Jake.

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Dejo los lineamientos de siempre.

Aclaraciones:

Narración.

— Diálogo —

"Pensamientos".

Advertencias:

OC.

Género: Romance | Drama | Humor | Erotismo.

Clasificación: T | M.

Disclaimer: el juego y sus personajes no me pertenece a mí, sino a ®Claire Zamora.

Nota de Autor:

Bien, este día ha tocado el turno a Jake, a la dueña de este OS creo que le he quedado a deber... Me ha salido medio romanticón y ella quería algo hot, pero he escrito tanto de ello que creo que perdí un poco el norte. Haré otro OS más adelante para compensar la falta de pasión en este. 

De ahí en más, dejo a la dueña de este corto disfrutarlo, espero te guste. Ya me lo comentarás luego. Y recuerden, no solo lean, comenten, porque además que nos ayudan a mejorar, es lo que motiva al escritor a continuar.

PD: cualquier falta de ortografía la corrijo luego. 

Momento XIX.

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‹‹Quiero que quemes mi piel con el calor de tu cuerpo››.

Anónimo.

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BUENAS INTENCIONES.

Ser la asistente personal de Ryan Carter era exhausto, totalmente cansado. Concertar citas, recibir llamadas y preparar interminables informes eran solo unas de las muchas tareas en su diario vivir.

Haberse entrometido en la sala de juntas y dado su opinión respecto al menú de la gala que se festejaría selló su destino, Carter prácticamente mandó a sacarla de su cubículo y le ofreció (ordenó), trabajar como su asistente. Su tono no daba espacio a meditación, sino a un hecho. Katleia se arrepintió de su atrevimiento. De no haber abierto la boca, no se vería en ese predicamento tan engorroso.

Admitía que el sueldo exorbitante deslumbraría a cualquiera, ella no era la excepción. Sin embargo, nadie le dijo que anexo al cargo venía un jefe orgulloso y altanero, que creía que por su físico y sex-appeal podía tener a cuanta mujer se le diera la gana.

Katleia no negaba el atractivo de su jefe. Un hombre en sus veintitantos, sexy y de buen ver. Inteligente y perspicaz. Aceptaba que Ryan Carter tenía absolutamente todo lo que una mujer puede desear, físico, actitud y dinero. A ella le parecía superficial. Y aunque se diera el tiempo para rascar en la superficie y descubriera que el hombre poseía algún sentimiento que no fuese la soberbia, le desagradaba como un posible prospecto a pareja.

"Pero a él no", respondió esa voz fastidiosa dentro de su cabeza.

Katleia aporreó el botón para llamar al ascensor, se pasó la mano por sus cortos cabellos azabaches y soltó un bufido para nada femenino.

— Como si me importara — farfulló.

Decir que estaba molesta, era decir poco de su estado de ánimo desmesurado cercano a la ira.

Y es qué, hacía solo unos cuantos minutos atrás, su adorable jefe le había confesado que la única razón por la que la contrató como asistente, fue por su insolencia. Porque le gustaba retarlo constantemente, porque no se doblega ante él ni ante nadie.

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