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Jeongguk había estado tan cegado por el brillo de aquella sonrisa, que había olvidado la tormenta en la que se hallaba por horas y horas maravillándose con su sonrisa.

Simplemente no podía superarlo.

Estaba considerando el hecho de que le guste el chico.

Si bien no se conocieron en las mejores palabras, fueron encontrandose con mayor frecuencia porque así se deseaba. Jeongguk no era ciego, Jimin por lejos era el chico más hermoso que alguna vez había visto. Pero en realidad no tenía que estar pensando en eso en este momento.

Su madre lloraba.

—No llores, mamá. Todo está bien ahora. No es tu culpa.

Sonó lo más firme posible para que su madre le creyera, pero ésta solo podía llorar y llorar.

—Jeonggukie... Mi gukie...

Jeongguk quiso enterrarse en el pozo más oscuro y asqueroso del mundo, ¿porque su mamá tenía que hacerlo más dramático de lo que era? ¿podria ser que en realidad aprovechaba la oportunidad para desahogarse?

—Mamá, de verdad. Estoy bien.
—Hijo, perdón.

Jeongguk se estaba hartando.

—Sabes que no es tu culpa, él es un idiota con cerebro. Y tu no eres su madre, hiciste lo que pudiste para criarlo, pero no era tu deber. Tu quisiste abordar esa responsabilidad...

Y no pudo decir más.

Su madre se abalanzo sobre él pidiéndole perdón mil veces más, Jeongguk sólo la abrazó de vuelta y dejó caer las lágrimas que retuvo para hacerse el fuerte frente a su madre.

La puerta se abrió de golpe.

Ambos se separaron para ver la figura que entraba como tormenta por la casa.

Su madre se levantó del sofá.

—Ven acá, Jiwon.

Jeongguk se levantó cuando el llamado hizo acto de presencia. Venía mojando el piso, casi olvidaba que este merodeaba por las calles bajo plena lluvia los últimos días.

A ambos los miró con furia.

—Perdón.

Jeongguk y Jiwon miraron a la señora Jeon que volvía a llorar. Jeongguk quiso darle apoyo físico, pero observó que su hermanastro dio un paso, y al ver su rostro casi se le cae la boca, estaba con los ojos llorosos y dudaba si aquello en sus mejillas eran gotas de lluvia o lágrimas. Necesitaba saberlo con seguridad.

Jiwon lo ignoró, para caminar hacia la mujer quitandose la chaqueta y tirandola al piso.

—No tienes porque.
—Debí cuidarte mejor.

Jeongguk presenció el momento en el que su madre quebró en llanto, y Jiwon la acompañó en él, abrazándola y susurrándole cosas tiernas como:

—Has hecho bien.

[...]

Jeongguk mordió su uña roma, luego su dedo pulgar, quería morderse la mano completa si era posible.

Jiwon lo miraba fijamente y a ratos bajaba la mirada.

Ambos estaban sentados en la sala de estar, frente a frente, separados por la mesa de café, ambos con posturas a la defensiva.

—Y-Yo...

Jeongguk lo miró.

Jiwon tenía las manos juntas en su barbilla, los ojos brillantes y las cejas muy juntas, lucía totalmente en desacuerdo con la situación, como si en cualquier momento quisiera saltar sobre Jeongguk y darle su merecido...

Pero, en realidad hace tiempo había olvidado la razón de porque lo hacía, porqué había tenido el placer de golpear a un chico más débil que él sólo para... ¿para que?

Jiwon miró a Jeongguk, Jeongguk era prácticamente su hermano, su familia, el único hombre que podría considerar familia. Entonces, ¿porque?
¿Porque lo había hecho?

—Yo... Lo... Siento —susurró inseguro. No sabía si tenía el derecho de pronunciar aquellas palabras.

Jeongguk se sorprendió, bastante la verdad, Jiwon parecía genuinamente arrepentido.

—¿Sabes? Eres un cabeza hueca y puro músculo, no tienes la más mínima decencia y moral, y lo único que haces es dañar a los demás por gusto. P-Pero eres mi hermano. D-Debo admitir que es una mierda —jadeo ahogado del llanto, no quería parar de hablar— Siempre quise un hermano, y todo iba bien cuando madre comenzó a salir con tu padre, parecía que mi sueño se volvía realidad... p-pero luego ya no tenía nuevamente un padre. Pensé; "Por lo menos tengo un hermano mayor", pero lo hiciste una pesadilla, convertiste mi sueño en pesadilla, me volviste un niño inseguro, asustado, vacío. Me... Rompiste.

Jiwon tenía la boca abierta, lágrimas rodando por sus mejillas y luego más, más y más lágrimas caían a la alfombra sin nada que las detenga.

—Pero eres mi hermano, a pesar de odiarte por hacerme eso, quise guardar parte de mí, quise guardar una semilla mía para poder ser yo de nuevo. Me rendí, hasta hace poco, cuando un chico me regañó por estar llorando —Jeongguk rió secándose las lágrimas— No sabia quien me daba más miedo. No lo entendía, era bruto, frío, intimidante, era la representación de mis miedos, pero no me hizo daño, me forzó... A superar, a llevar el dolor, sin siquiera decirme palabras... Son las acciones las que se guardan en uno —bajó la mirada a su pecho, como si pudiera ver a través de si mismo— Tu hiciste todo mal.

Jiwon cerró los ojos, aceptando todo lo que Jeongguk le decía, temblando al tragar sus sollozos.

—...Eres joven, aun hay tiempo de empezar de nuevo —dijo mirando a la ventana, Jiwon levantó la cabeza y lo miró— No he dicho que te perdono, tendrás que trabajar en ello. Ahora no hay nada de ti dentro de mí, ya no hay odio. Aprovecha de plantar una buena semilla, sé que en el futuro tendrá un resplandeciente fruto.

Semilla | 지국 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora