En un lugar donde la definucion de alfa, beta y omega tebia mas importancia como papel que como sexo secundario.
Llega un viejo conocido a iluminarlos, sin saber que abrio una caja de pabdora en la cual el hijo del jefe y su hijo estaran envueltos
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El "juguete" preferido de Katsuki era un científico, un maestro de ciencias.
No le tenía aprecio ni nada parecido a eso.
Un buen culo para coger... es todo lo que pensaba de él.
Siempre era un salvaje total con el profesor, y tampoco sean que a este último le desagrade.
—Bakugo-sama
—¿Qué quieres? — responde ofuscado
—Quisiera saber cuándo formara un vínculo conmigo, estoy a su disposición por casi 3 años
—¿Cogerte tan fuerte te estropeo el cerebro? — increpó el rubio — sabes muy bien las reglas del juego.
El alfa siempre escucha los desprecios del jefe, no se había inmutado hasta ahora, esta vez era diferente.
El apesar de saber las reglas del juego, pensó que podía enamorarlo y tenerlo en el meñique, parece se equivocó.
Su cuerpo, su mente y espíritu fue utilizado de la peor manera, ultrajado y saciado hasta lo último de su vida, nunca obtuvo nada.
—¿Su majestad alguna vez consideró algo conmigo?
—¡Jamás!, no formaría un lazo con alguien como tú — lo vio fijo y el científico sintió frio en su pecho, aquellas dagas rubíes dolían — ¿cree que jamás me enteraría que también le entregas el culo a tu superior? — el profesor se quedó anonadado, aquella aventura solo la tuvo una vez — solo me cogí tu culo para quitarme las ganas, nada más.
El profesor se sentía humillado, pensó que aguantando sus insulto y humillaciones podría cavar un huequito en su corazón.
El amor te sigue y el cariño se arraiga
—Tú no eres una "joyita" Bakugo Katsuki - reprochó con ira y tristeza.
—¿Y qué..? — respondió el rubio — sabias como yo trataba a mis juguetes, tú para mi eras solo uno más del montón.
El profesor humillado y con lágrimas acercándose a sus ojos
—Recuerda mis palabras, jamás encontraras alguien que ame ese corazón frío, no tienes madera de jefe. Lo único en que eres bueno es en bajarte los pantalones y follar como un vulgar animal.
Diciendo todo esto se fue de Yuuei y jamás volvió a pisar aquella tierra.
—No me molestare en pensar en ese maldito, ahora a buscar un juguete nuevo — viendo que anochecía— ¡¡Mierda!! Ya es tarde la vieja me debe estar esperando.
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