021| Sin control.

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—No vuelvas a llamarla así —masticó las sílabas con una rabia animal antes de volver a propinarle un fuerte puñezato que cubrió el rostro de Hiram de sangre— Jamás

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—No vuelvas a llamarla así —masticó las sílabas con una rabia animal antes de volver a propinarle un fuerte puñezato que cubrió el rostro de Hiram de sangre— Jamás.

Bloqueada hasta aquel mismo instante me olvidé del desastre de cristales rotos y me incorporé con rapidez, siendo incapaz de apartar los ojos de la escena que se desarrollaba ante la sorprendida pasividad del resto de comensales. Mi acto pareció despertar de su letargo a parte de los serpientes que se movieron precipitadamente mientras su compañero seguía golpeando indiscriminadamente al jugador de lucha.

El equipo de Hiram también se levantó de su mesa, avanzando hacia su capitán. El primero en llegar fue el fornido hombre de largo cabello castaño que sujetó con fiereza a un encolerizado FP. Este trató de zafarse en el momento que sintió como le retenían.

—¡Jones! ¡Tranquilo! ¡Joder! —forcejearon un rato. La cara prepotente de Hiram Lodge se encontraba bañada en la sangre que manaba escandalosamente de su desviada nariz— ¡No merece la pena! ¡Aprovecharán esto para vetarnos la entrada! ¡¿Acaso no lo ves?!

FP logró sacudírselo de encima. Respiraba con agitación y parecía cegado por la ira que seguía manteniendo sus puños firmemente cerrados. Sus rutilantes ojos oscuros se trasladaron del ensangrentado rostro del chico del norte hasta enfocarse en los míos donde una maraña emocional se desplegaba. Una furia ciega dilataba sus pupilas y un sentimiento adverso parecía agazaparse en las profundidades de aquella negrura.

Su pecho se infló y descargó un último golpe, esta vez contra la pared, a escasos centímetros de su víctima. El cuerpo de Hiram se desplomó contra el suelo en cuanto liberó su férreo agarre y el equipo de lucha se precipitó a su lado. El latino estaba noqueado, apenas consciente de todo lo que había sucedido.

Los serpientes intercambiaron una mirada sombría, llena de tensión y seriedad mientras FP se marchaba del local a base de grandes zancadas. Pasó por mi lado sin dirigirme una mísera mirada de reojo y convertido en un manojo de enfado cerró con violencia la puerta tras de sí.

En el interior del restaurante todo era un caos y de no ser por la intervención de Pop los Bulldogs se habrían abalanzado sin miramientos contra los de la banda del sur.

Desoyendo la razón me libré de la parálisis que me mantenía clavada al suelo y me apresuré a seguir los pasos de Jones. El aire nocturno me golpeó el cuerpo en cuanto di un paso fuera del local, divisando a lo lejos la silueta del serpiente.

—¡FP! —mi voz sonó mucho más fuerte de lo que planeé. Chillé su nombre imprimiendo en él cada emoción que su acción había originado en las profundidades de mi ser.

Se encontraba a decenas de metros, pero aún así me escuchó, ya que frenó en seco. Mis pies se movieron con agilidad, corriendo hasta su posición con asombrosa rapidez. FP se mantuvo de espaldas a mí en todo momento, pero incluso desde aquella perspectiva era evidente el estado alterado en el que se encontraba.

Piel de serpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora