Luke
Una pequeña gota de agua cayó sobre mi mejilla, y segundos después unas cuantas más, pero ahora sobre mi cabeza. Ni siquiera me preocupe por ponerme el gorro de la sudadera, simplemente seguí caminando por el pasto mientras las gotas empapaban mi ropa. Era extraño que lloviera a esas horas, eran recién las once con veinte minutos, lo cuál me hizo recordar que tenía que ir a las canchas con Calum, él solía salir de su clase a las once y media, aunque se suponía que terminaba a las doce en punto, siempre se escabullía del salón sin que el profesor lo notará.
Dejé caer mi mochila sobre una de las bancas y me senté a un lado, abrí una de las bolsas delanteras y saqué la cajetilla de cigarros junto con el encendedor, el clima era perfecto, la lluvia se había calmado y solo sentía el aire fresco contra mi rostro. Encendí el cigarro y di una larga calada, definitivamente lo necesitaba. Cerré mis ojos, todo estaba tranquilo, sin nadie a mi alrededor, sin chicas charlando sobre hacerse alguna cirugía porque odian su físico o chicos compartiendo sus anécdotas sexuales, con cúantas chicas se acostaron o quién la chupa mejor. Admito que fui parte de ese círculo, y aunque ni siquiera me acosté con otra chica después de mi primera vez, muchos seguían creyendo que me llevaba a varias a la cama cada vez que iba a fiestas, y tampoco hacía nada para callar los rumores, era una basura.
Solté un largo suspiro, no recordaba desde cuando me había sentido tan relajado, las cosas con mamá seguían igual, por lo menos desde mi perspectiva, no había cambiado nada. Nada había cambiado. Y ni hablar de mi padre, sinceramente me hacía querer arrancarme los ojos.
Necesitaba un respiro, eso es lo que le hacía falta a mi vida. ¿Y por qué solo un respiro? ¿por qué no mejor unos mil respiros más? Posiblemente mi vida no sea la más jodida de todas, pero vaya que no es un cuento muy bonito de explicar, lo estúpido es que se sigue contando, como los días.
Todos los días es la misma mierda de siempre, la rutina me provoca naúseas, desde que despierto me dan ganas de clavarme un cuchillo en los testículos, buen inicio de semana, "adolescente cansado de su existencia decide clavarse un cuchillo en las bolas".
Solté una risilla entre dientes y negué un par de veces, en ocasiones mi mente iba más allá, mis pensamientos eran patéticos. Di otra calada al cigarro, sintiendo como el humo me consumía, era interesante como esto lograba relajarte y al mismo tiempo te jodía la salud. Un arma letal.
Llevé una de mis manos hacia mi cabello, deslizando mis dedos entre él un par de veces, hoy ni siquiera me había tomado el tiempo de peinarlo como solía hacerlo. Dejé caer el cigarro al suelo y enseguida lo pise, me acomodé sobre la banca y abrí mi mochila nuevamente, esta vez para sacar la gorra negra que por suerte había echado en la mañana. Coloqué la gorra sobre mí cabeza, intentando que ninguno de mis cabellos se salieran de ahí y dejé caer mi espalda contra el respaldo de la banca, crucé mis brazos y volví a cerrar los ojos.
Me sentía bastante cansado, y cuando menos me di cuenta ya estaba durmiendo justo enfrente de las canchas, los ruidos de los árboles se seguían escuchando, algunas gotas caían sobre mi gorra y después sobre mis piernas, no me molestaba en lo absoluto, continúe en la misma posición, hasta que sentí una aterciopelada mano sobre mi mejilla.
Intente abrir mis ojos pero no podía, solo sentía la presencia de alguien más, mis manos también estaban inmóviles al igual que todo mi cuerpo. Esto era demasiado extraño, comenzaba a desesperarme, pero su toque por alguna razón lograba tranquilizarme. Sus pequeños y finos dedos se movían por mi piel, bajando por mi mandíbula y pasando su pulgar por mi labio inferior, me estaba perdiendo, quería saber quién era pero al mismo tiempo quería seguir disfrutando de sus roces.
Su cuerpo se colocó encima mío, sentándose sobre mis piernas, sus manos retiraron la gorra de mi cabeza y a los segundos ya las tenía sobre mí cabello, jugando con él.
— Dejaste crecer tu cabello, te queda bien, me gusta.
Su voz.
Aquella frase se repitió en mi cabeza una y otra vez, como un eco. Ahora su rostro ya estaba en mis pensamientos, sabía que mis ojos seguían cerrados, pero podía verla, sus ojos verdes estaban posados en mí, su cabello largo y lacio caía por sus hombros, podía jurar que estaba brillando, como si los rayos del sol no se alejaran nunca de el, aquel tono ceniza nunca saldría de mi mente, por mucho tiempo mi color favorito.
Ansiaba tocarla, tomar sus rosadas mejillas y llenar cada día perdido con mis besos. No la soltaría, nunca. Ya no la dejaría caer.
Quería decirle tantas cosas, pero no lograba formular ninguna oración, es como si todo mi cuerpo estuviera bajo su control, yo tan solo... no podía. Como siempre no podía hacer nada para evitar tantas cosas.
Escuché su risa inundar mis oídos, ya la echaba de menos, joder, la necesitaba tanto.
"No te vayas", intente decir, pero no salía nada de mis labios, estaban sellados.
No tarde mucho en sentir las lágrimas llenar mis ojos y comenzar a deslizarse por mis mejillas, no llores, maldita sea.
Sus dedos limpiaron las gotas cristalinas y después sobaron mis párpados.
— Tranquilo, todo está bien.
Susurró tan cerca mío que pude sentir su aliento fresco chocar contra mi rostro.
Después sus labios hicieron contacto con mi mejilla, estaban helados, como los recordaba.
Todo a su alrededor era así, no había calidez, todo en ella era frío.
Sonreí apenas y sentí como volvía a colocar la gorra sobre mí cabeza, se levantó de mis piernas y ya sentía su ausencia haciéndome pedazos.
— Deja de aferrarte.
— No puedo, Win...— aquello me tomó por sorpresa, había recuperado mi voz.
— No me digas así.
— ¿Por qué? ¿Qué sucede contigo?
— Tienes que olvidarlo, nos estás dañando a ambos.
— Lo siento tanto. Yo no quería... lo juro.
— Tengo que irme, Luke.
Por favor, no. No te vayas.
Pero había perdido la voz nuevamente, y a ella también.
Abrí los ojos de golpe, incluso salté de mi asiento. Pude escuchar una risa burlándose de mí no muy lejos. Tallé mis ojos y traté de divisar a la persona que se estaba riendo.
— ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
— Voy llegando, ¿acaso estabas soñando con tu boda? — caminó hacia mí y se sentó a un lado mío, se me quedó viendo por un momento y después su sonrisa ladina se borró—. De acuerdo, creo que fue peor que eso.
— Estuvo aquí.
— Estás loco, ya alucinas — negó un par de veces y desvío su mirada, sus manos comenzaron a jugar entre sí—. Ya es hora de que la dejes ir, ya ha pasado un año y medio.
— Calum, ¿no me crees? Fue muy real, te juro que era ella — insistí, no podía estar loco, la sentí, mierda, era ella.
— Luke, supéralo, el maldito invierno aún no llega.
— Cal...
— Olvídate de ella, Winter ya no está en tus planes.
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what about endings?
FanfictionLa vida de Luke giraba en torno a una absurda rutina impuesta por su padre, siguiendo los pasos de este, gracias a su competitividad y arrogancia lograba manipular a las personas a su antojo, y no era como si le importará. Pero cuando es obligado a...