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✨✨✨


La negra noche invadía cada rincón de la habitación dejando que las sensaciones se combinaran con el silencio. O así se sentía Dylan en ese instante, tumbado sobre su lecho, mirando a la nada.

Se hallaba sumido en una serie de pensamientos que no lle permitían conciliar el sueño. Las palabras retumbaban contra su mente cual pájaro carpintero picoteando el tronco de un roble. Era exasperante.

Dichas ideas no tenían sentido, para colmo de colmos. Desde la letra de alguna canción que escuchó en el bus hasta el tema de la clase de química del día anterior; eran divagues que rondaban su cabeza, inquietos, buscando atención innecesaria.

Y entre una de ellas estaba Thomas. La única idea clara que Dylan sabía que tenía justificación por haberse instalado en su mente.

No olvidaba su níveo rostro, casi angelical, el cual no guardaba armonía con sus ojos chocolates e indiferentes, y que si no los tuviera, podría decir casi con certeza, que no le intimidaría.

Sin embargo, le agradaba. Thomas le agradaba. Una extraña confianza le depositaba en lo más recóndito de su ser, y Dylan no tenía ni la menor idea del porqué.

«¡Pero si lo acabo de conocer hace apenas unas horas!», rezongó dentro de su cabeza.

Aún así, el propuso ayudarle a conseguir una novia. Y a ser su amigo.

Su teléfono vibró bajo la almohada causando que el otro se estremeciera. El sosiego se quebró en mil fragmentos en cuanto Dylan se dio vuelta en la cama, originando un rechinamiento del colchón de ésta.

La pantalla del móvil se encendió, y como acto reflejo, Dylan entrecerró los ojos por la luz que el aparato irradiaba. Suspiró al ver qué hora era.

3:15 am.

Volvió a vibrar entre sus dedos, el celular, y Dylan se dispuso a indagar quién demonios contribuía cada vez más con el insomnio que le aquejaba.

Unas gélidas manos se posaron en torno a su cuello, dejándolo sin habla.

Britt

"Dylaaan. ¡Responde, por favor! Necesitamos hablar."

3:14 am

La tristeza lo embargó en solo instantes. Era ella una vez más abriendo una herida que creyó cicatrizada.

Se decía así mismo que no podía permitirse seguir sufriendo, pero es que era inevitable. Él era así. Siempre estaba de un lado de la balanza. Se consideraba, para su mala fortuna, un diario abierto, el cual dejaba que cualquiera escribiera dentro de él. «Si así se sentía querer, ¿cómo se sentirá amar?», se preguntaba cada noche.

Pero no quería saber la respuesta.

Lanzó el celular a un extremo de la habitación, sobre su repisa llena de libros, desencadenando que cayeran sobre el estante como dominó.

Tomó sus audífonos de la mesita de noche y se los colocó impacientemente, mas no reprodujo música alguna. Enredó su cuerpo bajo las sábanas y cerró los ojos, esperando a que Morfeo lo acurruque en sus brazos junto a la infausta melodía de la noche.

  ✨✨✨  

La alarma sonó reiteradas veces, pero Thomas no despertaba. Dormía como un gran oso, como un tronco, como un ebrio luego de la resaca.

Reflections © | DylmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora