Capítulo 16: "Nuevo plan"

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Draco abrió los ojos y sonrió al sentir el abrazo de Harry. Sus brazos  morenos le rodeaban como atrapándole sin molestarle especialmente, así que se acurrucó contra el cuerpo fibroso del Gryffindor y se sintió seguro. Claro que por bonito que pueda parecer dormirse abrazados y despertar de la misma forma, cuando hablamos de adolescentes con altos índices de testosterona en sangre, no es tan buena idea.

Harry se despabiló en seguida cuando notó el respingo de Malfoy y su primer impulso fue agarrarlo incluso más fuerte y pegarse a él como una lapa. Y entonces lo notó. Su erección estaba perfectamente acoplada a la forma de los glúteos del Slytherin. Ya había ocurrido una vez, y todo había terminado en gritos y en declaraciones de no más sexo, y Harry necesitaba por el bien de su salud mental que aquello no volviera a ocurrir, así que lentamente se apartó del cuerpo del rubio aunque sin quitar las manos de su cintura. Draco suspiró, y con la misma parsimonia, se giró para mirar a Harry a los ojos.

Cuando el plateado se cruzó con la esmeralda, ambos percibieron miedo en el otro, pero ninguno dijo nada, y Harry no dejó de tocar al Slytherin, y Draco no le apartó. De hecho, después de lo que podrían haber sido minutos o años, también el rubio acercó sus manos al pecho del Gryffindor y se aferró a su camiseta.

Se miraron largamente, sin hablar, dejando que el miedo se disolviera en la fascinación que les producía estar tan cerca el uno del otro sin gritos, sin calentones. Solo ellos y el aura que les unía.

El hechizo duró hasta que alguien llamó a la puerta, y entonces ambos dieron un brinco y se levantaron con cuerpos electrizados.

─¡Adelante!─gritó Harry una vez Draco hubo cruzado la habitación y se hubo metido en su propia cama.

La puerta se abrió dejando pasar a una Hermione con los ojos entrecerrados. 

─Hola Harry ─saludó ignorando la mirada de desprecio del rubio─, quería hablar contigo, espero que no estuvieras durmiendo. 

─Igual él no, Granger─intervino Draco enfadado─, pero yo sí. Y agradecería que no irrrumpieras en habitaciones ajenas como si fuera tu casa. ¡Sobre todo en lunes!

Hermione se giró para responder pero luego pareció pensárselo mejor y volvió a focalizarse en Harry, quien escondió una sonrisita ante la indignación de Draco cuando era ignorado.

─¿Qué pasa, Hermione? ─preguntó con curiosidad.

─Prefiero hablar en privado...

─¡Ah! ─volvió a intervenir Draco─. Pero si la sangresucia ha notado mi presencia, me siento halagado...

Hermione continuó ignorándole sin mayor problema, pero Harry encajó de nuevo el golpe que suponía recordar que Malfoy continuaba siendo un gilipollas. Porque le habría hecho gracia su indignación, pero no si había "sangresucias" de por medio. Así que, con seriedad y... ¿dolor?, el ojiverde estiró las sábanas de su cama y se puso su túnica rápidamente. Cogió sus cosas y se unió a Hermione sin pararse demasiado a mirar a su compañero de cuarto.

Y aunque breve, la mirada seria del Gryffindor no pasó desapercibida para Draco, que vio desde su cama cómo ambos amigos se marchaban del cuarto.

─¡Potter! ─lo llamó sin querer, y sin saber realmente qué pretendía decirle, pero la puerta se cerró y Draco volvió a quedarse solo. 

***

 ─¿Qué tal la noche, Harry?─preguntó Hermione, dirigiéndole por los pasillos hacia el Gran Comedor, donde se iban a encontrar con Ron.

─Pues... bien, bien.

─Vamos bastante justos si queremos llegar a Encantamientos, ¿se puede saber cómo es que seguíais durmiendo?

La habitación rojiverdeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora