Kirishima Eijirou ha conseguido ingresar a una de las escuelas más famosas de su zona, pero el problema surge cuando, un día, cierto diablillo se infiltra en su hogar y decide quedarse a vivir con él. Desde ahí, la tranquilidad de su día a día se ve...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Todoroki, Kaminari y Bakugou comprendieron perfectamente que Kirishima no se hallaba en una buena situación; no después de que Shouto les hubiera mencionado a Dabi.
—¿O-Ocurre algo malo? —dudó Izuku, el cual no sabía nada al respecto.
—Deku —comenzó Katsuki—. Ni se te ocurra seguirnos. Quédate aquí, mierda —finalizó dispuesto a salir del departamento junto a Denki y Shouto.
—¿Por qué? ¿Le ha ocurrido algo a Kirishima-kun…? —insistió al ver el comportamiento que estaban teniendo.
—Solo no te nos acerques —agregó Todoroki.
La mirada desesperada de Kaminari les hizo entender que no podían perder más tiempo.
Dicho aquello, los tres salieron rápidamente del departamento, dejando a Midoriya bastante preocupado y con ganas de ayudar en lo que fuera posible.
[...]
Decidieron seguir el camino de ida a U.A., por el cual se suponía que Eijirou tendría que estar regresando. Si no lo encontraban, buscarían por todos los alrededores posibles.
Por el camino, Bakugou pudo notar la desesperación de Kaminari. Lo supo porque aquel diablillo no le había hecho ninguna broma sobre lo que le dijo a Midoriya.
—Lo sabías, ¿no?
Pero esta vez fue Todoroki el que se dio cuenta.
—No sé de qué me hablas —respondió Katsuki mientras seguía corriendo junto a los otros dos.
—Que si se enteran que Midoriya está con nosotros, también irán a por él —completó el vampiro.
El hombre lobo se limitó a fruncir el ceño y a no responder.
—Bakugou… ¿puedes detectar su olor? —inquirió Kaminari cada vez más preocupado.
Era la primera vez que Katsuki notaba tal terror en Denki. Nunca lo había visto así; parecía que no podía pensar en otra cosa que no fuera Kirishima.
—¿Lo dudabas? —comentó el hombre lobo mientras sonreía y fruncía el ceño.
[...]
“Tengo que… volver a casa.”
Kirishima no pudo reaccionar.
En cuestión de segundos, aquella chica se le abalanzó y le mordió en el brazo izquierdo y en la pierna derecha, para a continuación separarse rápidamente y huir velozmente de aquel lugar, dejando al pelirrojo en el suelo y retorciéndose por el dolor que estaba comenzando a sentir por esas zonas. El veneno que le había inyectado hizo que Eijirou se viera incapaz de utilizarlas; no podía mover ni la pierna ni el brazo, estaban totalmente paralizadas.