CAPÍTULO V

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¿Qué opinan de los personajes nuevos, como Eva y Alan?

¿Recuerdan el "no todo es lo que parece" de la primera historia? ¿Aplicará esa frase para ésta también?


     Unos minutos más tarde de haber terminado de comer, me recosté sobre la cabecera de la cama y me sumí en un sueño muy profundo; escuchaba muchos llantos, y una luz encandilaba mi vista, impidiéndome visualizar quiénes eran las personas que lloraban, poco a poco mi vista se va esclareciendo y van dando lugar a un cielo muy azul, donde el sol ilumina sin compasión —ni una nube se hacía presente en él—, y me hacía la enorme interrogante: ¿por qué en un día tan lindo, a la vez, es un día tan entristecido? Pero nada me impedía seguir observando el cielo, y una linda mariposa rosada que revoloteaba sus alas delante de mis ojos, amaba las mariposas, continué soltando una leve carcajada pero esta sonó más bien como la carcajada de un bebé, intenté tomarla pero el inclemente sol me quemaba la vista, y de pronto, sin ningún motivo, todo se vuelve negro, como si el sol se hubiera ocultado y los llantos se hubieran desvanecido, pero aún, a pesar de lo oscuro que está puedo ver a lo lejos un pequeño rayo de luz, como un punto diminuto, que con el pasar de los segundos se convierte en algo más minúsculo hasta desaparecer por completo.

    Me levanto sobresaltada. Mi pecho subía y bajaba con constante desesperación, el calor abatía mi cuerpo y el dolor de cabeza se proyectaba cada vez que pestañeaba. Observo el reloj que está en la mesa de noche y marca las 4:50 de la madrugada.

    «No falta nada para que amanezca», opino, y me dispongo a ponerme de pie. Busco con los pies las pantuflas de mariposa que estaban a un lado de la cama, pero me doy cuenta que aún sigo vestida como llegué, «¡Ni me quité los zapatos!»

    Odiaba tener pesadillas en la madrugada, puesto que mi padre no estaba ahí para consolarme, aunque esto, en realidad, no había sido una pesadilla, sino más bien una especie de sueño... ¿extraño? Sí, lo bastante raro pero un poco tonto para sobresaltarme tanto. Intento controlar la respiración y camino a la habitación de mi padre, para ir a ver el cuadro que estaba colgado en su pared; mi madre lo había pintado y por una extraña razón sentía que estaba a su lado cuando lo tocaba, era lo único que me había dejado, lo único que me confirmaba que sí había existido una Ellie West y que tenía una afición por las noches estrelladas o quizás por ser esa noche la mejor de todas, y quiso plasmarla en lienzo para nunca olvidarla.

    Ahora que lo pienso, me pone muy pensativa, quiero hacerle preguntas a mi padre que quizás no les hice antes por temor a hacerle recordar, pero, es mi madre, y merecía saber muchas cosas sobre ella.

    Suspiro al tocar el cuadro pintado y esbozo una pequeña sonrisa.

    Escucho un ruido extraño en la parte inferior de la casa y me dispongo a bajar las escaleras, un poco temerosa me sostengo de la baranda y me aferro a ella. Todo está oscuro, sólo la luz tenue de la luna se cola por las persianas y permite una ligera visualización de la casa.

—¿Papá? —Digo, al verlo contando dinero sobre la mesa del comedor, y la tv encendida pero sin volumen.

Me mira cansado y sonríe.

—¿Qué haces despierta a esta hora? —Inquiere—Aún es temprano —Añade y continua contando el dinero para organizarlo en pacas.

—Tenía pesadillas.

Se detiene y deja el dinero a un lado.

—Ven aquí—dice, y le da dos palmaditas a su pierna derecha para que me siente en esta. Una vez que obedezco, me mira con dulzura y me abraza con fuerza, mientras clava su cara contra mi barriga y habla—: No hay nada que temer, hija, sólo es una pesadilla, las pesadillas están solo...

Un viaje sin ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora