VII

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No hay mayor tristeza que saber que me quedan 2 semanas de vacaciones. Pero es que joder, los días se me han ido en un suspiro y no he hecho nada productivo. Ser la esclava domestica de mi madre no cuenta.

Mi sábado no puede ir mejor (nótese el sarcasmo). Son las 1:06 pm y contemplo el techo de la sala mientras estoy recostada en el sillón, es como si esperara un milagro que apacigüe mi aburrimiento.

Y como una señal divina, golpean la puerta con bastante fuerza para el gusto de mi madre, la cual reniega mientras se acerca a abrirla.

—Floja, te buscan —informa mi progenitora, provocando que me levantara con una energía desconocida para mi y me acercara a la  puerta con prisa.

—Mamá postiza —habla el rubio con su encanto.

—Si te la quieres llevar adelante, tiene 1 semana renegando que esta aburrida —bufa mi santa madre dirigiéndose a la cocina ocasionando una risa jovial en mi amigo.

¿Tengo una semana renegando?

—¿Como sabe que quiero salir con Lauren? —cuestiona Joel adentrándose a la casa y camina a las escaleras conmigo siguiéndole.

—Tu no me dices "Mamá Postiza" por nada —aclara mi madre y Joel se lleva una mano al pecho en señal de ofensa—. Siempre me pides algo, ¿O lo vas a negar, pequeño?

—¡Oh! Mamá postiza, usted es muy sabia —Él sonríe y yo niego con la cabeza mientras subimos los escalones que llevan a mi habitación.

—"Mas vale el diablo por viejo, que por diablo" —recita mi estimada progenitora desde el piso de abajo.

Ambos reímos. Al llegar a mi cuarto me acuesto sobre la cama mientras que él comienza su aventura indagando en mi armario. Lo veo entretenido, como si disfrutara sacar cada prenda mía y lanzarla en el aire, para después caer en la cama, justamente donde están mis pies. Una montaña comienza a formarse y parece gozarlo.

—¡Wow!, no me acordaba de esta camiseta —chilla mirando la prenda entre sus dedos, debo admitir que ni yo sabia que aquí se encontraba esa camiseta—. ¿Y estos boxers son mios?

—¿De quien mas van a ser? —le recuerdo y el chasquea los dedos dándome la razón—. Hay mas en el segundo cajón de la cómoda.

—Tengo mas calzones aquí, que en mi propia casa —Pone las manos en su cintura, colocando los brazos en forma de jarra y me mira— ¿Sabes? Estoy sobreviviendo con 3 boxers en casa y tu aqui con mis calzones. ¿No haces té de calzón, verdad?, creo que me llevare algunos mas tarde.

Minutos después de concluir su búsqueda en mi pequeño closet me encontraba vistiendo un vestido rosado junto a unos tenis blancos.

Se toma su tiempo para peinarme y me elabora con suma perfección una trenza tejida con todo mi cabello.

—¿Ocupas esto? —me cuestiona mirando un pequeño florero de plástico que parece del año de la inquisición. Niego, y comienza a despedazar las pequeñas florecillas que se encontraban en el.

Engancha pequeñas flores rosadas en mi cabello, creando un gran contraste con el ligero tono rojizo de mi melena. Las flores son tan claras que apenas se distingue el color rosado, al igual que el vestido.

—¿A donde vamos?— preguntó cuando el termina de trenzar mi cabellera. Analizo a detalle el contraste de las florecitas.

—A un McDonald's —responde mirándose en el espejo y tratando de acomodar los mechones que han escapado de la trenza que me ha obligado a hacerle.

Debo decir que tengo un amigo con un gusto muy exótico y disfuncional, porque a diferencia de mi trenza en la de ella van enganchadas pequeñas piedras plateadas.

Un beso de película [AF #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora