Y ENTONCES...

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—Víctor, ¿siempre vamos a estar juntos verdad?—  preguntaba mientras tenía sus ojos cerrados y apretaba sus dientes al sentir el ardor del desinfectante en su piel abierta y levemente desgarrada —Es una pregunta algo tonta, sobre todo después de lo que pasó ¿no crees?— el alfa limpiaba con calma y extremo cuidado el cuello del menor quien había sido marcado, sabía que aquella herida dolía, pero no podía evitar que en su rostro se pintará una sonrisa de satisfacción al saber que ahora ese chico le pertenecía —Lo sé, pero he escuchado de alfas que después de un tiempo se aburren por lo que abandonan a sus omegas y...—

—Yusuke, basta, sabes que las cosas no son ni serán así entre tu y yo— el mayor se puso de pie para rodear la cama donde ambos se encontraban sentados, se colocó frente al castaño y con sus manos sujeto el rostro de su amado para juntar ambas frentes.

El ojiverde se había sonrojado, solía pasarle cada vez que su amado tenía esos detalles con él, siempre había sido un romántico empedernido —Nunca podré amar a nadie como te amo a tí, jamás podré amar el aroma de nadie como lo hago con el tuyo, estamos destinados a estar juntos y se que lo sentiste la primera vez que me viste, así como yo lo sentí contigo, siempre serás mío y yo seré tuyo, así que basta de tus dudas, que tendrás que soportarme por siempre— una solitaria lágrima bajo por la mejilla del omega quien sintiéndose afortunado por tener una pareja tan amorosa con cariño beso los labios de su alfa —Lo siento, no quería preocuparte—

—Solo lo haría por ti—

Los gritos de Víctor llegaban a ser desgarradores, la desesperación en su voz lo decía todo, se levantó del piso con el azabache en brazos corriendo de nueva cuenta hacia el centro cultural de donde salían personas asustadas al escuchar los fuerte...

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Los gritos de Víctor llegaban a ser desgarradores, la desesperación en su voz lo decía todo, se levantó del piso con el azabache en brazos corriendo de nueva cuenta hacia el centro cultural de donde salían personas asustadas al escuchar los fuertes gritos del alfa, algunos omegas retrocedieron al sentir el fuerte aroma que despedía, aquella fragancia deformada por la desesperación y el temor hacía notar el intenso miedo que sentía al ver al azabache pálido e inerte frente a él, los recuerdos de aquel fatídico día inundaban rápidamente su cabeza haciéndolo caer en pánico y dejándolo sin saber cómo reaccionar. Una joven beta le pidió recostara a Yuuri en un pequeño sofá para después llamar a algún médico, ¡bingo! Debía llamar a Masumi, él era el médico del chico y sabría que hacer.

Acomodó con tal delicadeza al chico en aquel mueble que era como si el azabache fuera de cristal, para después sacar su teléfono del bolsillo y llamar a su amigo quien contestó al segundo tono.

—¡Masumi! Por favor tienes que ayudarme— el castaño se alarmó rápidamente, no era usual que le llamará y mucho menos con ese tono de voz y una respiración tan acelerada —¿Que sucede? ¿Éstas bien?—

—¡Yuuri! ¡Yuuri te necesita!— sintió su sangre helarse al escuchar aquel nombre —Estamos en el centro cultural, ¡ven rápido!— el ruso colgó la llamada dejando al castaño con miedo y una infinidad de dudas en su cabeza, salió del hospital para dirigirse velozmente hacía donde le habían indicado. Entretanto Víctor estaba demasiado nervioso, no sabía cómo ayudar. Un joven de rojos cabellos se acercó al omega inconsciente, quería revisar su pulso sin embargo solo consiguió un fuerte y amenazador gruñido acompañado del aroma que el alfa liberaba por puro instinto, entonces sujetó la mano del chico mirándolo a los ojos —No lo toques—  el chico buscó retroceder pero el agarre del mayor se lo negaba, incluso se hacia más fuerte, podía ver los colmillos del alfa; los omegas presentes trataban de calmarlo con sus feromonas pero estas no tenían efecto, era como sí el instinto animal lo hubiese dominado por completo pidiéndole desde lo más profundo de su ser proteger con su vida al nipón, sus pensamientos se nublaban y cada vez sentía más la necesidad de alejar a todos del omega.

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