"A veces se nos hace difícil entender el curso de una obra, a veces nos impacientamos pensando en que pasara, o en el cómo pasara, pero la vida no permite guiones así que debemos mantenernos prestos para las sorpresas que nos puedan llegar"
Luego de aquel día Mateo y Sebastian se hicieron los mejores amigos, siempre estaban juntos, eran
prácticamente inseparables, las risas y niñerías estaban a la orden del día entre ambos, se podría decir que
parecían más una pareja de novios que un par de amigos, las notas de Mateo mejoraron considerablemente y ya solo se le veía en los antros ocasionalmente, cosa que para
sus amigos era extraño ya que a pulso se había ganado el sobrenombre de "El rey de las discos", Sebastian por su parte ya era más abierto y se le veía rozagante, de aquel chico tímido y abstraído quedaba poco, sonreía más a menudo, siempre quería estar bien organizado, definitivamente había cambiado, su madre atribuía este
cambio a los recientes hechos, el tener más tiempo libre desde que lo despidieron del restaurante, el haber
recibido semejante beca y el hecho de que Sara, su novia estaba a puertas de volver a la ciudad, sí, eso pensaba
ella, pero no sabía realmente de adonde provenía tanta felicidad en Sebastian, cuál era el verdadero motivo de su cambio.
Los días transcurrían entre risas y juegos, aunque en un principio no lo quisiera admitir, Sebastian sabía que algo fuera de lo común estaba sucediendo con él, de cierto modo siempre quería estar cerca de Mateo, fuera por estudio, compañía o porque sí, siempre quería estar junto a él, y aunque en un principio no entendiera el porqué, ya tendría tiempo para descubrirlo.Cierto día...
Mientras Sebastian disfrutaba de un arduo día de entrenamiento en el gimnasio de la universidad por fin
comprendió lo que realmente estaba pasando con él y Mateo, entro a las duchas y mientras se duchaba las
imágenes de todo lo que había vivido con Mateo se paseaba por su mente, y no puedo evitar que una sonrisa
esbozara de su rostro.Esa tarde al salir de clases Sebastian se dirigía a la salida de la universidad cuando se encontró con Mateo, en todo el día no habían podido verse así que no pudieron simular la felicidad de verse y se abrazaron, separándose
inmediatamente para luego solo estrecharse las manos...
Sebastian: hola Mateo, ¿Cómo estás?, no te había visto en todo el día
Mateo: hoy no vine a estudiar, me sentía un poco mal, estaba como agotado, y tú, ¿Qué tal el día sin mí?
Sebastian sonrío disimuladamente, pensaba en decirle que todo el día había pensado en él, pero sabía que eso habría sonado muy gay y no quería que Mateo pensara mal de él o algo así, así que solo respondió con una leve broma...
Sebastian: pos la verdad ni te recordé jejeje
Mateo: ah, yo pensé que me habrías extrañado aunque sea solo un poco, jejeje, ¿Qué estoy diciendo? No me
prestes atención, solo que yo si te extrañe y eso, jejeje, no dije nada
Sebastian: estoy bromeando tonto, yo, yo... yo si te extrañe, bueno un poco.
Sebastian se sonrojó y paso su mano por el cabello de Mateo revolviéndolo todo, era un gesto que casi siempre
hacia, era como su caricia especial, Mateo se sonrojó y se encogió un poco de hombros, luego solo se alejó y se
reincorporó en sí mismo
Sebastian: bueno y... ¿Qué te trae por acá? o me digas que estas aquí por mi
Mateo: bueno, sí, vine por eso, aprovechando que es viernes quería invitarte a tomar algo, no se un café o
unas cervezas, ¿Qué dices?
Sebastian: bueno, dale, ya no trabajo así que tengo tiempo de sobra, y ya que no debo matarme por la beca, puedo bajar la guardia un poco
Mateo: vale, entonces... ¿A dónde quieres que vayamos?
Sebastian: no sé, eres tu quien está invitando, entonces sorpréndeme
Mateo: bueno... a ver, ¿Cómo hago para sorprender a alguien tan parco como Sebastian Miranda?
Sebastian: espera, ¿acaso me llamaste parco?
Mateo: eh... si
Sebastian: para tu información soy una persona muy social y extremadamente feliz, así que no tienes ningún derecho a llamarme parco
Mateo: ajam... bueno, puedes proponer algo entonces
Sebastian: vámonos de fiesta o a tomarnos unos tragos, es viernes y somos jóvenes
Mateo: wow, estoy sorprendido, si puedes ser alguien alegre, vamos, conozco un sitio que te encantará.
Y así este par de amigos casi novios emprendieron camino hacia uno de los sitios predilectos de Mateo, la verdad quedaba algo retirado pero valía la pena conocerlo, escondido entre los arboles muy alto en la montaña y con una vista espectacular de toda la ciudad se encontraba un pequeño restaurante campestre, Mateo parqueo y se bajó del auto, Sebastian extrajo su blazer de su mochila y lo siguió Mateo iba unos pasos más adelantado que Sebastian, encendió un cigarrillo y escondió una de sus manos en su chaqueta, ya cubierto Sebastian se acercó a Mateo el cual estaba en el mirador del parqueadero observando la ciudad...
Sebastian: es una vista hermosa
Mateo: sí que lo es
Sebastian: aunque es algo frío
Mateo: todo tiene solución
Sebastian: ¿a qué te refieres?
Mateo: yo me entiendo
Mateo termino de fumar su cigarrillo y luego de botarlo al vacío apoyó sus antebrazos en el barandal y sobre
estas su barbilla, Sebastian aún estaba erguido con sus manos apoyadas del barandal...
La noche era extremadamente fría pero en lo alto del cielo la luna brillaba refulgente, posando sus plateados rayos de luz en el rostro de Sebastian el cual ni por enterado se daba de que Mateo estaba totalmente distraído mirando su rostro y en especial sus ojos, esos ojos azules que en algún momento había visto derramar un par de lágrimas, lágrimas de orgullo y admiración por su difunto padre.
Sebastian: bueno, si no entramos nos vamos a congelar.
Rompió el silencio Sebastian a la vez que se viraba hacia Mateo y sonreía jocosamente, Mateo se reincorporo en sí y solo se limitó a asentir, así ambos caminaron hacia el interior del restaurante.
Al entrar la calidez del sitio los envolvió, era una estancia amplia, uno de esos restaurantes de concepto abierto, música leve al mejor estilo de jazz y una decoración muy hogareña y evocando a los leñadores, no estaba muy atiborrado, habían bastantes personas pero tampoco era algo así que no se pudiera caminar o el ruido distrajera, tomaron silla y un chico se acercó a ellos con un par de
cartas en la mano...
Chico: buenas noches, un placer servirles, aquí está la carta, si desean algo solo llámenme que con gusto vendré a atenderles
Mateo: muchas gracias
Chico: ¿desean que les traiga algo por el momento?
Mateo: un par de cervezas está bien
Sebastian: eh Mateo...
Mateo: tú no tienes derecho a decir nada, como dijiste yo soy quien invita
Sebastian: está bien
Mateo: entonces sí, un par de cervezas
Chico: está bien, en un momento las traigo, y hacen bonita pareja.
Luego de decir esto el chico se fue dejando a Sebastian confundido y sonrojado, algo que notó Mateo de
inmediato
Mateo: olvidé decirte que este es un sitio lgbt, debí hacerte esa aclaración antes, pero si te sientes incomodo
me dices y nos vamos
Sebastian: he... no, no hay problema, solo que me tomó por sorpresa lo que dijo ese chico pero no hay problema.
El resto de la noche transcurrió entre risas y sonrisas, anécdotas e historias, cuentos sobre las primeras
impresiones y demás, la química que había entre ellos era perceptible desde la luna y más allá, lo que
estaba sucediendo entre ambos era innegable, en ocasiones sus miradas se cruzaban, en otras sus manos se
rozaban y así sucesivamente, haciendo que en cada una de estas débiles y accidentales muestras de cariño Sebastian terminara ruborizado.
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Niño bien, Niño Mal
RastgeleSebastian nunca pensó en que aquel seria el cliente mas detestable que pudiese existir en el mundo, solo esperaba que terminara la noche, pero para Mateo la noche nunca termina si así él no lo decide, un mal inicio un extraño final, un amor sincero...