Vamos a comenzar la semana con buen pie.
Me había acostumbrado a estar mayormente con mi primo, y asimismo, con todos sus amigos. Él socializaba fácilmente, en cambio a mí, personalmente, si me llevaba trabajo. A Adam lo veía como mi guía; lo que él dijera, eso hacía, puesto que confiaba fielmente en él y en que sólo quería cosas buenas para mí, siempre me defendió y protegió, y eso era algo que le agradecía enormemente. En lo único que podía pensar, era en la fuerza que él tenía para enfrentar las cosas, le resultaba tan fácil hacer las cosas más difíciles que me inspiraba, tan sólo pensaba en las posibilidades de que yo fuera igual o mejor que él... aunque nunca han sido esas mis intensiones; no quiero ser mejor que él, sólo quiero que hagamos lo mejor estando juntos.
Si describía jerárquicamente desde quién estaba al mando, diría que Adam iba delante en la fila, yo iba pisándole los talones, y simplemente el recibía todas las cosas negativas y me protegía de ello... y Alan, él me cuidaba las espaldas, mientras yo me encargaba de ver al frente, pero sin irrumpir su vista hacia sus objetivos. El resto, sólo pasan, saludan, charlaban y se iban por dónde habían llegado. Así que literalmente éramos nosotros tres contra el mundo.
Nunca llegué a imaginarme que empezara a sentir cosas por alguien que una vez fue mi mejor amigo, incluso hasta llegué a conseguirle novias..., tal vez las hormonas me estaban confundiendo, o más bien, traicionando. Era imposible tener algo con Alan, ¡tenía que reaccionar ahora!
Pestañeo un par de veces para alejar los pensamientos y concentrarme en lo que estaba haciendo... ¡¿Qué estaba haciendo?! Observo a Alan, gritándome.
—¡Aquí, Esther! —me dice mientras estamos corriendo por el campus.
Tengo el balón de fútbol en mis pies, mientras lo cubro para que no me lo quiten. Observo con velocidad el área y veo que está libre, inmediatamente le paso el balón y él lo detiene un segundo con el pie derecho para estabilizarse, retoma el trote veloz y sigue su trayecto, boqueo a algunos compañeros para hacerle la jugada más sencilla, y una vez que estoy delante, me vuelve a pasar el balón, reacciono rápido y pateo con toda mis fuerzas a la esquina de la portería.
—¡Goooooool! —grita Alan con orgullo y me abraza, completamente chorreado de sudor. Eso no me importaba en lo absoluto, además, yo también estaba empapada—. Sin duda eres la mejor. —Me carga y me da una pequeña vuelta en el aire.
Sonrío.
Me encantaba que me reconocieran algo que sabía hacer muy bien.
El coach aplaudió con felicidad y sonó el pito para volver al juego. Su nombre era Raúl, era venezolano, y manejaba técnicas muy buenas y claves a la hora de un partido, la mayoría de las cosas que sé, es gracias a él. Me decía que si fuera barón sin duda sería la número 1, después seguiría Adam y luego Alan. Los tres éramos sus favoritos. Raúl me dejaba jugar en el campus a pesar de que no podía, puesto que, sólo los chicos debían ir a la práctica de fútbol, y las chicas debían ir a equitación para formarse como porrista, pero yo no quería ser porrista. La dirección había querido abrir un equipo femenino, pero una vez que hicieron las encuestas, nadie quería inscribirse allí, sólo las novias de los jugadores y lo hicieron por mí, para que pudiera tener mi práctica. Decidieron entonces, después de un año, dejarme en el equipo, pero no puedo jugar en los torneos, sólo en las prácticas, y tomaron esa decisión ya que hasta llegaron a realizarme unas pruebas para ver cuál era mi rendimiento, frente 5 coach profesionales, y vieron que mi rendimiento era muy bueno, tanto como el de un jugador profesional.
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Un viaje sin ti ©
Romance«El pasado, es el pasado, no se puede modificar, pero si está en nuestras manos sobrellevarlo». Después de tantos problemas, que por cierto, parecen infinitos, Brian decide viajar para despejar su mente y dejar atrás todos aquellos inconvenientes; t...