014| Espectros.

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—Si quieres puedo escupirla disimuladamente en el batido —propuse arqueando las cejas dejando que una sonrisa burlona se apoderase de mis labios— No creo que lo note

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—Si quieres puedo escupirla disimuladamente en el batido —propuse arqueando las cejas dejando que una sonrisa burlona se apoderase de mis labios— No creo que lo note. Y puede ser bastante satisfactorio ver como se traga mis babas.

Mary resopló sin esbozar ni un mísero gesto de diversión ante mis palabras.

—No seamos infantiles —rebatió y hundiéndose los dedos en su rizado cabello rojizo, lanzó una mirada recelosa a la chica sentada en uno de los reservados.

—No estoy siendo infantil. Solo era una sugerencia... —murmuré jugueteando con el lapicero que disponía para anotar las comandas— Una inocente sugerencia —maticé.

Estaba claro que algo no marchaba adecuadamente en el binomio formado por Fred y Mary. Se habían comportado de forma extraña entre ellos y con el resto de seres humanos que habían tenido la desventura de cruzarse en su camino.

Y mi olfato de reportera apuntaba a la morena que se encontraba en el local.

—Porque no sé que debería hacer y decir... teniendo en cuenta que tú no me has dicho nada al respecto.

La pelirroja alzó el rostro de su plato casi intacto y sus ojos se anclaron en los míos. La impotencia y confusión saturaban sus pupilas.

—Es difícil de explicar. Me siento... insegura respecto a Fred. En ocasiones parece que le gusto, que solo tiene ojos para mí pero luego... —suspiró lánguidamente— Veo como la mira. Noto como suaviza el tono de voz al dirigirse a ella y yo...

Se detuvo para evitar que su voz se quebrara finalmente. Me mordisqueé el labio inferior sin saber como se supone que debía actuar en un momento como ese. Nunca había tenido la ocasión de preocuparme de mejorar mis habilidades sociales referidas a consolar a una chica llorosa y desencantada.

Hace poco mi vida era un continua caos y descontrol del que solo me interesaba salir entera.

Alargué los brazos por encima del mostrar y sostuve sus manos entre las mías, aplicando una ligera presión que esperaba que fuese reconfortante.

—Oye —pronuncié con suavidad— Fred Andrews es indudablemente el chico más correcto, amable, bueno y generoso que conozco. No creo que sea capaz de hacerte daño. Confía en él y en su buen criterio.

Aunque a veces el amor no seguía ningún tipo de criterio.

Mary asintió silenciosamente.

—Jamás me imaginé esta situación.

Sonreí ante sus palabras.

—¿Qué yo te diera consejos sobre chicos? —indagué y ante su no negativa no pude evitar reírme— Ya, yo tampoco. Pero sin embargo aquí estamos.

La chica me correspondió la sonrisa y pareció recuperar parte de su ánimo. Al menos hasta que el tintineo de la campana nos sorprendió a ambas y nuestras miradas se redirigieron a la puerta. Los Bulldogs internaron en el local invadiendo la tenue iluminación de neón con sus reconocibles chaquetas azules y amarillas.

Piel de serpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora