Capítulo 5

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Un amigo fantasma

Al siguiente día, mi estado de salud mejoró, fue entonces que le comuniqué a mi madre que había conseguido trabajo. Ella me felicitó ¿Qué más podría hacer? Pero... aunque tratara de ocultarlo, el brillo de su rostro se había apagado, no sonreía de la misma manera que siempre lo hacía. Algo estaba sucediendo y yo lo iba a investigar.

Me encaminé hacía mi trabajo, con la firme convicción de no distraerme en el camino. Sin embargo, como casi todos los días, lo hice de nuevo. Esta vez mi atención se dirigió a un niño de aproximadamente ocho años jugando en el parque, ¿Cómo es que un angelito de Dios todavía anda solo por este mundo?

Indecisa de si debía o no acercarme, me senté a lado de él. Aquel niño me observó, y yo solamente disimulaba no verlo hasta que mi curiosidad no pudo más...

— ¿Por qué estás aquí? ¿Acaso te has perdido? —Pregunté con delicadeza tratando de que él niño me respondiera.

Los primeros segundos no dijo nada, luego sin pizca de vacilación contestó sin apartar su mirada de mí— Estoy esperando a mi mamá, el señor de traje negro me dijo que ella no tardaría en encontrarme.

— ¿Te acuerdas de como llegaste a estar así? —entrelacé mis manos.

— ¿Cómo estar así? — cuestionó de inmediato.

Sabía que tratar con almas de niños no era peligroso, pero hablar con ellos era un poco complicado— ¿Tu mamá sabe que la estas esperando? ¿Dónde estuviste la última vez?

El pequeño se llevó una mano a su barbilla optando una pose de pensativo— La última vez que estuve con mi mami fue en el hospital, luego caí en un sueño profundo hasta que él señor de traje negro me despertó.

— ¿Quién es el señor de traje negro? — interrogué nuevamente por curiosidad.

El niño solo negó con su cabeza—No lo sé, pero él es una buena persona, me dijo que me acompañaría hasta que mi mamá me encuentre.

Mis dudas se hacían presente— ¿Él señor de traje negro sabe que estás aquí?

—Creo que sí, aunque yo siempre me pierdo, él siempre me encuentra—Articuló ojitos miel.

— ¿Cómo te llamas? —Me levanté para poder quedarme frente al pequeño.

—Llámame Luis—me sonrió.

Le devolví la sonrisa—Yo soy valentina. Encantada de conocerte Luis.

Estaba tan metida en la conversación que no me di cuenta de que se me hacía tarde— ¡Ah! ¡No puede ser, voy tarde! Discúlpame. Tengo que irme. Me gustaría que nos viéramos en otra ocasión.

Luis solo asintió con una sonrisa en su cara, creo que era por el espectáculo que estaba haciendo— ¿Promesa?

—Te lo prometo—levanté mi dedo meñique para cerrar el contrato.

Él ojitos miel hizo lo mismo— Que tengas un buen día hermana.

— ¡Eres un encanto! — le guiñé un ojo.

Para no alargar más el diálogo me alejé a pasos rápidos y de esa manera poder llegar a tiempo.

Me detuve en frente de la cafetería y antes de ingresar me santigüe en forma de cruz para no encontrar a mi jefe transformado en un ogro por llegar tarde. Mi segundo día en el trabajo y conseguir algo así no era digno de una chica que quiere superar los obstáculos. No, no lo era.

— ¿Estás aquí? — Vi a mi jefe saliendo del baño con una escoba en mano.

Crucé mis dedos para llamar a la suerte—Sí, acabo de llegar...

— ¿Te sientes mejor? ¿Descansaste? —Preguntó totalmente sereno.

—Estoy como nueva—Realmente estaba sorprendida por su actitud ¿Qué clase de jefe era este?

—Entonces ¿Podrás ayudarme con la limpieza? —Veía la súplica en sus ojos.

— ¡Por supuesto! Yo barro y usted limpia los vidrios—El que haya accedido a ayudarle no significa que yo haga todo el trabajo.

Su boca hizo un puchero— Sabes cómo jugar. Bueno era de esperarse que me digas algo así. ¿Manos a la obra?

— ¡Si señor!—asentí.

Los clientes empezaron a llegar justo después de que el local este totalmente limpio— Los héroes de la limpieza habían triunfado una vez más contra la suciedad—Reí a causa de mis propios pensamientos.

Se supone que las personas que llegaban aquí solo venían a descansar, pero hoy los veo muy alterados, discuten entre si y se puede ver fácilmente su preocupación.

— ¿Irma qué vamos a hacer sin nuestro dinero? los bancos no se están pronunciando— Decía una pelirrubia.

— ¿Qué quieres que te diga Flor? Estoy igual o peor que tu— Se enmarañaba el cabello la morena.

Yo desde mi posición podía saber lo que conversaban y por lo que me di cuenta la situación que sus delirios pronunciaban, no sonaban para nada buenos.

¿Qué estaba pasando con las personas? ¿Qué pasaba con el dinero del que tanto hablaban? Simplemente esto era demasiado extraño. No vi las noticias esta mañana, y es por eso que no podía saber a ciencia cierta la razón del por qué las personas estaban así.

Mi jefe había salido de nuevo, según él porque tenía que hacer unas diligencias importantes y que era posible llegar tarde; de no poder llegar a tiempo, lo vería al día siguiente. 

Cerré el local a la hora del almuerzo para ir a saciar mi hambre en cualquier restaurante disponible que encontrase en ese momento.

Al caminar por las calles del centro de Guayaquil, pensé que este día sería normal como cualquier otro, sin imaginarme que a partir de hoy los días que vendrían, ya no serían iguales.

Tiempos Memorables ||TERMINADO||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora