Claro que no. No estoy muerta.
Abro los ojos. Un chico me está mirando. Estoy sentada en su regazo, mientras el me tira agua en la cara.
Después de unos segundos se da cuenta que ya estoy despierta y se sonroja.
— Perdón por mojarte. No reaccionabas y... —Se queda callado unos segundos mientras me mira y de pronto empieza a lanzar preguntas. — ¿Estás bien? ¿Llamo a una ambulancia? ¿Cómo te llamas? ¿Por qué te quedaste para sin hacer nada? ¿Querías suicidarte?
—Demasiadas preguntas. —Sonrío.
—Si perdón es que, tú estabas ahí y el carro estaba enfrente y te iba a arrollar y…—Me mira, baja la mirada, vuelve a mirarme. Mueve sus manos mientras habla y antes de interrumpirlo mueve sus manos cómo si una bomba hubiera explotado. — ¡BAM! —Dice.
—Oye, está bien. Estoy bien. —Lo miró. Tiene algunos rulos, pero se pierden entre su demás pelo lacio. Trae flequillo. Tiene los ojos color café. Una boca pequeña, pero sus labios son casi gruesos. Es lindo.
— ¿Segura? Tengo saldo si es que eso te preocupa. —Me enarca las cejas y después sonríe. Dios mío. Que alguien me ayude. Que sonrisa tan hermosa. Siento mis mejillas enrojecer, bajo la mirada. Entonces me doy cuenta que, aún estoy en su regazo. Me paro tan rápido como me es posible.
— ¿Qué pasa? —Me mira confundido.
—Yo estaba en tu regazo. Yo… ¿Qué paso?
—Pues yo estaba a punto de ir a tomar un café, entonces veo a una chica de estatura pequeña, totalmente frágil, a punto de ser atropellada. Fue como una película, te fijaste en el semáforo antes de cruzar, pero justo después de que lo dejarás de mirar cambió a verde. Tú escuchaste al carro acercarse a ti. Lo sé porque casi dos segundos después, lo miraste. Sin embargo, no te moviste. Parecía como si sabías lo que hacías y yo simplemente no podía soportar ver como tu muerte iba a ser tan triste. Así que, esto es lo que hice. Primero pensé, “Bueno si eso tiene que pasar, pasará”. Y luego de pensar algo tan estúpido me tiré una cachetada mental y dije, “Si no la salvo al menos moriré con ella. Moriré como un héroe.” De repente corrí hacía ti, te cargué y seguí corriendo. Al darme cuenta que no nos habían matado y te tenía en brazos, te vi. Te vi realmente, por primera vez. Estabas pálida, con los ojos cerrados. Por un momento pensé que te habías muerto de la impresión, así que me acerque a tu nariz y por suerte, seguías respirando. Después simplemente vi esta banca y decidí sentarte conmigo hasta que despertarás. Pasó medía hora y como no despertabas y tenía una botella de agua… decidí mojarte. Por cierto, lamento haberlo hecho. No sabía que más hacer. Perdón. —Habla tan rápido que a penas y lo entiendo.
—Tonterías. Acabas de salvar mi vida, no pidas perdón por… haberme mojado.
—Moje tu polo y no traes remera. Toma. —Él se para frente a mí y me rodea con su casaca de cuero. Al segundo, por supuesto intento sacármela.
Pero no puedo.
Él me lo impide.
—Por favor quédatela. —Dice y después, sonríe.
¿Cómo sabe que no me puedo resistir a su sonrisa?
Debo dejar de ser tan obvia.
Intento sacármela otra vez.
Aprieta un poco más su mano en mi hombro, casi suplicando.
—Por favor…—Dice.
—Ya has hecho demasiado por mí. ¿Cómo te lo voy a agradecer? —No sabía que decir así que le pregunte lo más obvio.
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One.
Genç KurguEn su última visita al médico, a Amanda le han dicho que le queda 1 año o tal vez menos, de vida. Totalmente devastada por la idea de dejar sóla a su madre, decíde ir a caminar para poder liberar los sentimientos encontrados que contuvo desde que le...