Cómo todos los días, salía corriendo de mi casa para no llegar tarde a mi entrenamiento, tropecé con varias personas que caminaban por las blancas baldosas. Por fin llegue a la sala de entrenamiento, tarde, sudado y despeinado.
-Gabriel!- Gritó furioso mi instructor.-Que escusa tiene hoy?
-Lo siento señor... Me quedé dormido. -Oía risas de mis compañeros, ese era yo. Despistado e inútil, no sabía ni blandir mi daga de plata, y si hablábamos de disparar con un arco mientras volaba, eso sí era imposible.
-Todavía no entiendo cómo pudiste pasar de querubín.-Me reprochó Uriel, mi entrenador. De nuevo mas risas. Mi profesor era un Serafín, una de las categorías más altas y todos le teníamos sumo respeto.
De pronto, una figura alta aterrizó a pocos centímetros mío, era mi hermano mayor, Machael, quien revolvió mi cabello rubio como el oro mientras me dedicaba una mirada de compasión.
-No le trates a su Uriel, hace lo que puede. -Me trato de defender mi hermano mayor, me dedicó una sonrisa y se alejó. Mi hermano estaba casi al borde de ser un arcángel. Era el orgullo de mi familia, y yo era la oveja negra.
-No le defiendas Machael, no tiene sentido.
Vi como sus alas blancas como la nieve recién caída se desplegaban y salía volando lejos de donde me encontraba.-Gabriel, prepárate. Ahora!- Gruñó mi instructor, yo salí corriendo otra ved, si os preguntáis por qué no sencillamente salgo volando, es muy fácil, no tengo fuerza suficiente para levantar mi peso, que tampoco peso tanto, pesare unos 68Kg y mido 1,79, pero no tengo fuerza, a demás mis alas son pequeñas... Vamos, que no solo soy un desastre de persona, si no que también soy un desastre como ángel.
Una ved listo, me acerque al campo de batalla, allí tendría una clase de defensa personal, al menos eso se me daba bien. Mi combatiente era Rafael, era el doble de fuerte que yo, eso lo podía usar en su contra.
Con agilidad felina me zafe del su agarre y tire al suelo con la ayuda de su mismo peso, seguidamente retorcí su muñeca y estampe su cara contra el piso.-Bien... Al menos sabrás defenderte si empieza la guerra.- Grazno mi profesor casi en un tono burlesco.
-Si usted lo dice...-Le conteste yo alicaído.
Las semanas pasaron y seguíamos entrenando para la guerra que no sabríamos si tendríamos que librar.
Mi hermano y yo desayunábamos tranquilamente en la sala de estar, cuando llamaron a mi hermano para que fuese a la sede del congreso. Allí le subirían el cargo, e iría a el ejército
a proteger las puertas del cielo. Eso quería decir que sería la última ved que vería a mi hermano, por lo menos no lo vería asta dentro de muchos siglos.-Entonces... Te tienes que ir?-Pregunte yo, estaba feliz por mi hermano, pero la idea de separarme de la persona que mas quería en el mundo me dolía a horrores.
-Mira Gabriel, tú sabes que no me necesitas, a demás, estaré bien, llevamos milenios sin una amenaza. -El me propinó una de sus más amplias y sinceras de sus sonrisas y con un gran abrazo alzó el vuelo y se perdió entre los altos y blancos edificios de la ciudad.
Pasaron los días, y mi hermano me mandaba cartas cada día, me contaba que la comida que le servían allí no se comparaba a la que yo preparaba en casa y que los entrenamiento eran duros pero soportables. También me preguntaba cómo iban el mío, si avía conseguido ya alzarme en vuelo o todavía seguía sin poder.
Esas cartas me subían el animo, pero pronto todo eso se acabó.
Las cartas de mi hermano dejaron de llegar, y yo me preocupe mucho. Y mis sospechas se hicieron verdad. El junto a su escuadrón de defensa, habían sido atacados por un batallón de demonios, estaban vivos, pero no de la mejor manera.
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Encerrado en un amor imposible(Yaoihard +18)
RomanceAdvertencia. Esta historia tendrá cosas explicitas y distintas formas de sexo. Se recomienda discreción y que no lo lean los menores (A quien pretendo engañar, ni yo tengo 18 xD) Gabriel es un ángel sumamente torpe quien vive en una rutina aburrida...