[...]Guardo tu recuerdo como el más sensible tesoro. Escucho tu risa saltando entre mis párpados, y tus labios susurrando mi nombre. Te veo, lejos, te sueño cerca, como si vivieramos en mundos paralelos. Te quiero ver sin abrumarte, hablarte sin sentir que sobro y recitarte un poema mientras abrimos un vino. Que las noches se crearon para la charla viendo las estrellas, que el sol que te curte la piel a eso de las cinco de la tarde, es el pie para tocarte como te gusta. Que las mañanas son de besos, de amor y risas. Y en los mientras tanto planeamos lo que queremos, como si buscar un ideal fuera algo sano. Por favor, despertate, acá estoy, y no te quiero tomar de la mano, solo quiero reír con tu risa y que guardes mi mirada por si esto dura sólo una semana. Que no quiero un anillo, quiero compañía. Que no quiero reglas, quiero libertad. Que no quiero compromisos, solo fluir. Y que cuando escuches esa canción que te pasé, pienses en mí. Lo lindo, lo simple, lo bueno, eso quiero, nada más, y que difícil es conseguirlo en alguien más. Si tan sólo pudiéramos, si tan sólo nos animáramos, no imaginas lo que podríamos conseguir. Pero el miedo, uh, el maldito miedo a que todo se termine[...]