Que no nos entendíamos, que el atardecer te desnudaba, mientras a mi me bañaba la Luna. Que no nos entendíamos, que yo era mar y vos montaña. Que yo era tiempo y vos el viento. Que lo único que nos unía era la libertad. Que tu piel era hiedra venenosa, y yo tan frágil. Tan frágil, tan sola, tan de mí. Me acostumbre en poco tiempo a tu brisa, a tus sonrisas de mañana entre las sábanas. Que tus "necesito mis tiempos" ya no me entusiasmaban. Que cerraste la puerta y te perdí, pero también te elegí. Que dije, no me importa, y cansada y rota aprendí a caminar otra vez, a mirar tus ojos en los ojos de los demas, esperando que los vuelvas a reconocer entre toda esta gente. Que fumando te espero, que entre líneas te conozco, que a veces busco la oportunidad de volver a encontrarte, y mi cabeza tan particular me dice, basta, ya es mucho, no esperes, ahí no es. Que así no alcanza, que basta ya. Que los destiempos, que la rutina, que las distancias. Que ser no basta, que con querer no alcanza si somos mas de dos. Y seguro nos encontremos nuevamente cuando ya no seamos mas. Ni yo de vos, ni vos de mi. De otros extraños. Que tristes, que serenas, que impactantes, que deslumbrantes las vueltas de la vida... y uno por no arriesgar, por no intentar, las deja pasar.