Joshua

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No tenía idea de por qué se introducía a investigar algo que, siendo lógicos, bien podría tratarse de una broma. Pero el hecho de que Bruno haya querido sumarse a la investigación le hizo sonreír estúpidamente.

Le había gustado el beso que se dieron, aunque no tuvieron oportunidad de volver a mencionarlo. Tampoco sabía cómo volver a mencionarlo. No era un experto en el tema.

Caminó tan perdido en sus pensamientos hacia el auto de Valeria que no escuchó que alguien lo seguía por detrás. Cuando se giró, vio al mismísimo Bruno.

- Oye - lo llamó. Tenía una timidez encantadora. - Con respecto a lo que pasó...

- Oh - dijo Joshua, interpretando lo que podía venir. - Eres la clase de chico que se dejó llevar por el momento, pero en realidad no va a volver a pasar porque esto es un trabajo y no podemos perder la coherencia...

- No, no, no - lo interrumpió. - Quería decirte que me gustó.

Volvió a sonreír con timidez y Joshua sintió que su corazón se derretía de ternura.

- A mí también - confesó.

- Si no fuera por los gritos que escuchamos... - dijo en una voz apenas audible. - No sé si todavía estaríamos allí.

- Bueno, después de que lo encontremos, podemos seguir donde nos quedamos - propuso Joshua, aunque tuvo que reconocer que sentía el ardiente deseo de tirar a la basura la investigación e ir a tener sexo entre los árboles. - Si es que quieres, claro.

- Sí, quiero - se apresuró en agregar.

Lo volvía a tener al centímetro, con la diferencia que, pese a que estaban distantes, continuaban a la vista de todo el mundo. Besarlo allí hubiera sido imprudente. Hacerle lo que quería hacerle en realidad, hubiera sido exhibicionismo.

- Bueno... - comentó Joshua.

- ¡Oigan! - exclamó Melissa, desde la distancia. - ¿No pueden ponerse al día luego? ¿Nadie recuerda al chico que puede estar muerto? ¡Por los mil demonios!

Joshua se rió ante la interrupción.

Había perdido la cabeza como un adolescente.

Era cierto que necesitaban pensar en Max.

Abrió la puerta del auto y se inclinó para buscar la gorra que quedó en los asientos de atrás. Cuando se agachó, sintió el roce de la entrepierna de Bruno sobre sus nalgas. Fue un toque sutil pero efectivo que lo hizo arder de deseos.

Iba a ser un verano intenso.

- Vaya, qué raro - lo escuchó exclamar a Bruno.

Joshua, pensando en que quizá se refería a su trasero, se apresuró a salir del interior del automóvil.

- ¿Qué es lo raro? - preguntó.

- Valeria fuma los mismos cigarrillos que Edgar - comentó, señalando la parte delantera del auto.

Joshua sintió un escalofrío.

- ¿Edgar? - preguntó.

- Los reconozco porque yo atiendo un kiosco - contestó Bruno. - Esos cigarrillos no se consiguen en Bahía Ausente. Son importados. Y lo vi a Edgar fumando esa misma marca. ¿No te parece raro?

Joshua abrió la boca pero no pudo pronunciar palabra. 

La Cueva del Espantapájaros (Compendio #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora