''un día más de labores, sinceramente ser mesero nunca estuvo entre mis planes de vida, pero... ¿Qué puedo decir? Es el único trabajo que pude conseguir'' esto era lo que pensaba Sebastian mientras organizaba su uniforme en el camerino de uno de los mejores restaurantes de la ciudad, -hey... Sebastian, apurate hombre, el palo no está para cucharas, y supongo no quieres entrar la nómina de desempleados de este país- habló el supervisor de personal del restaurante, -si Sr enseguida salgo- contestó Sebastian, termino de organizarse y salió a atender las mesas, tomar pedidos y aguantar a uno que otro cliente pesado que pudiese encontrarse esa noche, estaba parado junto a la puerta de la cocina cuando atisbó que un chico más o menos de su edad, un poco más bajo que él y de excelente presencia entró al restaurante y tomó asiento, Sebastian tomo de un pequeño mueble la carta de vinos y platos y se dirigió a este cliente...
-buenas noches...- saludo Sebastian, sin obtener respuesta alguna, una vez más saludo a la vez que ponía la carta sobre la mesa, de nuevo un silencio total, el cliente tomó la carta de vinos, la ojeo un poco y la puso sobre la mesa -tráigame el mejor vino de la casa, no importa el precio- dijo el cliente a la vez que volvía a clavar los ojos en su teléfono celular, -si sr enseguida, ¿espera a alguien o...?- Sebastian calló, la mirada de este sujeto fue fulminante, -¿le importa?- pregunto el hombre aquel, -discúlpeme sr, solo que preguntaba para saber si debía poner sobre la mesa dos copas o por el contrario solo una- se disculpó Sebastian mientras inclinaba su cabeza, -traiga solo una copa- contestó el sujeto, -¿desea que me lleve la carta de vinos?- preguntó Sebastian y el hombre aquel solo lo miró con una mueca que expresaba decepción, era como si le dijera con la mirada que era obvio que debía retirarla, Sebastian la tomó y se marchó ''seguro es otro de tantos pesados que su único deleite está en humillar a quien cree menos que él, buen modo de empezar la noche Sebastian, eres un idiota'' esto pensó Sebastian mientras caminaba hacia la cocina de espaldas a este sujeto indeseable.
Sebastian se demoró unos 15 minutos en llevarle la botella de vino al sujeto aquel ya que tuvo que cubrir los pedidos de unas cuantas mesas más, pero al final de todo llegó a la mesa de aquella persona, extrajo de la hielera la botella de vino y se la enseñó a este tipo el cual ni se inmuto en mirarla, Sebastian tomó por la base la copa y le preguntó si deseaba catar el vino, pero el tipo aquel solo hizo un ademan indicándole a Sebastian que simplemente lo sirviera sin despegar la mirada de su teléfono, Sebastian sirvió el vino, sumergió de nuevo la botella y con un muy decente -con permiso sr- se dio vuelta para alejarse de la mesa, -¿acaso se le hace difícil ser más competente?- pregunto el hombre con la mirada en su aparato, Sebastian viro hacia el hombre con rostro de confusión y enojo, -por personas como usted es que lugares tan prestigiosos y elegantes como este son los que van a la quiebra, hace más de 10 minutos pedí esta botella de vino, y usted la trae cuando se le place la gana, honestamente personas como usted no deberían ser contratadas en sitios como estos, si a mucho le alcanza para trabajar en algún restaurante de barrio popular- dijo el hombro a la vez que tomaba un sorbo del vino tinto líquido que Sebastian le había servido, a Sebastian la sangre le hervía, pero debía respetar los códigos de etiqueta y protocolo que había aprendido, solo se limitó a disculparse con el grosero y poco agradable cliente y se marchó.
La noche siguió su curso, Sebastian no lograba concentrarse en sus labores, honestamente sentía deseos psicópatas, por momentos lanzaba miradas asesinas al pesado cliente, nunca en su vida le habían llamado incompetente, era verdad que no le agradaba su trabajo mucho que digamos, pero a pesar de todo siempre lograba destacar y en múltiples ocasiones había sido nombrado el empleado del mes, así que el hecho de que este tipo le hubiese llamado incompetente le hacía sentir ira.
Después de un rato el tipo aquel llamó a Sebastian de nuevo, este con muy poco ánimo se encamino a atenderle, -¿si sr?- pregunto Sebastian, -otra botella y la cuenta- solo preciso en responder el hombre que aún seguía preso de la tecnología y ya divisaba leves ápices de embriaguez en su tono de voz y rostro, Sebastian se inclinó un poco y se retiró a la cocina por la botella, en tiempo record llevo la botella a la mesa, -sr, su vino- dijo Sebastian con una leve mueca de satisfacción en el rostro, esta vez no podría llamarle incompetente, se había tardado lo menos posible en servirle la botella, -confirmado, puede ser más incompetente, ¿acaso no me escuchó claramente? Le pedí la cuenta, o... ¿debo ir yo a la caja?- dijo el hombre aquel con una sonrisa sarcástica en el rostro, de la mueca de satisfacción de Sebastian ahora no quedaba ni rastros, de nuevo el hombre aquel había ganado, como él lo había dicho: era un incompetente, Sebastian se excusó y se dispuso a ir por la cuenta, sus ojos estaban rojos, pareciera que destilarían fuego, -ah, pagare con tarjeta, solo espero no olvide traer el datafono, de usted se puede esperar cualquier cosa, pero ninguna eficiente- dijo el cliente pesado a la vez que bebía el ultimo sorbo de su copa de vino, Sebastian sentía deseos de voltear y estrangularlo, pero en lugar de hacerlo solo volteo, asintió con la cabeza y se marchó, un rato después volvió a la mesa con el datafono y la cuenta del hombre aquel, este canceló su cuenta, tomo la botella de la hielera, se levantó de la mesa y se marchó, no sin antes virarse hacia Sebastian y escupir de nuevo su veneno, -le aconsejaría que hiciera un curso de etiqueta o algo así, espero que en una próxima ocasión sepa por lo menos que a los clientes se les sirve por la derecha- se puso su gabardina y salió del establecimiento, Sebastian no entendía el porqué de la sugerencia-critica cuando recordó que cuando le llevo a la mesa la segunda botella de vino lo hizo por la izquierda, se mandó la mano a la frente y se fue al camerino, el restaurante estaba cerrando, a decir verdad se habían pasado de la hora gracias al cliente aquel.
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Niño bien, Niño Mal
De TodoSebastian nunca pensó en que aquel seria el cliente mas detestable que pudiese existir en el mundo, solo esperaba que terminara la noche, pero para Mateo la noche nunca termina si así él no lo decide, un mal inicio un extraño final, un amor sincero...