-¡Espera! -grité antes de que arranque, me acerqué a él y lo abracé- perdón...
Él estaba quieto, sin hacer nada.
-Bueno, me he de ir.
Era un momento muy tenso entre nosotros. Intenté buscar una excusa para seguir abrazada a él.
-¿Te puedo pedir el último favor? -seguía pegada a él-.
-¿Que favor? -me miró extrañando-.
-Llévame a casa de Marina, te lo pido por favor.
Miró al cielo, luego bajó la mirada hacia mí. Arrancó la moto y se fue, dejándome ahí, sola.
Decidí ir caminando, ya que estaba cerca.
Llegué, toqué el timbre. Mis manos temblaban, y poco después abrieron la puerta.
-Hola, ¿está...
-¡Bastarda! ¿además de lo que le hiciste a mi hija vienes y nos plantas la cara aquí? -era la madre de Marina, la que me dio un pequeño empujón que casi me hizo caerme por las escaleras-, ¡vergüenza te debería dar!
Me dejé ser insultada, mientras la gente de la calle solo nos miraban. Cerró la puerta en mis narices, haciendo que me vuelva a casa llorando.
Jonathan me esperaba en su coche delante de mi casa.
Salió al verme llorando.
-Venga ya, deja de llorar, ¿es lo único que sabes hacer o qué?
-¡Déjame en paz!
-Bueno, igualmente. Monta en el coche, no hay nadie en tu casa, tu madre está en nuestra casa.
Me llevó hasta el asiento de copiloto.
-Toma -me pasó un pañuelo- límpiate esos mocarros.
En todo el camino solo pensaba en Marina y Hugo. Raúl no supe más de él.
Al llegar una mujer bien vestida me abrió la puerta y me llevó hasta la enorme mansión, para eso tuvimos que atravesar un enorme patio, lleno de rosas y flores, eso fue espectacular.
Una vez dentro, todo era muy lujoso.
-Por aquí señorita -dijo esa hermosa mujer-.
La seguí, y me llevó por toda la casa, parecía un laberinto, finalmente me llevó a una gran habitación.
-Y esta es tu habitación, le recuerdo que dentro de una hora se ha de ir a probar el vestido de novia -la miré sin decir nada, solo asentí con la cabeza-.
Al pasar una hora Ana pasó a recogerme en una limosina. Hasta que lleguemos al centro comercial. Entremos a esa tienda repleta de vestidos blancos que me apetecía manchar.
-¿Es usted Lucía Jimenez? -apareció un hombre de la nada-.
-Ehm... -miré a Ana- ¿Sí?
-Acompáñeme.
Lo seguí, me llevó a una sala aún mas grande y con más variedad de vestidos. Elegí el primer vestido de toda esa fila, sin importarme lo que sea. Era un vestido escotado, con encaje y muy decorado con diamantitos. Me hizo entrar en un vestidor a probármelo.
Me lo probé y salí a enseñárselo a Ana.
-¡Te queda tremendamente bonito Lucía! -puso sus manos en la boca-.
-¿Llamo a Jonathan para que venga a verlo? -dije-.
-¡No, que da mala suerte!
-Pues ojalá venga y me vea -murmuré-.
-¿Te quedas con este? -volvió a aparecer el hombre-.
-Sí.
-Son 1.536.899 €.
- Tú estás lo...
-Sí, tome -le entregó Ana su tarjeta de crédito-.
No dije nada, solo me quedé mirándola impresionada.
Luego salimos a otras tiendas a comprar ropa, y por último a comer juntas.
-¿Que pasó con Hugo?
-Pues... -miré hacia otro lado- hemos dejado de amarnos, y luego apareció tu hermano.
-Me extraña, porqué él estaba con Marina.
-Ya, bueno...
Después de la comida fuimos de vuelta a esa casa.
Fui al salón, donde se encontraban todos, y justo ahí encontré a Raúl.
Estaban todos plasmados viendo la televisión.
-Dios mío... -escuché que decía mi futura suegra-.
-Por la autopsia ese cuerpo llevaba una semana en el lago... -Dijo la reportera del programa. Me asusté y miré a mi hermano- La policía esta buscando a posibles sospechosos...
Fui al despacho de Jonathan corriendo, estaba con un señor, lo más seguro haciendo negocios.
-¡Jonathan! -grité-, usted, fuera -llevé arrastras al hombre que estaba con Jon hacia la puerta-.
-¡¿Que coño te pasa a ti?! -cerró la puerta dejando que el señor se vaya-.
-¡¿Has visto las noticias?! -me alteré-.
-Lucía...
-¡Van a arrestar a mi hermano! -interrumpí-.
-¡LUCÍA! -dio un golpe en la mesa-, tú tranquila, todo lo tengo planeado.
-¿Como? ¿Como que planeado?
-Tengo a otra persona, se entregará como culpable.
Me puse dos manos en la cabeza.
-Te odio, te odio... ¡Te odio! -le di un golpe en el pecho-.
-Si te vas a ir, cierra la puerta y no molestes más -se dejó pegar por mí-.
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