Cap. 2: Llovizna Fuerte (con viento)

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DADO EL GRAN CARIÑO RECIBIDO, AQUÍ LES TRAIGO DOS CAPÍTULOS DE ESTA RARA Y POCO USUAL COMEDIA DE ENREDOS... ABRAZOS Y A LEER!!


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Y ahí estaba en la destartalada embarcación que la llevaba a la isla de Helgg. Sus padres le habían dicho que si quería encontrar algo bueno qué hacer con su vida, sería mejor que se fuera de ese lugar, y se había ido a Londres, pues quería probar suerte nuevamente en esa ciudad. Pero dio de lleno con la realidad: la mayoría de sus amigos o magos conocidos habían emigrado desde la guerra y ella, con su título de abogada, no había logrado encontrar un trabajo estable. «El pago de Europa», le llamó. Tanto que luchó por liberar a la comunidad mágica del yugo mortífago que ahora en retribución, nadie la quería contratar. Se sentía dolida, decepcionada y, ¿para qué negarlo a estas alturas?, también fracasada... y olvidada.

Y, a pesar de todo, no quería regresar a esa isla, sabiendo incluso que era el único sitio en donde se sentía en paz. Sus padres habían logrado hacerse un espacio en el pequeño pueblo y los Weasley que, al haber sufrido una pérdida irreparable con la muerte de uno de sus integrantes, decidieron también mudarse allí por un corto tiempo... pero ya llevaban cinco años... Casi diez desde que la guerra había terminado y eran felices, enfrentados a una nueva realidad: uso restringido de magia. Primero, porque desde hacía años que el Ministerio había declarado a la isla «no-mágica» y quienes quisieran ir a ese lugar debían abandonarse a vivir con el mínimo de encantamientos: un hechizo al día. ¿Tonterías? Para ella no. Al fin y al cabo, su origen era muggle.

Miró su mano y ahí estaba la argolla... la engañadora argolla... ¡la maldita argolla que Krumm le había dado! —Volveré dentro de dos semanas y nos casaremos—, le había dicho el muy miserable. Ella, enamorada, como tonta le creyó... y lo esperó... y lo siguió esperando... ¡Era la Penélope de Londres! El tipo no apareció. Solo una noche, al cabo de un par de meses, le envió una lechuza diciendo que iba a ser padre y que por eso no podía estar con ella. ¡Miserable!

Otra desilusión más en su haber. Ya tenía varias: Ron fue el primero... tanto que lo amaba y tan mal que se portó.

—¡Oh, vamos Hermione! La estupidez fue mutua, ninguno de los supimos valorar lo que teníamos. Yo... debo reconocerlo, llegué a creerme superior... ¡Ja! ¡Ministra Mágica quería ser! Y tú, Ron, te creías el cuento del salvador del mundo mágico, el héroe... Bueno, sí lo eras, pero no para andar por ahí como niño bonito en busca de aventuras —en fin, eso era pasado. Solo esperaba que no apareciera en la isla, lo último que supo de él era que se había comprometido con la insulsa y deslenguada de Lavander Brown. ¡Ja! ¡Gran novedad! Siempre había sido sucursal de él... siempre la tuvo, nunca la dejó, el muy sinvergüenza... ¡Y luego la culpaba a ella por tener colegas varones que la pretendían! ¡Machista imbécil! ¡A ver cómo le iba con ella! Estaba segura que con Lavander, no sería feliz... No, no estaba celosa. Solo era práctica al pensar en aquello. Además, era pasado y pisado. Ron no era ni siquiera su amigo, pero lo extrañaba

Dio un fuerte bufido agarrándose del borde de la barcaza que la llevaba a la isla. El viento era fuerte en los acantilados y, para llegar al pequeño aparcadero de Helgg, debían soslayarlos. Su cabello, cual nido de pájaros, parecía tener imán hacia el cielo transformándose en un gran bola desordenada, no sabía si seguir sosteniéndose del barandal o tomarse el pelo, porque sentía que con la fuerza, saldría volando. Se aguantó unos segundos mientras que de lado vio a un par de viejecitas sentadas a un costado que la miraban sonriente. De seguro por lo poco atractiva que se veía con el cabello alborotado.

Todo Pasa Porque lo Cazan (sí, con zeta) - FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora