❥Capítulo|17

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SungGyu cortó la llamada y dejó el celular sobre la mesa, suspiró desganadamente.

—Mi madre ya ha ido a reconocer el cuerpo... como pudo —tragó saliva, ignorando las náuseas—. Hoy a la noche será el funeral. El funeral... de mi papá —se dijo más a sí mismo que a Namu, que bajó la cabeza y sintió una especie de sentimiento de traición atravesarle el estómago: él estaba al tanto ahora de todo, pero no abriría la boca, no... ya había visto sufrir demasiado a SungGyu, y suficiente era suficiente—. Quieres... ¿Querrías... venir? —preguntó, pasándose una mano por el rostro—. Seré honesto. Yo... —pasó la lengua por los labios, agrios—. No creo que pueda soportar solo, Namu... te necesitaré allí conmigo.

—Allí estaré—se levantó de la mesa y fue a abrazarlo lenta y delicadamente, casi cargando con todo el peso de ambos cuerpos—Me quedaré aquí hasta que tengamos que ir y luego, cuando haya terminado, permaneceré contigo. Volveremos aquí, dormiremos y te despertarás conmigo a tu lado a la mañana siguiente, lo prometo.

Hablaba contra su pelo, tranquilizándolo; SungGyu tiró suavemente de su remera en agradecimiento, dejando caer dos lágrimas pero no sintiendo nada más que un enorme, enrome e inacabable vacío. Inacabable, tan inacabable como el amor que tenía por aquel lobo.

La gente era demasiada, el lugar demasiado pequeño y el aire estaba cargado de angustia y alaridos desgarradores de dolor. Namu, conocido entre esas cuatro paredes como Nam WooHyun, se aflojó notoriamente la corbata y sostuvo con fuerza el vaso con agua, buscando con ojos desorbitados a SungGyu que había desaparecido para saludar y recibir a alguien.

El aroma se hacía insoportable, los sentidos le flaqueaban: tristeza, dolor, amargura...todo hacía de todos una presa fácil; WooHyun podía lanzarse sobre cualquiera y desgarrarle la carne sin preocuparse por alguno de los humanos ofreciendo resistencia, lo sabía. Y saberlo tan despreocupadamente le enloquecía.

—¿Gyu? —empezó a caminar entre la gente, mirando para todos lados, siseando entre dientes por la incomodidad y la corbata sofocante— ¿Gyu?

Atravesó la sala y se encontró con una puerta entreabierta que daba a un cuarto amplio y desocupado. Cometió el error de entrar sin pedir permiso y tomar aire.

El tiempo allí dentro parecía morir, el mundo no avanzaba y en el centro de la sala Namu logró identificar el jarrón y SungGyu acariciando la porcelana con suavidad, de espaldas a la puerta y notoriamente cabizbajo, acompañado de una mujer que salía a paso rápido ignorando la intromisión y cuyos taconazos al suelo perturbaban el ambiente y la lúgubre tranquilidad que surcaba el aire.

Caminó temerosamente hasta alcanzar al joven vistiendo el oscuro traje, posó una mano en el hombro y lo asustó, haciendo que se girase.

—¿Eso... —señaló el jarrón blanco pintado de detalles dorados y azules—...Eso es él?

—No podíamos hacer otra cosa que no fuese cremarlo —sonrió tristemente—. No podíamos mostrar un hueso enorme, carcomido y podrido —volvió su vista a la columna de cemento que se erguía en lo alto y le llegaba al pecho—. Le estaba diciendo a mamá que... papá amaba mucho el fútbol, podríamos ir a dejarlo en el campo —rió secamente—. Esparcirlo en el césped disimuladamente... eso le habría encantado.

La simple idea cayó en su cabeza como un baldazo de agua fría, tembló entero y se aferró al cuerpo que tenía delante, asustado.

—SungGyu —llamó en un hilo cargado de pánico—. SungGyu... no quiero.

—¿No quieres qué?

El moreno se tapó la boca, ojos vidriosos y gemidos ahorcándole la garganta.

❥BONES: Wolf & Beauty | ➳[WooGyu~MultiShipp]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora