo que haré.

─ ¿Qué? Pero eso no tiene senti...─ Digo y me interrumpe con un beso.

Al principio no le correspondo pero luego me rindo. No puedo resistirme. Es que, veamos, pónganse en mi lugar, ¿serían capaces de resistirse a los labios Hilton? 

─ ¿P-porque fue eso? ─ Musito en sus labios al romper el beso. 

─ Porque me propuse volver a conquistarte. Y esta vez, si te fallo, juro que me tiro de un puente. Cualquiera, pero lo haré. ─ Dice bromista.

─ Estás loco, Hilton.-Digo, riéndome.

─ Si, muy loco, pero por ti.



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