Lucas

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Ángel y la chica que usaba el arco y la flecha corrieron hacia el campamento. Había llegado la hora de pedir ayuda de verdad. Aun cuando nadie creyera la historia del espantapájaros viviente, al menos podrían demostrar que existía una puerta de metal que nadie conseguía abrir.

Se quedó junto con Julio. Un muchacho de cuerpo trabajado pero que no era de hablar demasiado. De todos modos, el silencio en el que estaban sumergidos no fue incómodo. Lucas sentía que tenía muchas cosas para agregar en su compendio.

Cuando sintieron que la puerta se abrió, su corazón dio un pequeño giro.

Un muchacho de piel morena y regordete, salió al exterior como si la brisa que corría fuera una especie de placer que le fue prohibido durante mucho tiempo.

- Hicieron un gran trabajo con el espantapájaros - les dijo, en cuanto los vio.

- ¿Eres Max? - le preguntó Lucas. - ¿Dónde están los otros chicos?

- Están abajo – respondió, señalando la puerta. - Ahí vienen. Quizá necesiten ayuda.

El chico continuó su camino, como si ya no fuera su problema.

<<Qué ingrato>>, pensó Lucas, malhumorado por la actitud de Max.

Junto con Julio, descendieron para encontrarse con los que quedaron dentro. Pero el panorama con el que se toparon allí, distaba mucho de ser el que creía que iba a encontrar.

La Cueva del Espantapájaros (Compendio #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora