El insensible

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Capítulo VII

Las calles principales de Rostov estaban atestadas de gente y vehículos, Yuri caminaba sin dirección precisa a paso ligero abriéndose lugar entre el gentío esperando encontrar algún taxi o remis que lo llevará hasta el departamento de su hermano Viktor. Pasada la euforia de la pelea con Otabek y con la mente despejada pudo ser consciente de que se había metido en un lío enorme. Estaba preocupado y no era para menos, si Altin le exigía el divorcio su padre tendría que afrontar los costos de la indemnización lo que equivalía a la ruina de las bodegas y viñedos Plisetskys. Aunque en su mente había actuado de forma correcta, pese a las condiciones impuestas en el contrato antes de casarse, sabia que en ningún lado figuraba la cláusula donde debía permitir que lo humillaran o que le dijeran como ir vestido, lo cual era demasiado, lo sentía por su padre y hermano pero no iba a permitir que lo tratarán como si fuera una muñeca.

En el momento en que pensaba cruzar una esquina un vehículo conocido freno muy cerca cortandole el paso, con una rapidez de soldado Otabek bajo dispuesto a obligarlo a subir, Yuri se giró para volver a huir por la vereda ubicada a su derecha pero no llegó muy lejos, fue apresado por la cintura y arrastrado mientras gritaba y forcejeaba para liberarse. Como era natural en Rusia nadie estaba dispuesto ayudarle en la vía pública, su nación era bien conocida por su poca generosidad con los extraños, Otabek finalmente lo acercó hasta el auto y mientras lo sostenía con un brazo con el otro abría la puerta del asiento del acompañante para empujarlo dentro. Por supuesto que no le resultó una tarea sencilla, el rubio hizo mil volteretas para no entrar y finalmente cuando logró meterlo y cerrar la puerta con seguro este comenzó a las patadas. Se subió de inmediato esperando poder calmarlo, lo sostuvo de las dos manos apretandolo contra el asiento para que dejará de removerse como una víbora - ¡Quédate quieto Yuri! ¡Te juro que has acabado con lo último de mi paciencia!-

-¡NO QUIERO ESTAR AQUÍ DEJA QUE ME BAJE!- grito el rubio aún forcejeando.

- ¡No estoy preguntando lo que quieres!¿Sabes lo que vamos a hacer cariño? Vamos a ir a casa de tu padre y te voy a dejar ahí. ¡A esperar que mi abogado te llame por el divorcio! –

Yuri repentinamente se quedo quieto mirándolo con los ojos abiertos como platos, tuvo la intención de decir algo pero las palabras murieron en su boca y una expresión de terror absoluta se apoderó de su rostro. Si Ivan se enteraba de que el negocio estaba arruinado por unos de sus berrinches sería literalmente terrible, su padre a diferencia de su hermano y abuelo no le tenía consideración. No se lo perdonaría nunca y lo torturaria toda la vida con ello, había matado a su madre al nacer y ahora terminaría de arruinar a la familia con sus acciones, ¿Qué más daño podía hacer?. Ya era tarde para pensar, repentinamente el mundo dentro del vehículo se le hizo demasiado pequeño y asfixiante, junto con el aire sus ideas volaron lejos y su pulso se aceleró a niveles desesperantes por segundos. Podía cargar con muchas cosas en la vida, pero nunca podría soportar el rechazo de Ivan, todo se volvió difuso y lo último que escuchó era la voz de su esposo llamándolo, pero el ya no podía responder.

Cuando despertó se topó de frente con el rostro de Otabek que lo observaba con preocupación, no sabía que decir, ni siquiera sabía que había pasado. El moreno volvió hablar pero esta vez su tono era suave, como si tuviera miedo de asustarlo. - ¿Yuri que paso? ¿me escuchas, te duele algo?-

No pudo responder, un nudo doloroso en la garganta impidió que las palabras salieran de su boca, sin poder pensarlo demasiado un par de lágrimas rebeldes se deslizaron por sus mejillas a la vez que los ojos le ardían por intentar evitar el llanto. Otabek lo vio de ese modo, y algo en su interior amenazó con nunca volver a su lugar; ahí estaba, con los ojos verdes más brillantes que nunca, mordiéndose el labio inferior, las largas pestañas rubias aguadas y la expresión de un niño asustado. De forma automática deslizó un pulgar por las mejillas húmedas intentando secar todo rastro de miedo pero el gesto tuvo la reacción equivocada, Yuri se contrajo en su asiento alejando el rostro de su caricia. – No voy a lastimarte. No soy un bárbaro. Solo quiero saber si estas bien.- dijo intentado romper la tensión que se había elevado en la extraña atmósfera.

El tercero es el perdedorWhere stories live. Discover now