✨✨✨
— No, definitivamente no haremos eso —vociferó Thomas poco antes de que su amiga le cubriera la boca con la palma de su mano.
— Cállate, tonto, o nos van a descubrir.
La fila en el supermercado se hizo corta en un abrir y cerrar de ojos. El cajero, un hombre de unos cuarenta y pico años, no cuestionó el porqué dos muchachos necesitaban tantos empaques de papel higiénico. O era muy ingenuo o le era indiferente a ello.
— ¿Esto hacen cada año? ¿Qué no es inapropiado?
Ya fuera del local, Kaya se llevó una goma de mascar que hurtó del establecimiento a su boca.
— Algo así... La verdadera diversión queda lejos, muy lejos de la escuela, querido.
Thomas subió a su auto algo destartalado y Kaya lo imitó.
— ¿Y quién organiza todo esto?
La sonrisa de Kaya se tornó amplia antes de responder.
— Dylan O'Brien, por supuesto.
«Otra vez ese estúpido nombre en la toda la noche», refunfuñó por dentro el rubio.
Kaya condujo por unos minutos hasta estacionarse frente a un jardín de una casa que Thomas desconocía. Él no ponía objeciones cada vez que la ojizarca optaba por tomar el control del volante y enrumbarlos en una aventura. Y no solo con el auto.
Varias caras familiares para el muchacho se presentaron en medio de la calle. Estaban desde los nerds del club de ajedrez hasta los pandilleros de la escuela.
«¿Cómo es que nunca supe de esto?»
Kaya aparcó el jeep un par de calles más abajo, por supuesto.
El rubio castañeteó los dientes al bajar del auto, ya que un viento gélido rozó su espina dorsal. No sabía decir si eran nervios o solo la adrenalina abrumando su delicado ser.
— Entonces lanzaremos estos rollos de papel aquí y ahora... Oh, Dios mío.
— Aún no, imbécil. Ésta es la casa de Dylan.
Thomas puso cara de pocos amigos y expulsó una bocanada de aire, aliviado. En cierto sentido lo estaba.
«La casa del susodicho», remedó para sus adentros. No le caía Dylan. Se le hacía un sujeto egocéntrico, aunque no lo conozca personalmente.
Era una bonita casa de muros blancos y tres plantas. La puerta color caoba se encontraba abierta, y en el umbral varios chicos de grados menores se encontraban bebiendo una cantidad indescifrable de cerveza.
— ¡Kaya, al fin llegas!
El chico de rasgos asiáticos con el cual encontró Thomas a Kaya horas antes se presentó ante el par con una deslumbrante sonrisa.
— ¡Hola, Ki! —respondió algo incómoda la pelinegra.
Thomas volvió a sentirse fuera de lugar, pero aun así permaneció al lado de la ojizarca.
El chico que respondía al nombre de Ki se quedó mirando a la muchacha como si ella fuera lo más hermoso de éste planeta. El ambiente se tornó embarazoso y el muchacho parecía ser el único que no se daba cuenta.
— Bueno, ¿y dónde está Dylan? —rompió el silencio Kaya, aunque no fue exactamente como Thomas esperaba.
Ki asintió y señaló con un pulgar hacia una esquina detrás de él. Metió sus manos en sus bolsillos y, a pasos rápidos, desapareció del panorama. Al parecer la chica dio en el clavo.
ESTÁS LEYENDO
Reflections © | Dylmas
FanfictionDonde Thomas Sangster se cree hetero y está enamorado de Isabella Melling, y Dylan O'Brien, el chico popular, le enseña a cómo ser un galán y conquistarla. Pero, querides amigues, éste es un fic Dylmas y nada sale como parece... "He knew too much ab...