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—¿Entiendes lo que estás diciendo?

Jimin miró sus ojos, parecidos, con arrugas naciendo a los costados.

—No.

El hombre se quitó las gafas y presionó con sus dedos el puente de su nariz, respingada.

—Quiero que veas, por ti mismo, Jimin. Tu sabes que no te gusta la gente, que odias tanto a la gente que apenas te relacionas con ellos, tienes este pensamiento/forma de ser por naturaleza.
—Lo sé.
—Nunca te gustó una persona, nunca aceptaste hablar con alguien. Ni cuando eras un niño, los demás en el jardín se burlaban de ti porque creían que eras mudo. Con el tiempo hiciste ver que tenías tu propia voz y gran carácter. Te ganaste respeto.

Jimin se quedó en silencio, no lo consideraba de aquella forma, pero tampoco era erróneo.

—Te has abierto conmigo de la mayor forma posible, porque lo necesitas. Estás tan acostumbrando a permanecer a distancia de las relaciones que cuando alguien se acerca a ti y te provoca reflejos involuntarios en tu cuerpo lo tomas como una crisis.

Asintió.

—¿Y si quizá, solo es la puerta que te mostrará el cambio? No estoy diciendo que lo necesites porque no me lo has dicho, no lo tienes claro. Pero con esto podemos ver que no te hace bien, ¿cuantas veces hemos tenido citas? Las puedo contar con mis propias manos.
—Yo me acerqué. Prácticamente cayó frente a mí, no pude ignorarlo.

El hombre se sorprendió.

Park Jimin había tomado iniciativa.

—Ese fue el detonante. Si lo hubiera dejado pasar, si no... Si no me hubiera importado verle ahí llorar entonces no estaría así.

El hombre sintió tristeza. Realmente quería ayudar al joven.

—Eres un buen chico.

Jimin presionó la silla con sus dedos.

—¿Como se que me gusta? —cambió de tema.

El hombre pasó sus manos por su cabello hacia atrás, algunas canas resaltando en su oscuro cabello, dándole un toque especial, sonrió, y aquella sonrisa llegó a sus ojos.

—No lo sabes, por eso estás así. Tienes que descubrirlo.

Ambos se levantaron sabiendo que aquello había finalizado la charla.

Abandonaron la oficina y se dirigieron al estacionamiento.

—¿Que quieres cenar hoy?
—Quiero algo dulce.

Sí, Park Jimin sólo hablaba con su padre y sicólogo, el señor Park.

Semilla | 지국 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora