Here we go again! | (Zed y Tu) ZOMBIES

6. La primera canción

(t/n)

El día había sido muy repetitivo para mi gusto.

El almuerzo aburrido. No me malinterpreten, leer un libro no estuvo tan mal. Además me encanta el libro de Ciudades de Papel. Me encantaría poder ser como Margo: aventurera y no dar importancia a lo que digan los demás, pero la verdad es que no puedo. No es así de sencillo. Una parte del personaje de Quentin, vive dentro de mi ya que vivo preocupada y tengo metas. Bueno, no. Tengo metas falsas que digo a las personas para que piensen que todo va bien pero, a parte de esas metas. No tengo ninguna.

Observo mi reloj quizás cada cinco minutos, como si el tiempo fuese a acelerar solo por verlo.
Quiero salir ya.

Al final del periodo de clases nos pidieron reunirnos en el gimnasio. Al parecer las animadoras quieren darnos la bienvenida al nuevo año escolar. No me interesa en lo más mínimo así que me iré directo a casa.

Una vez la campana toca, tomo mis cosas y salgo del salón. Veo a todos dirigirse con entusiasmo hacia el gimnasio. Camino decidida pero al escuchar tanto alboroto me da una pequeña curiosidad. Quizá no sea tan mala idea, podría distraerme un poco y conocer a la mayoría de los que estudian aquí. Así que sigo a la corriente. Los sigo a todos y en los pasillos veo carteles rotos, viejos y dañados de un tal Bucky. Me pareció verlo en mi clase, aunque no tenía esa sonrisa. El chico de mi clase se veía demasiado... desconsolado.
Camino evitando tropezar. Está más lleno de lo que podrían imaginar. Me parece imposible que todos estos estudiantes asistan a esta la escuela, son demasiados.

Cuando llego ya han empezado. Me quedo a un lado de la puerta y observo hacia las graderías, veo a zombies y humanos. Cerca veo a unos zombies que van a mi clase. Uno de ellos de inmediato se da cuenta de mi presencia y sus ojos se fijan en los míos. Nos observamos unos segundos y quito la mirada. Seguro piensa que soy una rara. El fue el que se dio cuenta de mi ropa mojada.

Las chicas dan vueltas en el aire. Hay zombies como animadoras. El tal chico Bucky está en medio bailando, que extraño, ahora si luce como el de los poster del pasillo. Está sonriendo aunque se le nota que es fingido. La rutina se prolonga y es cuando decido irme.

Salgo por la puerta. Camino un poco y no tan lejos, está el océano, el mar, también hay mesas y sillas para quedarse un rato. Observo todo y se que es lugar perfecto.

Corro lo más rápido a casa.

Al llegar mi mamá está sentada viendo televisión. Me pregunta como me fue y le digo que pudo irme mejor. Eso significa que me fue "pasable" es decir ni bien, ni mal. Para mi suerte, no pregunta más.
Subo a mi habitación y cojo mi guitarra. La pongo en su estuche, tomo mi cuaderno y lápiz. Bajo las escaleras y busca algo para comer. Solo un encuentro un yogurt, lo tomo y salgo de casa.

Me toma un tiempo llegar hasta la playa, ya que me tocó comprar algo de comida en el camino. Recuerdo no haber comido bien en el almuerzo, no tenía mucho apetito pero ahorita mi estómago literalmente ruge del hambre.

Al llegar a la playa, siento su magia otra vez. Me siento en una de las sillas vacías y dejo mis cosas sobre la mesa. Saco con cuidado mi guitarra y miro hacia al frente. Veo como las olas chocan entre ellas y como cada pisada de la arena, se borra cada vez que el agua llega a la orilla.
Eso me hace llegar a una pequeña verdad: Nada es para siempre, ni la felicidad, ni el dolor. Todo tiene su tiempo.
Ahora ya estoy muy lejos de todo aquello que sufrí en silencio, ya todo quedó atrás.
Es como si la melodía siempre hubiese estado en mi interior. Empiezo a tocar y anoto en mi cuaderno las notas. La letra vendrá después. Después de un rato tocando paro unos minutos para comer. Miro hacia al frente mientras como cuando después de unos segundos siento algo a mis pies. Miro hacia abajo y sonrió. Es un perrito.
Alargo mi mano y lo acaricio. Noto que su atención está en mi sándwich.