Audrey [Percy Weasley]

7| ❝Pensaste que no me atrevería❞

Cuando ella se encontraba entre sus brazos, Percy sentía que, si se lo proponía, podría ser el mago más poderoso del mundo, que era capaz de hacer lo que sea, siempre y cuando, su sonrisa y su calor estuviesen ahí, esperando por él.

Solo cuando estaba a su lado, la falta de su familia dejaba de pesarle tanto. Las cosas que siempre le parecieron importantes para ser feliz, posición, dinero, poder, prestigio, todo se había vuelto prescindible.

Desde que tuvieron esa charla dónde le reveló sus inquietudes, Percy se planteó seriamente el regresar a La Madriguera y disculparse con sus padres, aún no sabía qué pensar acerca del asunto del que-no-debe-ser-nombrado, pero eso ya no importaba y sabía que la forma en la que se fue no era la correcta, ni las cosas estúpidas que le dijo a su padre de las cuales se arrepintió nomás decirlas. Pero la vergüenza y el temor a ser rechazado por su familia lo detenían.

Esa mañana cuando despertó junto a una adorable y durmiente Audrey, fue un golpeteo en la ventana lo que lo despertó, una lechuza picoteaba el cristal.

Le dió una última mirada a su acompañante antes de levantarse, suspirando decepcionado por tener que alejarse aunque sea un solo metro, se veía tan tierna y pacifica mientras descansaba. Percy a veces se preguntaba cómo era posible que alguien pasara por lo que ella pasó desde niña, y aún así creciera para convertirse en una mujer tan alegre y optimista.

La lechuza del ministerio traía un sobre color bordo, el cual era reservado solo para mensajes de extrema importancia, aún así, nada lo preparó para lo que leería en su contenido.

Cuando Audrey despertó en la habitación de Percy, en su lugar encontró una nota que decía "Llegó un mensaje urgente del ministerio. Nos vemos en la noche"

Pero al leer las noticias en El Profeta más tarde, supo que probablemente pasarían varios días antes de que lo volviera a ver.

Aquel fue el comienzo oficial de la segunda guerra mágica, Lord Voldemort había regresado.

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Llegó el día en que los estudiantes regresaban a sus casas y Audrey había ido a la estación a recoger a Summer. Aquel lugar donde siempre hubo risas y reencuentros cariñosos con la familia, se había convertido en un campo de evacuación inmediata.

-¡Felicidades por tu graduación! - Dijo en cuanto vio a Summer y la abrazó.

- Gracias, todavía no puedo creerlo. - Contestó algo emocionada, parecía que había llorado un poco.

- Summer ¿Qué pasa?

- Es que... - Balbuceo, era raro verla contener las lágrimas. - Hace un rato charlaba con una amiga, de todo lo que haríamos, y... ¡Y acabo de darme cuenta de que no volveré a Hogwarts!

Ella entendía lo que su amiga estaba sintiendo, algo tarde, Hogwarts había sido su hogar durante 7 años, un lugar donde había pasado tanto momentos buenos como malos, era difícil despegarse de todo aquello.

- ¿Te sientes mejor? - Preguntó entregándole otro pañuelo desechable, una vez entraron a un taxi. - Que curioso es este transporte muggle. - El conductor miró a Audrey ofendido pero ella no lo notó.

- ¿En qué viniste entonces? ¿En metro?

- Aparición, mi abuelo y yo siempre hemos venido así. - Cerca de la estación existía un terreno baldío, con varios hechizos anti-muggles, que muchos magos usaban como punto de aparición segura.