Hombre! Maria Reynolds x Lectora

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Maldito día en que me enamore

Caminabas, metida en tus pensamientos. Tenias tu mente muy ocupada últimamente, en alguien, para ser exactos. Mario Reynolds, tu amigo desde hace tiempo, mucho tiempo antes de ser lo que era, una fuente de dinero a causa de su esposa, a quien odiabas sin pudor, si tan solo se hubiera casado contigo.

—Demonios...—Suspiraste una vez más y alzaste la mirada.

Allí estaba él.

De quien te habías enamorado desde aquella vez.

—Oh, (T/N). Buenos Días —Mario te sonrió mientras acomodaba su roja bufanda.

—Buenos días, Mario —Saludaste en tu típico tono calmado e indiferente, así eras desde siempre.

Su maldita sonrisa. Jamás podrías borrar la de tu mente.

***

—(T/N)...Ya no se que hacer...—Suspiro.

Acariciaste su mejilla y jugaste con su cabello, sabiendo que así se sentiría mejor.

A los segundos, enterró su rostro en tu pecho. Él estaba llorando.

—Ya no quiero hacer esto, (T/N) —Murmuro Mario entre sollozos.

—Lo se...Lo se—Fue lo único que pudiste pronunciar.

No paso mucho para que cayera rendido ante el sueño.

Pero allí te quedas te.

Podría no amarte, pero tu si a él, y eso te obligaba a quedar te.

***

Leíste por ultima vez el Panfleto Reynolds y lo observaste seriamente. 

—Lo lamento

Lo observaste aún de brazos cruzados.

—Se que no debí hacer lo, pero era tan hermosa, yo la amo —Dijo este algo adolorido.

—Ella tiene familia —Sentenciaste fríamente.

—Pero...

—Tiene Hijos

—(T/N) Escucha...

—Tiene un esposo

Eso fue lo que lo dejo helado una vez más.

Suspiraste nuevamente.

—Olvida la Mario, sufrimiento te traerá

¿Y tu que sabes de amar?

—Mas de lo que crees.

***

Observaste como Mario hablaba con Elise, quien en un segundo cambio su expresión amable a una llena de ira, odio y repulsión, y su hija, le gritaba que se alejara de su familia. Tenías razón, eran la familia Hamilton.

Hamilton.

Ese maldito nombre te arruinaba el día.

Pero eso te dejo en claro que él nunca te amaría.

Una vez la familia se alejo, te le acercaste por detrás silenciosamente.

—Te lo dije, sufrimiento te traerá

—Y tu me haces sufrir aún más

—Lo hago para abrirte los ojos, por que si no lo hago, ¿Quién lo hará?

***

—¿Que quieres?

Encaraste a la esposa de tu ex mejor amigo, y sin mas, la empujaste a un lado, entrando en el apartamento, escuchando los gritos de la mujer tras de ti, exigiendo una explicación, pero la ignoraste y fuiste directo al cuarto donde había tenía encerrado a Mario, y sin dudar, la tiraste abajo de una patada.

—(T-t/N) —Murmuro Mario en el suelo.

Sin decir una palabra, lo levantaste y saliste de la habitación, encontrándote nuevamente con la esposa furiosa de Mario.

—¡¿A donde crees que vas con él?!

—A un lugar seguro

—¡¿Seguro de que?!

—De ti

***

—No tenías que hacer eso, (T/N) —Murmuro Mario algo apenado.

Ahora ambos se encontraban sentados en tu cama.

—¿Ibas a dejar que te siguiera esclavizando? —Preguntaste sarcástica.

Este no contesto, simplemente se digno a limpiar una mancha de sangre en tu mejilla, perteneciente a su ex esposa.

—¿Tenías que golpearla?

—Por supuesto

—¿Nunca cambiaras, verdad?

¿Tú lo harás?

El suspiro.

—¿Hay algo que pueda hacer a cambio?

Sonreíste con cierta malicia al estar de espaldas.

No dudaste en voltearte y besar le de una forma descontrolada, cayendo sobre él en la cama.

—!(T-t/N)!

Ámame...

Mario observo tu rostro, especialmente tus ojos, llenos de pasión, tu lo amabas más que nada.

—Considera lo hecho

Y te beso.

Solo recuerdas algo.

Fue la mejor noche de tu jodida vida.





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