La brisa gélida acarició su rostro como quien despierta a alguien que se ha quedado congelado en sus pensamientos... Hacía varios minutos que estaba de pie a la orilla del acantilado y, si no pudo definir si el viento ártico había sido enérgico o manso, de seguro era porque se congelaba. El día estaba oscuro, frío, con nubes bajas y el hielo le calaba los huesos. Invierno enérgico, despiadado y solitario... como tantos días en Helgg. Dio un gran respiro al momento de observar que acababa de atracar la última barcaza del día. Desde tan lejos no podía distinguir personas y, como fuera, era muy difícil que con ese tiempo y en temporada baja, llegaran turistas o huéspedes para su hotel.
Habían pasado casi cinco meses desde que él se había ido... cinco meses en silencio. Sabía que ese beso de despedida no significaba nada, al menos no para él. A esas alturas debía estar casado, feliz y en silencio, escondido de todos, disfrutando de la vida, junto a la mujer que amaba... Sí, tal como él se lo merecía. Tal vez aquel beso fue solo una especie de adiós y un gusto que ambos se debían y ella, cual adolescente inexperta y soñadora, idealizó como algo especial en la vida de él. Sabía que Draco estaba hecho para el mundo, las luces, el bullicio y la fama, y Pansy era la única que se lo podía dar. ¿Qué tenía ella de especial? Pues al parecer nada que a él le interesara...
En su vida, solo existía un hotel que no lograba conseguir su primera estrella, a pesar de haber subsanado muchas observaciones, parecía que la junta de hoteles se había puesto en pie de guerra exigiendo ahora internet, televisión satelital y paneles fotovoltaicos... Por lo menos los dos primeros requerimientos los había logrado cubrir, con todo el trabajo realizado durante la estadía de los Malfoy en el hotel. Sabía que tanto Zabini como Draco le habían pagado más de lo que habían pactado y estaba claro que ninguno de los dos iba a aceptar que ella les devolviera un centavo... Además Clodye le había entregado un dinero extra con el cual costeó las horas de los trabajadores contratados, dinero del cual dudaba la procedencia, pues estaba segura que a más de un periodista no deseado, su ayudante había dado alojamiento, cobrando algo extra... rió con tristeza, ansiaba esos locos días cuando el clima era inestable y la dupla Malfoy-Zabini le proponían estupideces que ella aceptaba de buena gana...
Sonrió una vez más, ¡qué ilusa! Creyó que Draco en algún momento regresaría a ahí... con ella... a donde ni los demonios iban... aquel lugar tan aparado e inhóspito, que solo ella se atrevía a mantener un hotel que recibía de promedio un par de pasajeros al mes... la cosa no daba para más. Se había consumido todo lo ganado con su arduo trabajo como novia de trampa y ya no tenía en qué apoyarse. Debía emigrar... la isla ya no era lo mismo. Además, el ministerio se había empecinado en erradicar a los muggles de la caleta para dejar a Helgg como una especie de santuario o retiro espiritual mágico. Esperaba con tristeza el resultado de las votaciones a las que había ido durante la mañana... Sabía que en el mundo mágico aún había personas que ponían la línea divisoria muy marcada entre gente mágica y no mágica. Y sabía que, a pesar de que esa isla no les pertenecía, votarían para que los muggles se alejaran. Si eso ocurría, ese lazo que tenía con Helgg, su gente, su exquisita comida, el paisaje, la aventura, todo lo tendría que olvidar, porque ya no sería lo mismo. ¿Qué pasaría con la gente que vendía el pesado fresco y las centollas? ¿La familia de Erick? ¿Y todos los pescadores que tan bien la trataban? ¿La señora de la cantina del pueblo? ¿La que tenía el restaurant con la mejor sopa de mariscos que había probado en su vida? ¿El párroco? ¿El Alcalde? ¡Hasta sus padres! Todos tendrían que irse... y así decían que solo Voldemort ansiaba la supremacía mágica. Ya se daba cuenta de que cuando hay poder y magia, poco o nada importa lo que los muggles pudieran opinar...
Un dolor de angustia, así como cuando sintió miedo por la vida de sus padres, era el que la invadía. Había pasado momentos tan lindos en esa isla que le era prácticamente imposible pensar en cómo sería su vida si tenía que emigrar. Pero como fuera, eso ocurriría... sabía que si la votación le era favorable, tampoco podría continuar. No tenía los medios como para seguir manteniendo el hotel que día a día presentaba un nuevo problema... las exigencias y lo apartado de todo... sabía que tarde o temprano terminaría regresando a lo suyo, rentando una oficina en el Londres mágico y tomando casos domésticos para llevar a juicio. No debía quejarse, al fin y al cabo eso era para lo que había estudiado y, quiéralo o no, era buena en ello. Brillante, tal vez, pero muchos del ministerio le habían puesto demasiadas piedras en el camino, dificultando su carrera, obstaculizando un posible cargo de importancia... de seguro más de alguno vio que su piso temblaba al lado de alguien que siempre brilló con luz propia, que sin un apellido mágico de renombre había logrado tener siempre las mejores calificaciones y ante ellos, siempre las mafias, las colusiones, la mala fe de algunas personas, lograron apagar una luz que tal vez podía dar mucho por una comunidad que hoy, con su líderes, estaba dispuesta a seguir poniendo los pies sobre los más débiles.
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Todo Pasa Porque lo Cazan (sí, con zeta) - Fanfiction
FanfictionCuando los medios faranduleros del mundo muggle dan con la remota isla de Escocia, en donde la famosa actriz de Hollywood, Pansy Parkinson está tratando de casarse con el magnate Malfoy, una chica local, administradora del Hotel Cero Estrellas, He...