Capitulo 20 - Solamente me muero.

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-Dios Dani, ¡menos mal que has llegado!- dije abrazándole fuertemente sin parar de llorar. 

-¿Que ha pasado?

-Estábamos  Nico y yo en la noria y de repente su nariz comenzó a sangrar sin parar, descontroladamente... Grité si podían bajarnos cuanto antes y así lo hicieron, me quité la chaqueta y la puse en la nariz de Nico para intentar detener o al menos ralentizar la hemorragia- suspiré- pero nada de nada. Llamé al hospital y lo trajeron lo más rápido que pudieron.

-¿Como se encuentra él?

-No lo sé Dani, aún no me han dicho nada.

Los dos nos sentamos para esperar a Nico. Apoyé mi cabeza en su hombro para intentar dormir un poco, pero fue imposible. Al lado mía había una enorme y gorda señora, de aproximadamente unos cincuenta años, con una gran verruga en el labio y un gran bigote adornándolo. La señora ocupaba la mitad de mi asiento, oprimiendo mi espacio. Ni siquiera se podía respirar.

Me entretuve viendo a la gente pasar. Algunos estaban felices, otros estaban al borde de las lágrimas y otro aparentaban estar contentos a pesar de ser justo lo contrario. Vi a una madre sosteniendo un recién nacido entre sus brazos, parecía tan feliz... Quizás algún día yo también pueda tener hijos, pero quedaba mucho para ese momento. Después de la madre, tras la esquina apareció un señor mayor tumbado en una camilla. Parecía tener más de ochenta años. Tenía la cabeza girada hacia donde yo estaba y cuando nuestras miradas coincidieron me pareció ver como me correspondía con una sutil sonrisa, a pesar de lo mal que lo estuviese pasando. 

Pronto los segundos se habían convertido en minutos y los minutos en horas. Llevábamos más de tres horas esperando a saber alguna noticia de Nico. 

Cuando por fin se abrió la puerta, los dos nos levantamos de sopetón. 

-¿Familiares de Nicolás?

-Sí, soy yo- respondí segura.

-Nicolás ha perdido mucha sangre, pero se encuentra estable. Está despierto y pide verle- dijo el doctor. 

-Perfecto, ¿podemos pasar ya?- pregunté ansiosa por verle.

-Señorita, su amigo ha pedido expresamente que le visite el caballero- dijo señalando a Dani.

Espera un momento, ¿A Dani? ¿Por que cojones prefería ver a Dani antes que a mi? ¡Se supone que yo soy la que le ha estado ayudando! ¡Si ni siquiera conocía  Dani lo suficiente!

Dani tenía el rostro descompuesto, no sé si por asombro o por temor a la reacción de Nico al haberse enterado de lo que había pasado entre nosotros. Me dio un beso en la mejilla y entró en la habitación mientras yo me limitaba a esperar en esa absurda sala de espera junto a la señora gorda una hora más.

*****

Dani

Abrí las puertas que conducían a la habitación de Nico, dejando a Emma atrás. Había un gran y largo pasillo blanco con una puerta justo en el fondo. ¿Me echaría algo en cara? Lo dudo. No tenía pinta de ser el típico machote de turno, sino más bien todo lo contrario.

Entré en la habitación. Nico estaba tumbado con la mirada perdida. Sus dos manos descansaban sobre su pecho. Estaba blanco como la pared, con todos los colores de las venas, con los ojos ojerosos y rojos, triste... Su aspecto era realmente lamentable.

Me daba pena verle así, tan indefenso, asimilando su muerte. 

Cuando se dio cuenta de que acababa de entrar me miró y me hizo una de sus dichosas muecas. ¿Como podía sonreír sabiendo que estaba a punto de morir? Yo en su lugar estaría desesperado.

-Ven- me dijo mientras señalaba que me sentase en su camilla junto a él.

Y así hice. Me quité la chaqueta y la deje en una mesita que había con mucho cuidado para después sentarme donde me había señalado. Nico no me apartaba la mirada, al igual que tampoco dejaba de sonreír.

-¿Que pasa amigo?- le pregunté posando mi mano sobre su hombro.

-Nada, solamente me muero- me contestó él riendo.

-¿Que es lo que querías?- le dije serio.

-Cuídala.

Quise preguntarle a que se refería exactamente, pero pude divisar como una gota recorría su mejilla. Una lágrima llena de amor, dolor y desesperación. Él no quería morir, él no debía morir. Me sentía terriblemente mal, ¿Como podía haberle pillado cariño a el novio de la chica que me gusta? Era prácticamente imposible. Pero es que Nico era diferente.

Emma le había contado lo nuestro y él en lugar de enfadarse con nosotros nos desea que seamos felices. ¿Como puede alguien llegar a ser tan bueno? 

Emma llevaba razón, Nico consigue sacar lo mejor de las personas. 

Hace solo unos meses yo era el típico chulo de barrio dispuesto a pegar a cualquier capullo que se interpusiese en mi camino, bebiendo hasta las tantas de la noche en pubs, acostándome con más de una chica en una noche...

Y ahora... verlo así es muy duro.

Suceden cosas malas a nuestro alrededor, constantemente. Pensamos que a pesar de todo la vida siempre nos sonreirá. Y ahora resulta que esta dichosa vida a ido a hacerle daño a una de las personas más buenas que existen. 

Yo nunca he sido creyente, pero si tenía que creer en un Dios para que Nico se curase, lo haría.

Pero al final...

Al final solo somos una simple pieza más de este absurdo mundo.

-Lo haré- le contesté decidido.

Y no se muy bien que me pasó en ese momento, pero un par de lágrimas brotaron de mis ojos hasta caer sobre las manos de Nico. 

 

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