Capítulo 12

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Feriado Bancario

La noche se me hizo eterna, me sentía incompleta y no podía dormir. El sueño no llegaba a mí y tuve la necesidad de levantarme, no aguantaba quedarme un minuto más en esa habitación, necesitaba meditar a toda costa.

Salí del cuarto en busca de un lugar reconfortante o en busca de la compañía de alguien. Llegué al piso de abajo y con cuidado de que no me descubriera Gabriela, me aventuré en una de las tantas habitaciones. Todo estaba a oscuras cuando abrí la puerta, entonces estiré mi mano a un lado de la pared para encontrar el interruptor, aunque no lo crean a pesar de ver tantos fantasmas, aun me daba miedo la oscuridad. Entre tonteo y tonteo encontré el bendito interruptor, las lámparas se encendieron y yo cerré la puerta para no llamar la atención.

— ¿Qué estás haciendo sola a estas horas? —Me hizo brincar una pequeña voz que de inmediato reconocí.

— ¡No me asustes así Luis!

El pequeño infante se tiró al suelo muerto de la risa—Lo siento... Lo siento, tu cara era tan graciosa.

—Muy chistoso. ¿Qué haces por aquí?

—Te vi salir de tu habitación y decidí seguirte ¿Qué haces tú aquí? Este es el cuarto que tanto cuida el señor de negro.

—En serio... No lo sabía. Y... ¿Has visto que tanto cuida?

—Pues una vez entré con él y me dijo que podía tocar todo menos el cuadro grande del centro aquel que está tapado con una sábana blanca.

Desvié la mirada hacia donde me indicaba y la palabra "grande" para ese cuadro le quedaba corto, es decir, el cuadro cubría toda la pared. La curiosidad me invadió y no pude dejar de ir a alzar la sábana para ver la pintura. Pero cuando lo hice me quedé sin respiración...

La persona que estaba retratada no era nadie más que yo.

Y esto no podía ser. Se supone que recién me conoce, no es posible. La chica que estaba en la pintura no podía ser yo, porque la ropa era diferente, parecía el atuendo de una mujer del pueblo de Israel como las que describe la biblia. Aun así no dejaba de verse igual que yo.

— ¡Eres tú! Te ves muy mona—Dijo perplejo el pequeño ojos miel.

—Esa no soy yo, es solo alguien que se parece a mí...

Al pie del cuadro había pequeñas letras legibles que decían:

Como la luz en medio de la oscuridad, llegaste. Me quisiste y yo te sigo queriendo. Mi amada Vivian, mi eterno amor, esperaré tu regreso.

Ella es Vivian, estaba escrito. Era ella su amor, era a ella la que veía en mí y por eso me ayudó.

— ¿Por qué lloras? —Preguntó Luis.

Me toqué los ojos y efectivamente estaban llenos de lágrimas ¿Yo estaba llorando? Y lo entendí. Me dolía en el corazón ser comparada con Vivian, y me lastimaba saber que él la amaba.

—Porque soy una tonta enamorada—Contesté.

No dije nada más después de esa verdad. Luego me despedí de Luis y me fui a mi habitación rogando por caer en los brazos de Morfeo.

— ¡Despierta Valentina!

Abrí los ojos— ¿Qué pasó? ¿Qué hora es?—Me levanté enseguida.

—Medio día.

— ¡Qué! Tanto así...—Exclamé.

—No te preocupes, pero vístete de prisa que vamos a salir— La miré perpleja—En la mañana fui a notificar al Supremo todo lo que había sucedido y me dijo que tenemos el permiso de hacer todo lo que esté a nuestro alcance por traer al Ángel de la Muerte de vuelta. Levi nos mintió y mañana a las siete a.m. declararán feriado bancario.

Tiempos Memorables ||TERMINADO||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora