-E L E V E N-

1.3K 124 126
                                    

Dylan.

Maldita sea. Maldita sea. ¡Maldita sea!
Tenía que arruinar todo.
Si, Dylan. Tú arruinas todo. Ya habías conseguido a Thomas, ¿y ahora? Lo perdiste. ¡Bien echo, Dylan! ¡Muy bien!
¿Ahora que sigue? ¿Te tirarás a chicas mucho menores que tú? ¿Te harás tatuajes por todo el cuerpo y te volverás cholo? ¿Te volverás un hombre lobo y matarás a todos?

Tan hundido estaba en mis pensamientos que no me di cuenta de que ya estaba en el salón de clases.

-¿Profesor O'Brien?- Escuché.
Sacudí mi cabeza: vi a media docena de chicos confusos y algunos platicando,

-Perdónenme. Estaba pensando en muchas cosas- Dije.
Un muy graciosito hizo "wuuu".
-Una de esas cosas era que lo voy a reprobar, señor Sprayberry- Dije.
Todos los alumnos hicieron el típico sonido: "uuu".

Amo ser maestro.

Di el ejercicio, blah blah blah, califiqué las tareas, blah blah blah, Thomas entró a mi clase, blah blah bla...espera, ¿qué?

-Señor Sangster- Empecé a hablar- ¿Qué hace en mi clase?- Pregunté.
Él solo se encogió de hombros.
-Le pregunté qué hace en mi clase- Repetí, esta vez, más serio.
-¿Y usted? ¿Qué hace?- Dijo con un tono celoso.
-Acompáñeme a dirección, Sangster- Dije.

Lo tomé del brazo y lo saqué de mi salón.

-¿Qué demonios haces?- Pregunté.
Él solo se volvió a encoger de hombros.
-¿Estas borracho?- Dije.
Volteó a verme. Arrugó la nariz y sonrió, bobamente.
Tenía que aclararlo: Jamás me podría enojar con él.
-Bien, acompáñame a mi auto- Dije.
Antes de irnos, entré a mi salón.
-Necesito que me resuelvan los ejercicios de la pagina 80 a la 100, y quien no las tenga, lo repruebo- Repito: Amo ser maestro.
Antes de cerrar la puerta, escuché la voz de unas chicas.

-Guapo y bueno, pero mamón y mandón-
-Y de mi propiedad-
-Nel, wey-
-¡Ese papasito es mío!-
-¡Mío!-
-¡Que me ponga en cuatro el profesor!-
-¡No esta tan bueno!-
-¡Callate, Spray De fresas!-

Solo me dediqué a reír.

-¿De qué tanto ríes?- Preguntó, mientras arrastraba palabras, Thomas.

-Mis alumnos- Rodé los ojos.

-Ah...- Y calló.

Lo guié hacia la salida. Mi auto estaba cerca de la entrada de la escuela.
Llegué y abrí la puerta de esta; adentré a Thomas en los asientos de atrás.

-¿Por...qué me engañaste a-así?- Preguntó como pudo Thomas.
Me sentía horrible. Él no se merecía lo que le hice.
Escuché como sollozaba.
-¿Por qué?- Volvió a preguntar.
Voltee a verlo.
-Lo lamento, Thomas...de verdad, lo siento mucho- Dije, apenado.
-Ven aquí- Dijo él. Me acerqué y me abrazó. Me susurró al oído.
-Cógeme- Dijo. Se empezó a reclinar.
-Thomas...tengo que ir a mis clases...
-Shh...cógeme, Dyl- Dijo.
Empezó a jadearme al oído.
-Dyl- Gimió mi nombre.

¿Por qué Justo ahora? ¿Por qué, Dios, por qué? ¿No pudo emborracharse cuando terminaran las clases?

-¡Oh si, Dyl!- Gimió fuerte en mi oído.

-Thomas, por favor- Dije.

-Por favor, Dyl- Dijo.
Como pude, lo alejé de mi.

-Descansa. No salgas del auto...
-Me masturbaré pensando en ti mientras llegas.

QUE NO SE TE HAGA UNA ERECCIÓN. QUE NO SE TE HAGA UNA ERECCIÓN.

-Solo...no manches el auto. Es nuevo- Dije.

-Bien...pero quiero que manches mi cara de tu semen. En mi cuerpo. Dentro de mí.

DIOS MÍO.

Puse sus pies dentro del auto. Cerré la puerta de este con seguro. Y regresé hacia la escuela.

Entre a mi salón y vi a mis alumnos hablando.

-¡Cállense!-
-No, Samantha. Dime, Eva: ¿Por qué dices que esta tan bueno el profe?-
-¡No mames, Dylan! ¿No le has visto el trasero?-

Yo solo me recargué en el marco de la puerta. Esto estará bueno.
Están muy ciegos para no verme.

-¡Obviamente no! No soy gay-
-Mira, Dylan: Dejaría que ese wey me la metiera por donde quisiera-

Saqué mi teléfono. Voy a grabar esto.

-¡Por dos!-
-No, o sea, no está guapo. Punto final-
-Ese wey esta más bueno que cualquiera-
-¡Quiero cogérmelo!-
-Eva, ¿tienes fantasías con él?-
-¡Por supuesto que si!-
-Cuéntanoslas-
-Me lo imagino cogiéndome en su carro súper caro...

Tengo que tomar notas mentales. Le haré todo eso a Thomas.

-Me lo imagino cogiéndome súper fuerte en el escritorio-
-Ya no quiero escuchar-
-¿Quién no se moja con el profesor?-

-Si se mojan, vayan por toallas. No quiero regaderos aquí- Interrumpí.
Todos me vieron como si hubieran visto a la mismísima Tigresa del Oriente en persona.
-Profesor...- Empezó Eva.
-¡Eva y las chicas se mojan y se masturban pensando en usted!- Dijo Dylan.
Todas le empezaron a aventar papeles a Dylan.
-¡Cállate!- Dijeron todas.
-¿Eso es cierto?- Pregunté.
Todos se callaron.
-Tomaré su silencio como un sí- Respondí -¿Hicieron sus ejercicios?- Pregunté.
Todos se empezaron a voltear a ver.
-Verga, los ejercicios- Escuché a una chica decir.
-¡La que te comes!- Gritó Dylan.

No pude evitarlo, empecé a reír.
Me acerqué a Dylan y choqué los cinco.

-¿Va a permitir que le hable así, profesor?- Dijo Eva.

-Si se masturban pensando en mí, ¿cómo les puedo decir lo que no deberían decir?- Dije.

Dylan rió y chocó de nuevo los cinco conmigo.

Como dije: AMO ser maestro.

Lurk » Dylmas. [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora