Luke
Desperté después de tener una de tantas pesadillas, no me sorprendía, ya casi me acostumbraba a ellas. Me enderecé y dejé caer mi espalda sobre la cabecera de la cama, las mantas quedaron por la mitad de mi torso al tomar esta nueva posición y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, el aire estaba bastante frío.
Pude notar que la ventana de mi habitación estaba unos cuantos centímetros abierta, aquello logró llamar mi atención ya que no recordaba haberla dejado en tal estado. Intenté hacer memoria, pero no, ninguna imagen mía abriendo la ventana estaba presente.
Mi parte cuerda estaba interviniendo, diciendo que tenía que levantarme y cerrar la ventana antes de atrapar un resfriado, pero mi perezoso y vago cuerpo no correspondía a tal sugerencia. En cambio, decidí quedarme un rato en silencio, viendo a través del cristal y siguiendo la caída de los pequeños copos, abracé mi cuerpo cuando la brisa se volvió más fría, estaba congelándome y mi fuerza de voluntad estaba enterrada y pisoteada por mí mismo, era patético.
Reí sin ganas y negué varias veces, ¿cuando será el día en el que te hagas un bien? mi subconsciente cuestionaba cada día sin falta.
Entonces estiré mis brazos, saque mi cuerpo de las mantas y me levanté para ponerle fin de una maldita vez a mi gélido tormento.
Acerqué mi mano al cristal y miré hacia la calle, había nieve por todos lados, entonces caí en cuenta.
Nieve, ¿¡en Otoño!?
❄️
Escuchaba los pasos del morocho a un lado mío, hace unos minutos hablaba sobre su clase de Literatura, por lo que entendí, su maestra era joven y, según él, le encantaba la forma en la que enseñaba, además de que nunca había estado tan feliz por entrar a una clase. Para mí que se la quería tirar.
Mientras tanto, yo iba hundido en una nube gris. Escondido sobre aquel gorro negro y una bufanda a juego rozando mi nariz, la cual picaba gracias a la baja temperatura, no era exactamente mi día.
— Hey, ¿todo bien? — su vista estaba sobre mí, la sentía, quizás estaba más atento de lo normal, bastante concienzudo a mi parecer, pero así era él y no podía correr.
— Me han jodido el otoño.
— Luke, es solo una estación.
— No lo entiendes, me han jodido el maldito otoño, y como si fuera poco, quién toma su lugar es una estampida de absurdos copos—guarde mis manos dentro de las bolsas de mi cazadora negra, y empecé a acelerar mi paso, dejando a Calum, quizás, varios pasos detrás mío.
— Vamos, no te vas a poner así, solo es... Invierno, puede ser algo bueno, ¿guerra de bolas de nieve? —trataba de animarme, pero nada lo iba a lograr. Además aquella idea había sido absurda.
— Ya no somos aquellos niñatos de nueve años, Calum— estaba comportándome como un idiota obstinado, lo peor es que lo sabía, pero no quería reconocerlo enfrente suyo, además él me conocía, bien podía tomar otra dirección y dejarme rabiar a solas—. Lo único bueno del infierno es que puede consumir este maldito frío seco.
— Estás siendo bastante niñato al hacer tal rabieta por el estúpido clima—tocó sus sienes y negó repetidas veces, como si de una madre frustrada se tratará—. Da gracias al infierno que no te llevo tirando de la oreja.
Ahora me encontraba aguantando una risilla. Sí, no podía estar molesto con él, y aunque lo estuviera no duraría ni un parpadeo, no existía persona en el planeta que aguantará mi temperamento, por suerte, Joy cometió un error a los veintitrés.
❄️
Al llegar al instituto, Calum y yo nos despedimos, chocamos las palmas como de costumbre y quedamos de vernos en las canchas a las 11:30.
Me dispuse a caminar por los pasillos del Instituto Silverstone, tal vez dirigiéndome a mi clase de Álgebra, tal vez no. Coloqué los pequeños auriculares dentro de mis oídos y dejé que la melodía invadiera todos mis sentidos. Estaba realmente tranquilo, relajado más que nada, vagando por los pasillos casi vacíos, pues a esta hora las clases ya habían comenzado.
Pero no todo era calma, al girar para caminar por delante de la dirección, pude percatarme de una escena que hizo explotar mi burbuja y tensar mi cuerpo. Se encontraba una chica, de estatura promedio quizás, su cabello negro descansaba sobre sus hombros, y tenía unas pequeñas ondas al final. No pude ver bien su rostro, apenas y lucía su perfil. Bajé la mirada y me perdí en sus caderas, no quería quedar como anormal con los ojos clavados en aquel punto, pero el 90% de las chicas en este Instituto no llegaban a tener esa proporción, así que no era culpa mía notar algo que de cualquier modo relucía.
Parpadeé un par de veces y desvíe la mirada, por el bien de toda la humanidad. Ahora observé al chico que se encontraba dentro de la oficina del director, era alto y con el cabello castaño y rizado, mantenía sus brazos cruzados, parecía estar recibiendo un buen castigo pues su rostro no era el más feliz de todos.
Cuando el chico salió de la oficina, se acercó a la pelinegra y le susurró algo al oído, ella lo empujó al instante y le gritó un "Vete a la mierda", seguido de esto salió de dirección dando un fuerte portazo y cuando me di cuenta su mirada ya estaba sobre mí. Pude imaginar la escena reproduciéndose con sorna en mi mente, heme aquí con la boca entre abierta y un auricular entre mis dedos, mirando dubitativamente a la chica.
Ella se acercó a mí y tomó el auricular de mis dedos, lo cuál me tomó por sorpresa, en seguida lo colocó en su oído, así estuvo por unos diez segundos.
— No está mal, pero si hubiera sido Amsterdam se te hubiera perdonado lo fisgón—volvió a colocar el auricular entre mis dedos y sin más, comenzó a caminar por el pasillo, dejándome con la misma expresión de un principio.
— No estaba fisgoneando nada —hablé cuando pude procesar todo, esperando que lo escuchará.
— ¡Claro, Hemmings! — pronunció alzando la voz, para después desaparecer por las escaleras del segundo piso.
¿Cómo sabía mi nombre? ¡Yo en mi vida la había visto!
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what about endings?
FanfictionLa vida de Luke giraba en torno a una absurda rutina impuesta por su padre, siguiendo los pasos de este, gracias a su competitividad y arrogancia lograba manipular a las personas a su antojo, y no era como si le importará. Pero cuando es obligado a...