prólogo | ★

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En el pasado fuimos considerados casi dioses, pues su magia corría por nuestras venas. Nos convertían casi en sus hijos, sus predilectos.

Nos llamábamos a nosotros mismos izbran.

Sus elegidos.

Fuimos venerados del mismo modo que ellos, agasajados por el obsequio se nos había dado; el mismísimo Otkaja eligió unos pocos para que velaran por su seguridad, afirmando que eso es lo que hubieran querido los dioses. Y eso tuvo unas peligrosas consecuencias: muchos de nosotros empezaron considerarse a la altura de aquellos que nos habían convertido en quienes éramos.

Muchos de ellos quisieron más.

Muchos de ellos consideraron que su condición de izbran merecía una posición a la altura, digna de los elegidos de los dioses. De los que habían sido escogidos para llevar en sus venas su poder.

Un trono.

Una corona sobre sus cabezas.

Poder.

En Zakovek los elegidos de los dioses estábamos por debajo del Otkaja, y muchos de ellos no estaban de acuerdo en que un simple humano ocupara una posición que debía pertenecer a los hijos de los dioses. Muchos de ellos no estaban de acuerdo con servir a un simple humano, en rebajar su poder en alguien a quien consideraban inferior.

Se intentaron alzar contra el Otkaja para derrocarlo.

No lo lograron, y el resto de nosotros pagamos las consecuencias de aquel acto. De aquella osadía.

Zakat Krovi.

Todo el mundo conocía la historia, todo el mundo reconocía el nombre.

Todos sabíamos lo que había sucedido durante aquel amanecer, cuando el Otkaja sofocó la rebelión de unos pocos brujos y dio la orden de que las aldeas de todos aquellos que osaron levantarse contra su autoridad fueran exterminadas.

Las alcanzaron al amanecer, fue un auténtico baño de sangre. Los soldados masacraron todo a su paso, no mostraron ningún tipo de piedad; ni siquiera a los niños, ancianos y desvalidos.

Los elegidos fuimos perseguidos.

Nuestro poder ya no era considerado un regalo divino.

Se convirtió en una maldición, en un estigma por el que se nos condenó.

Tuvimos que abandonar nuestras aldeas, nuestras vidas, para intentar ocultar lo que éramos. El Otkaja continuó buscándonos como si fuéramos simples animales, como si fuéramos monstruos.

Quería hacernos desaparecer de la faz de la tierra, del mismo modo que intentaron hacer con él.


Recién salido del horno, para un futuro próximo y para que comencemos a crear teorías sobre qué pasará, qué misterio habrá... ¿PUEDE SER MI GRAN NOCHEEEEE?

*Se han añadido algunos términos al diccionario que tenemos en el índice.

Daughter of ruinsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora