Capítulo 12

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Pasaron tres años. Natasha y Federico se casaron, Federico heredó la empresa de su padre, Natasha trabajaba con él.
Marina y Jonathan después cortaron pero poco después volvieron a estar juntos. Marina consiguió un puesto como veterinaria, su gran sueño, mientras que Jonathan y su hermana Ana se volvieron fabulosamente ricos por ser empresarios, Jonathan por otra parte también traficaba con drogas.
Yo y Hugo seguíamos juntos. Hugo consiguió ser policía, lo que tanto le apasionaba. Se fue a Inglaterra a visitar a su abuela que se estaba muriendo. Yo y él vivíamos en un piso que alquilemos entre los dos.

Por otra parte mi madre se divorció con mi padre. Raúl seguía con sus marchas.
Y bueno... Yo. Yo en casa de mi madre, en un sofá con mi madre viendo una película.

Me llegó un mensaje de Jonathan.

-Hoy fiesta, a las diez de la noche en mi mansión, ¿te apetece?

No, no me apetece. Busqué una excusa.

-Me encuentro mal, no podré ir.

Apagué el teléfono y me seguí viendo la película con mi madre, hasta que se hizo tarde y me fui a dormir.
A la mañana siguiente me levanté dirigí a la cocina en busca de comida. De pronto sonó el teléfono de casa, rápidamente atendí a la llamada.

-¿Sí?
-Lucía, ¿eres tú?, joder, necesito que me ayudes Lucía, no sé que hacer... Estoy jodido.- Era la voz de mi hermano Raúl y no paraba de jadear.
-Tranquilo Raúl, ¿Que ha pasado?
-Joder, lo he matado, ¡lo he matado!
-Dime dónde estás, voy corriendo.

Me dijo que estaba en un bosque, no me dijo más.
Fui corriendo a pie hasta llegar donde se encontraba él.

-No... No me jodas... ¡¿Que has hecho?!
-¡Quería violar a Nerea! Le metí tres puñaladas...- Cayó rendido al suelo de rodillas mientras lloraba.

Yo a ese hombre lo desconocía, era bastante mayor, barba y pelo largo.

-Prométeme que después de esto no nos volveremos a ver...

Suspiró, dio una media vuelta lentamente y se marchó.
Agarré ese cuerpo muerto y lo tiré al lago.

Llegando a casa me encontré con Jonathan.

-Buenos días.
-Ya, buenos días...
-He tenido que fregar mucho mi casa hoy.
-Habrá sido una enorme fiesta.- Contesté.
-Y tanto que lo ha sido, Lucía, tengo cámaras de seguridad, y sé lo que ha hecho tu hermano ayer en mi fiesta.

Me quedé parada sin decir nada, no sabía que hacer.

-Pero, tranquila. Te traigo una oferta.- Dijo Jonathan finalmente.
-Que... ¿Que oferta?
-Te tendrás que casar con migo si no quieres que mis grabaciones salgan a la luz.
-Estás completamente loco Jonathan, no me voy a casar contigo.- Me enfadé.
-Bueno, te doy dos horas para que te lo pienses... Tic-tac, tic-tac, tic-tac. Por cierto.- Hizo una pausa.- Ni una palabra de esto a alguien, o ya sabes.-Me puso una mano en la mandíbula mientras se acercaba a mi cara.- Piénsalo bien.- Se fue.

Lo primero que se me pasó por la cabeza eran Marina y mi novio Hugo.
Marina, si me caso con Jonathan, perdería su amistad.
Y Hugo, ¿qué pensaría si lo hago?

No le comenté a nadie de lo sucedido, pasaron dos horas. Me llamaba Jonathan.

-¿Y bien?- Escuché como se reía.
-Lo haré...- Dije llorando.
-Mañana pasaré a por ti, bueno, a decirle a tu madre que nos vamos a comprometer.

Cuando colgó, rápidamente marqué el número de Hugo.

-¿Sí?
-Hugo... Creo que deberíamos cortar...- Mis lágrimas no paraban de caer una tras una.- Ya no siento nada por ti, lo siento Hugo...- Colgué antes de que él pudiese decir algo.

Amor a última vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora