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Thomas.

Desde aquel día en el que corrió para ver qué pasaba entre nosotros dos, fue de mal en peor.
Tenía el temor de que llegara el Lunes; no por qué tuviera miedo de ver a Dylan, sino por aquella persona que me acorraló en aquel pasillo.

Gran parte de los días que han transcurrido, tienden a ser muy aburridos (si quitamos el hecho de que, en las clases de Dylan, me manda a llamar muy seguido y se me queda viendo bastante tiempo. Hizo que me cambiara en un lugar donde me tiene a la vista).
Aveces, me quedo horas pensando en lo que estoy haciendo y, de verdad, ¿Qué demonios estoy haciendo?
Aquellos sentimientos de culpa se apoderan de mi alma. Él, tiene una mujer que lo ama, tiene una vida ya hecha; y, una de las cosas más importantes: es mayor que yo. Son diez años de diferencia.

No puedo con esto. No puedo imaginarme una relación con él; cuando, claramente, no es gay. Yo termino llegando a la conclusión de que está experimentando conmigo.

También me preguntó si es lo bastante inteligente y maduro para entender en lo que nos estamos metiendo. Es una relación de alumno-maestro.
He notado que se tensa cuando le recuerdo que ya se tiene que ir a su casa. Un día, hice un intento para hablar de su familia, a lo cual me desvió el tema ciento ochenta grados. Desde esa experiencia, no volví a tocar el tema.

Estoy empezando a involucrarme más de lo que debería, y eso no está bien.

Hoy, es Lunes, día en el que me encontraré con aquel extraño.
Hice toda mi rutina para arreglarme, y me dirigí en mi coche hacia la universidad.
Los nervios carcomían mi piel cual garrapatas sedientas de sangre fresca, que corre por las venas sin detenerse. Llegué al estacionamiento, aparqué mi coche, salí de éste y caminé hacia el invernadero, que se encuentra en la parte trasera de los salones.
Llegué a aquel gran rectángulo de paredes de cristal opaco, y admiré lo grande que era. Sin pensarlo más, abrí la puerta principal, adentrándome en aquella jungla bien podada y cultivada. Me adentré un poco más, quedando en medio de ese rectángulo: Las plantas sobresalían más, los colores verdes eran más vivos, el aroma a tierra mojada era espléndida. Creo que, después de todo, esto me relaja más al pensar que estoy a punto de conocer a un extraño.

—¿Verdad que es hermoso este lugar? —dijo una voz detrás de mí. Llevé mi mirada hacia donde provenía: un chico, observando las plantas al igual que yo lo hacía.
Tenía la piel clara, el cabello rubio, ojos azules bastante bellos, labios rosados y un poco carnosos.

—Sí —respondo—, es muy bello.

Su mirada vacila por todo mi cuerpo: me observa desde el mechón más alto en mi cuero cabelludo, hasta la punta de mis tenis blancos no-tan-limpios.

—¿Tú eres? —me atrevo a preguntar.

—Cody.

«No he escuchado ese nombre antes...»

—Yo soy...

—Thomas. Sí, te conozco —me interrumpe. Se acerca más a mí, dejando unos diez a cinco centímetros de distancia entre nosotros—. Te conozco muy bien... —suspira. Pasea sus ojos por toda mi cara, de nuevo.

—¿Cómo la sabes? —le pregunto más bajo, casi susurrando.

—Pasé un día por aquel pasillo. Me encontré al maestro O'Brien y tú, agasajándose como animales. —Contestó. Habló, igual de bajo que yo, casi susurrando.

—¿Qué quieres? —tengo tanto miedo de que esto se sepa. Todo depende de este hombre.

Se acerca más a mí, pasa sus dedos por mi mejilla izquierda, haciendo que los escalofríos se apoderen de mi cuerpo.

—Te quiero a ti..., y a su prometida.

Me alejo instantáneamente, asombrado por sus demandas.

—¿Qué quieres q-qué? —lo he escuchado perfectamente, pero quiero reiterar su respuesta y pensar que sólo ha sido una alucinación por parte mía.

—Te quiero a ti y a su prometida. —Se acerca de nuevo a mí, acorralándome entre una reja negra que separa a las plantas del camino de grava.

—¿Y y-yo que tengo que hacer? —pregunto, jadeando ante la situación.

—Muy fácil: quítale la prometida a Dylan. Yo me encargo de lo demás. —Vuelve ha pasar sus dedos en mi mejilla.

—¿Pero por qué...?

—Shh... —pone su dedos índice con delicadeza en mis labios, acallando mis dudas—, yo me encargo de lo demás.

Una vez que los quita, susurro.

—¿Puedo saber por qué?

—Sólo te diré una frase: El niño bonito. —Y con eso, se marcha, dejándome ahí, agarrándome con fuerza en aquella reja negra, muriendo de los nervios que ha causado en mí.

—::— —::— —::—

Las dejo en misterio, no se preocupen, mañana hay capítulo nuevo (se los súper prometo).

Cómo vieron, Damas y Caballeros, Valera, no cumplió. Valeria no es responsable. Valeria es una irresponsable. Valeria debería de hacer notas mentales. A Valeria no le sirven las notas mentales. Valeria debería anotar las cosas importantes en su teléfono. A Valeria se le olvida lo que escribe en el teléfono (que no sea Wattpad). Valeria se equivocó: SE LE OLVIDA QUE TIENE QUE ESCRIBIR EN WATTPAD. Valeria necesita aprender. Valeria necesita que la castiguen. Valeria necesita que la pongan en cuatro y se la metan, ya sea Thomas o Dylan... Valeria ya se salió de sus casillas. Valeria se despide.

(Deje esta nota porque me gustó mucho).

Lurk » Dylmas. [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora