Capítulo 1: Decepción
Lo miro a los ojos tratando de contener las lágrimas, apretó los puños por la impotencia. Todo su cuerpo temblaba, las emociones estaban a flor de piel, podía sentir más de una, todas, cientos, miles, millones, y de pronto nada. Después todo se apagaba y seguidamente se reconectaba en él, como los circuitos de un viejo sistema tras un apagón. Como un catalizador en plena descarga eléctrica. Llego un momento en el que ya ni sabía lo que sentía, no era capaz de coordinar su mente con sus emociones y pensamientos, con los latidos acelerados en su corazón y el picor en los ojos anunciando la salinidad que deseaba desbordarse.
─ ¿Lo sabias? ─Pregunto con la voz quebrada. ─ ¡Contéstame Rogers! ¿Lo sabias? ─ Esta vez fue un grito, su alma partiéndose en pedazos, su corazón ya fragmentado deseando por una respuesta negativa, pero la mirada del rubio no le daba buena espina.
─Es mi amigo.
Fue su respuesta, como si eso lo explicara todo, pero de hecho sí lo hacía, aquel asesino era su amigo, pero era más que eso tal vez y él, él no era nada.
─Yo también lo era.
Dijo dándose cuenta de que allí caía el último trozo de su fantasía, no, no lo era, sólo había creído serlo, había creído ser su amigo e incluso ser más, que tonto, que iluso, su ego tan grande no le permitió ver más allá, el jamás sería como Barnes, no llegaba si quiera al pobre remplazo, ese papel lo tenía Sam, quien era el plato de segunda mesa en el buffet del capitán, porque él era... Nada, no era nada más que el bocadillo que te obligabas a tragarte cuando ya estabas repleto, pero querías hacer valer tu dinero.
Lo miro dolido, pero estaba decidido a tomar su venganza, a dejar fluir su ira, a obtener justicia.
Se lanzó al ataque de aquel que le quitara todo. Sus padres, su amigo, su amor...
Los golpes eran fuertes, eran reminiscencias de dolor y frustración, pero el capitán se interpuso, como siempre protegiendo a ese miserable asesino, a ese hijo de la chingada.
No podía evitar juzgarlo, odiarlo, le había quitado todo. Su lado racional quizá podría entender y aceptar que no era del todo culpable, que era una víctima también, pero su lado emocional no podía procesar eso, y en esos momentos estaba todo emocional.
─Quítate ─Dijo lanzando a Steve de un fuerte golpe. ─Quédate allí. Última vez que te lo digo.
Advirtió deseando que en verdad se quedara allí, por más herido y traicionado que se sintiera, no quería pelear con él, golpearlo herirlo, pero el otro se levantó y le ataco, al parecer al rubio no le importaba lastimarle a él y eso dolió. Era triste ver como su corazón quedaba más agujereado, como estaba recibiendo más daños que los causados por los pedazos de metrallas alojados en él.
─Podría hacer esto todo el día.
Fue la respuesta del capitán y la sintió como una dolorosa burla. Bien si quería darle batalla que lo hiciera. Se enfrentó a ambos soldados, él un simple humano en plena guerra contra dos súper soldados, que irónico, que cruel que injusto. En una contienda contra el hombre que más odiaba y el hombre que más amaba en el mundo que paradójico. Y ambos lo estaban rompiendo, lo habían desgarrado parte por parte y su armadura lucía tal como lo haría la anatomía de su corazón, si fantásticamente pudieran verla. Corazón, no él hace mucho que técnicamente no tenía y aun así sentía demasiado.
Y el final de ese evento fue un golpe bajo. Un golpe certero, duro y más cruel que nada de lo que hubiera vivido antes, ver como el amor de su vida literalmente ahora y no solo fantástico metafóricamente, le rompía el corazón al clavar el escudo en su reactor, y eso dolió más que nada y lo destruyo por completo, vio como el único fragmento de esperanza y sueños de ser amado y feliz a su lado se desvanecía cual cruel polvo cósmico.
─Mi padre hizo ese escudo, no te mereces ese escudo.
Dijo en un arranque de ira, y era verdad, pensó en Howard, un hombre que lo había querido, apreciado e idealizado hasta no más, un hombre que dedico su vida a su búsqueda, vida que fue truncada por aquel ser al que defendía su supuesto héroe, con el arma que el mismo había forjado con sus manos, arma que usaba para lastimar a su hijo, su sangre. Que ironía. ¡Oh Howard! si pudiera ver esto, tu alma ¿qué sentirías? No lo creerías verdad, sentirías que desperdiciaste tu vida, a tu matrimonio, a mí, a tu familia, por él ¿Valió la pena Howard?
Todo eso pasaba por su mente mientras el dolor lo consumía, el capitán no le había contestado arrojo el escudo a un lado y se fue con su amigo a cuestas dejándolo solo en la nada, solo en ese paraje invernal donde no había más que nieve blanca, gélida y blanda.
Su cuerpo no respondía, su alma no lo hacía, su corazón ya no existía y su mente, aquella genial mente se estaba apagando auto saboteándose minuto a minuto, no tenía fuerzas, no pelearía, no saldría de allí ¿para qué?, además ya no tenía energía y dudaba mucho que un rescate llegara. No le importaba, ya nada importaba. Cerró los ojos y se abandonó a sí mismo.
Tras el reporte de la inteligencia artificial, el rubio había espiado la zona, se dio cuenta de los hechos que se presentaron en el lugar, la batalla entre aquel trío. Él sabía perfectamente quienes eran.
El soldado del invierno, el más famoso, el favorito de Hydra. Su títere más manipulable y débil.
El gran héroe de américa, que sin embargo a sus ojos actuaba de una forma traicionera.
Y el hombre de acero, Anthony Stark. El chico por quien él había cambiado, por el cual había deseado ser libre, por el que había sentido de nuevo el latido, que años de condicionamiento habían anulado. Tony le rescato, él lo rescataría, Tony le dio vida, él le daría vida.
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Despersonalización
FanfictionTras la Civil War, Tony se queda malherido y abandonado en Siberia, entonces es rescatado por un misterioso hombre que guarda un enorme parecido con el capitán. Este es un ser extraño, su imagen, su forma de hablar y comportarse, todo en él es compl...