Joshua

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Sintió escalofríos cuando se colocó en su sitio, a la espera de que el plan tuviera resultados.

Ángel rompería una planta. Si este acto tenía la consecuencia que esperaban, lo principal que debía hacer Joshua era ingresar y rescatar a Max y a Bruno, considerando la posibilidad de que ambos todavía se encuentren con vida. Luego, Julio y el chico del otro equipo, Lucas, tirarían gasolina sobre el espantapájaros, al tiempo que Luna dispararía la flecha encendida.

Si aquello salía mal y algo no iba según el plan, terminaría dentro de la apodada cueva del espantapájaros, rogando misericordia antes de que el monstruo terminara con su vida.

- ¿Están listos? - preguntó Ángel.

- Sí - asintieron todos, con seguridad.

- Bueno, hagan su trabajo - suplicó Ángel. Intentaba sonar gracioso pero había mucho de súplica en su petición. Joshua estaba deseando lo mismo. - De verdad, no hay chances para que se equivoquen.

- Confía en nosotros, Ángel - le dijo Luna, quien tenía el arco y la flecha casi en posición.

- Por supuesto que confío en ustedes, seres a los que he conocido recién hoy - murmuró el chico.

Joshua cerró los ojos y se concentró en que ni todo el miedo que sentía en ese momento podría compararse al que debería sentir Bruno. Se preguntó si pensaba en que lo había abandonado a su suerte. Después se preguntó por qué estaba haciéndose una pregunta tan ridícula en un momento tan trascendente como aquel.

Ángel cortó una mazorca.

La puerta se abrió instantáneamente y el mismo monstruo que parecía hecho de paja pasó al lado de Joshua sin siquiera notar su presencia.

<<Ahora>>, se dijo para sí mismo.

Sin mirar atrás y sin paralizarse por los gritos de sus compañeros, entró en el depósito.

Lo primero que divisó fue una escalera descendente.

La cueva del espantapájaros era un sótano.

Escuchó a sus espaldas un sonido similar al de una hoguera y se alegró. Al parecer, Luna había dado en el blanco.

Descendió alrededor de veinte escalones cuando la escalera llegó a su fin.

Allí se encontró con dos jóvenes que no disimularon su felicidad al verlo.

- ¡Joshua! - exclamó Bruno.

- Joshua, querido - dijo el que debía ser Max. - No te conozco pero me alegra verte.

Corrió hacia Bruno y le dio un fuerte beso en los labios. No era algo que debía hacer, en especial ante un tercero, pero no pudo evitar la tentación.

Por fortuna, Bruno devolvió el beso con furia.

- No es necesario que me saludes así a mí - dijo Max, a espalda de ambos.

Se despegó de los labios de Bruno y le sonrió, mirándole a la cara, iluminados por una tenue luz amarilla que colgaba del techo.

- Los voy a sacar de aquí - prometió.

Pero entonces, escuchó un sonido que lo paralizó por completo.

La puerta de metal por la que había ingresado, se cerró unos metros más arriba.

- Oh, Dios - murmuró Joshua. - No es posible. Estamos atrapados.

- Si no perdieran el tiempo besándose, ya estaríamos a salvo - murmuró Max.

- ¿Estamos atrapados con esa cosa viva todavía? - preguntó Bruno.

Joshua esperaba que no fuera así. Porque sino, realmente estaban en problemas.

La Cueva del Espantapájaros (Compendio #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora