Capitulo 19 - Noria.

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-¿Sí?

-Vístete ya que nos vamos.

-¿A donde?

-Es una sorpresa bobo, a las diez y cuarto paso a recogerte. 

-Pero...

No le dejé terminar su frase, le colgué inmediatamente para que no le diese tiempo a replicar. Pensé que una buena idea era ir al parque de atracciones con él. Así nos olvidaríamos los dos de todo lo que había pasado y podríamos ponernos al día. 

Además, aún me sentía culpable por todo lo que había pasado. Debía contárselo.

Entré a mi habitación y me vestí cómoda para la ocasión. Seguidamente salí de mi cuarto para marcharme, pero justo en ese momento la puerta de la habitación de Dani se abrió dejando asomar a un Dani medio dormido que se paseaba en calzoncillos. 

-¿A donde vas?- me preguntó frotándose el pelo. 

-Al parque de atracciones, volveré tarde. 

-Vale, pásalo bien. ¿Vas con Carmina y Anabel?

-No, voy con Nico- respondí.

-Ah- me contestó entre cortado mirando al suelo. 

Pude ver como le angustiaba esta situación, estaba segura de que todo esto le resultaba incomodo. Por ello me acerqué a él posando las palmas de mis manos en su cara.

-No te preocupes Dani, no pasará nada-dije suspirando- hoy le contaré la verdad.

*****

-Dios Emma, jamás volveré a montarme en una de estas atracciones- dijo Nico entre risas

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-Dios Emma, jamás volveré a montarme en una de estas atracciones- dijo Nico entre risas.

-¿Que pasa? ¡La adrenalina siempre es buena!

-Estoy de acuerdo, pero la próxima vez intenta que no me de un infarto por favor.

Los dos reímos. Estaba siendo un día muy divertido. Ninguno de los dos pensábamos en la enfermedad de Nico en ningún momento. Estábamos... felices. De repente Nico me levantó inesperadamente y comenzó a dar vueltas sobre sí mismo conmigo en brazos, dejando que mis delgadas piernas flotaran entre risas.

Todo volvía a ser como antes. Solos él y yo. Como debería de ser siempre. No sabía que podría hacer sin él, no quería ni pensarlo. Por todo esto, debía aprovechar hasta el último momento junto a él.

-¿A donde quiere que vayamos ahora la señorita Emma?- dijo con tono irónico.

-Déjeme pensarlo unos instantes caballero- le seguí la broma intentando no soltar un carcajada- ¿Le parece bien que vayamos a una de esas enormes montañas rusas?.

-Como usted desee, mi señora. 

Y sin más estiró su brazo intentando imitar a los caballeros que prestaban su brazo para que las señoritas se apoyasen en ellos en esas películas del viejo oeste que tanto le gustaban.

Nos montamos en dos montañas rusas, en la caída libre, en unas barquitas, en un par de atracciones acuáticas... ¡Incluso en una de esas atracciones de terror que tan poco me suelen gustar!, y no es que me den miedo realmente, si no que me da vergüenza que la gente escuche mis chillidos.

No paramos de hablar en todo el día. Nico me invito a tomar una hamburguesa para comer y más tarde me compro un algodón de azúcar. Él sabe que desde niña me encantan esos algodones y solo podía tomarlos en la feria de mi pueblo, por desgracia. Era por eso que siempre que tenía ocasión él me compraba uno sin dudarlo.

Sin darnos cuenta ya eran casi las ocho de la tarde, el tiempo se había pasado volando. Me lo estaba pasando tan bien que no quería regresar a casa, solo deseaba poder disfrutar un poco más de Nico. Sin embargo, nos quedaba muy poco para irnos de aquel maravilloso parque de atracciones

-Aprovecha Emma, ¿donde quieres que nos montemos por última vez?

Dí una vuelta sobre mí misma, intentando acaparar con mi visión las atracciones en las que aún no nos habíamos montado y de repente lo vi  claro. 

-Quiero montarme en la noria- dije pausada- pero no por última vez, si no por primera vez. 

Nico me miró con los ojos empañados, me sonrió y me agarró la mano con fuerza. 

A él le dolía casi tanto como a mí esta situación. Se notaba que quería aparentar frente a mi para que no volviese a derrumbarme, pero la verdad es que él se encontraba igual o peor que yo por esta desgracia. 

Todos los recuerdos volvieron a mi de golpe. Nico se iría, algún día desaparecería de mi vida y no podría hacer absolutamente nada para impedirlo. Mi compañero de vida dejaría de apoyarme en cada pequeño paso del camino que tomase. 

Tan absorta en mis pensamientos parecía que Nico tuvo que abrazarme fuertemente. Los dos suspiramos al mismo tiempo, tratando de reprimir las fuertes ganas de llorar que teníamos con todas nuestras fuerzas. 

Estuvimos en esa situación durante unos cortos minutos, hasta que los dos reaccionamos y nos separamos. Lo siguiente que nos atrevimos a hacer fue coger un gran aliento seguido de un:

-¿Entonces a dónde vamos ahora?- me preguntó Nico con una de esas sonrisas tan monas suyas que resaltaban sus bonitos hoyuelos.

-Como ya he dicho, quiero montarme con una de las personas más maravillosas que conozco en la Noria, pero no por última vez, si no por primera vez- le respondí

Y así fue, los dos nos dirigimos hacia la noria, la cual estaba alumbrada por unas pequeñas luces. 

Minutos más tarde los dos nos encontrábamos en la cima de la Noria. Contemplando las preciosas luces del parque de atracciones. Casi a oscuras. Nico me sostenía la mano con gran fuerza. 

Giré mi cara para poder observarle bien, él estaba atónito, observando todo  tipo de detalle de esas preciosas vistas. Con sus bonitos ojos azules brillando en mitad de la nada. 

Cuando se dio cuenta de que le miraba giró su rostro para mirarme de cerca. 

-Yo... Nico, tengo que contarte algo- me animé a decir.

Pero él posó su dedo sobre mis labios interrumpiendo lo que iba a decirle. Me dedicó una profunda y penetrante mirada, la cual dejaba asomar dos grandes lágrimas que no tardaron en recorrer sus mejillas.

-Por favor, no digas nada, se que es lo que me vas a decir, y lo entiendo. Yo no he estado para ti estos últimos días, es normal que pasase algo... Pero por favor te lo pido, no lo pronuncies en voz alta, no quiero asumir que ya no me amas. Déjame disfrutar de mis últimos días junto a ti...

Yo estaba callada, aguantando mis lágrimas. Nico se acercó a mi sutilmente, posando su dedo pulgar en la comisura de mis labios, y segundos más tarde me besó. Fue un dulce y cálido beso de apenas dos segundos. Lleno de sentimientos encontrados. Tras esto se apartó de mi y dijo: 

-Este es nuestro último beso, Emma. 

Después de esto la noria comenzó a girar de nuevo, al mismo tiempo que la cabeza de un Nico inconsciente calló sobre mis hombros mientras su nariz no paraba de expulsar sangre desenfrenadamente. 

BAJO SU CAMISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora