❥Capítulo|3

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Sentado en el jardín, de espaldas contra la pared y justo debajo de la ventana, MyungSoo suspiraba. No sabía cómo ni por qué, pero siempre que el líder ordenaba que el grupo desapareciera para poder "descansar" MyungSoo sabía que era otra cosa), el chico terminaba allí, escuchando a duras penas las palabras o sólo la respiración de su "jefe" acompañado de la suavidad y armonía que SungJong expresaba en cada frase o risita.

En el fondo, MyungSoo moría por estar ahí. Moría por ocupar el lugar de SungJong. 

Pero, ¿Para qué? Si después de todo, no tenía ni la mitad de valentía que él ni un cuarto de su paciencia cuando todo se desmoronaba. Quizás eso era lo que le había atraído a SungYeol Papa, el contraste entre la imagen de SungJong Mama y su verdadera forma de ser: SungJong Mama podía ser de las criaturas más adorables y cariñosas del planeta, cuidaba a todos como si fueran sus propios hijos y cargaba con los problemas de todos como si fueran propios, e incluso ponía los temas de los demás primero y a él mismo se dejaba para lo último; ahora, si había un problema de orden, de comportamiento o algún humano amenazaba con dañarlos, SungJong Mama rápidamente erizaba sus pelos, se colocaba en posición y gruñía como ningún otro lobo: de hecho, MyungSoo nunca vio a SungJong Mama atacar, sólo con que mostrara sus dientes bastaba. 

Se preguntó cómo sería peleando. 

Se preguntó si SungYeol lo habría visto. 

Tal vez ahí se enamoró de él. 

¿Qué tengo que hacer yo para que se fije en mí?, se preguntó. ¿Crecer más que él? ¿Achicarme como SungJong Mama para no pasarle de altura? ¿Será mi pelaje? ¿Mi hocico? ¿Tendré mal olor? ¿Será mi forma humana? 

Al instante le vino a la mente la figura humana de SungYeol: alto, casi dos metros, cabello negro y corto, despeinado. Los mismos ojos lobunos, boca pequeña, ancha espalda, marcada cintura y piernas largas, manos delicadas pero fuertes, capaces de dar una caricia suave o un golpe prominente según el caso. 

Sonrió, mordiéndose el labio. Él no había salido tan lindo a la hora de camuflarse: seguía tocándose el hocico, molesto. ¿Por qué aún no podía achicarlo? JaeJoong Mama había podido, todos habían podido. Los pocos puntos que encontraba a favor eran sus musculosos brazos y la habilidad de haber podido aprender a luchar como los humanos. Daban muchos saltos y giros y se mareaba, pero había logrado esconder las garras y no morder, o sea, no delatarse. 

De los postigos de la ventana brotó una carcajada aguda, casi juguetona: SungJong Mama debía estar coqueteando otra vez con SungYeol Papa, que ladraba como los perros de la calle. (sí, cuando ambos hacían esas cosas sólo podía significar lo que MyungSoo menos deseaba). Cerrando los ojos, el tercer lobo más joven respiró profundamente, sintiendo ese vacío desequilibrarle el aura y volverlo un animal. Haciendo fuerza para conservar los brazos y las piernas, esconder la coa y el pelaje, abrió los ojos al tener una repentina necesidad de soltar algo, de liberar la angustia del fondo de su ser. 

Poco tardó en notarlo. 

Se llevó los dedos a los pómulos y los sintió húmedos, mojados. 

Entró en pánico: estaba llorando. 

JaeJoong había dicho que, por lo que suponía, los seres que lloraban iban largando pedazos de su interior, se iban gastando. El grupo entonces había llegado a una conclusión: si se lloraba mucho, se podía morir. 

Ahogando un grito con la mano tapando su boca, MyungSoo corrió; corrió y corrió en dos patas atravesando la noche, esquivando árboles y postes a su paso, saltando cercos de casas y huyendo de los perros: el amor de su vida iba a matarlo si él no acallaba sus sentimientos.   

❥BONES: Wolf & Beauty | ➳[WooGyu~MultiShipp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora