Cap. 8: Una niebla sin compás

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El día había amanecido sin lluvia, aunque extrañamente la niebla costera no se disipó a eso de mediodía, impidiendo que el helicóptero de los padres de Pansy aterrizara a la hora prevista, así que se tuvieron que quedar en el puerto de Stone Heaven, esperando abordar el ferry que llegaría a Helgg a eso de las tres de la tarde. Al parecer, alguien en las alturas, no quería que los señores Parkinson arribaran a la isla, porque durante el día anterior tampoco lo pudieron hacer producto de la tormenta desatada en horas de la tarde, luego un traicionero y hermoso arcoíris que hizo falsamente presagiar un cambio del tiempo, pero otra vez la tormenta hizo su extraña y no bienvenida, aparición. Con un tiempo tan tornadizo los operadores aéreos no se atrevían a dar pase a los helicópteros o avionetas a salir en el sector de los archipiélagos.

Pero ahí estaban, abrigados como día invernal, en pleno mes de julio. Mirando lo que, en algún tiempo... tal vez varios siglos atrás, había sido un castillo, pequeño, pero castillo al fin y al cabo. Hoy, rodeado de un matorral espeso que lo cubría casi en su totalidad, una laguna con más algas, lama y cieno, que agua y un horrendo candado oxidado de unos cuarenta centímetros de ancho, en forma de león gruñendo.

—¿Y bien? ¿Qué opinan? Les dije que no era un castillo como Hogwarts, más bien es un castillo diminuto, que se usaba como fuerte en la época de la Reina Isabel —indicó Hermione a Blaise y Draco que miraban curiosos la construcción, que como legado de la dinastía Tudor, no tenía nada.

—Y por dentro, ha de estar peor que por fuera —añadió Lucius con una mueca dando un sonoro bostezo, quien a regañadientes había ido. Por él se habría quedado en cama comiendo unas ricas centollas, gran especialidad del hotel que a su distinguido paladar había conquistado.

Narcisa rodó los ojos y dio unos cuantos pasos para posarse al lado de Hermione, algunas veces le daban ganas de haberlo dejado en Nueva York. Daba más quehacer que niño pequeño.

—Bueno, tal vez no tanto. Mi abuelo hace un tiempo lo prestó a la secundaria del pueblo para que hicieran su fiesta de graduación —informó Hermione.

—Entonces no ha de estar tan mal —agregó Draco de la mano de Pansy quien miraba sonriente el lugar porque era lo que ella andaba buscando.

—Anda, amor, y si está muy mal, contratamos a algunas personas para que remodelen... además puedo traer cosas de utilería de Hollywood... —señaló la novia dando pequeños golpecitos en el hombro a su prometido.

—¿Desde Norteamérica? —preguntó Hermione incrédula.

—¡Por supuesto, Hermi!, por algo soy Pansy Parkinson —Hermione quiso resoplar, pero se contuvo. Fue Narcisa quien hizo una señal de negación y fastidio a espalda de la actriz.

—Mejor vayamos a ver —indicó Blaise.

Hermione asintió y caminó junto a Narcisa hacia la puerta. Metió una extraña llave, parecido a una aguja de tejer, en la cerradura y el candado cedió de inmediato.

Al entrar se vieron en un amplio vestíbulo, tan grande como una cancha de básquetbol, un piso de piedra bastante en buen estado y una gran lámpara de lágrimas colgando, parecía que era tan antigua como el castillo, pero todo se hallaba iluminado por las grandes ventanas en vitral que estaban en altura y sucias... muy sucias. Alguien tendría que sacrificar su hechizo diario para limpiarlas, pensó Blaise.

Pero lo que más llamó la atención de Draco fue un lienzo colgado en el centro que decía: «Generación de 1987».

—Dijiste que tus abuelos lo habían prestado a la secundaria para la fiesta de graduación —Draco se dirigió a Hermione, quien asintió segura—. ¡Granger eso fue hace más de veinte años! ¡Mira!

Todo Pasa Porque lo Cazan (sí, con zeta) - FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora