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Jimin tenía un punzante dolor en la cabeza, sus cejas estaban fruncidas y cada vez que se movía era porque la posición al estar sentado le era insoportable.

Para él, un claro ejemplo de que se encontraba desconcentrado.

Algo que odiaba de su salón era que las ventanas daban al patio trasero donde se encontraba la cancha que se usaba para las clases de deporte.

Había una clase que el desconocía, todos vestidos con la ropa de gimnasia, con el sol tras las grises nubes, jugaban a las quemadas. No le interesaban en lo más mínimo aquellos juegos, prefería los ejercicios de musculatura a la hora de hacer deporte, sin embargo, lo único que lo tenía inquieto era el reconocer una silueta a lo lejos que intentaba evadir las pelotas con cansancio.

Jimin recordó las ojeras que el chico cargaba desde temprano.

Lucia del asco.

Pero, a él no le importaba.

Esto le pasaba por involucrarse con la gente, se desconcentraba, y odiaba hacerlo. Apenas había escrito la fecha del día en la esquina del cuaderno.

El profesor de lengua hablaba y hablaba y el se sentía incómodo, fuera de lugar, de pronto tomando en cuenta de que se encontraba rodeado de gente.

Volvió a mirar a la ventana, luego de cuarenta y tres segundos contados sin voltear a ver, si, los contó.

Ahí estaba el chico, pidiéndole al instructor un descanso, a sus espaldas un grupo del otro equipo hablando entre sí, y luego todos azotando las pelotas contra el cuerpo del chico.

En el salón el lapso de silencio que dio el profesor para que los alumnos escribieran tranquilos se vio interrumpido por una silla.

—¿Park?

Jimin lo miró a los ojos, sin mover un músculo facial aparte de la boca.

—Necesito salir.

Silencio, casi todos mirándolo con sorpresa, era extraño que Park hablara en clase, de hecho, casi imposible.

—Claro...

Prácticamente huyó.

Y en el baño se lavó el rostro, se miró al espejo y se repitió a sí mismo:

"Olvidalo".

Semilla | 지국 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora