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─Nunca me dijiste cómo es que terminaste leyéndome a Cortázar en este hospital ─Fénix me dijo apenas me vio entrar al cuarto, como si aquella pregunta necesitara de una respuesta que hasta entonces, no había llegado por mis continuas evasivas.

─Servicios comunitarios.

─¿Necesitás ganarte el cielo por algo en particular?

─Creéme que no me alcanzaría la vida para comprarme un metro cuadrado siquiera...─bufé resignada, tomando asiento a su lado.

─Contame algo de vos ─al abrir el libro en la página marcada, Fénix me lo arrebató con rapidez.

─No soy una persona interesante...no tengo mucho por contar ─acomodé un mechón de cabello detrás de mi oreja, con la convicción de que su vida tenía más matices que la mía.

─Dale Carolina, todos tenemos algo interesante que contar, sino miráme a mí: sin saber siquiera quién soy la vida misma se encargó de darme algo divertido de lo que presumir ─bromeando sobre su propia tragedia, me dio ánimos para hablar y dejar de compadecerme de mi misma.

─Soy abogada, odio festejar mi cumpleaños y soy una ermitaña ─resumí en pocas palabras ─. Soy fanática de la película "Siete pecados capitales" y fui a más de diez recitales de Luis Miguel ─exponiendo mis secretos más divertidos y resguardados, agregué con una sonrisa tímida en el rostro.

─Muy ecléctica, ¿cierto? ─y me eché a reír a carcajadas.

Fresco, jovial, Fénix exhibía solamente las heridas externas y nos las que seguro tenía por dentro. Nada recordaba y como un niño pequeño, su mente no estaba contaminada.

Imágenes de la nada, palabras sueltas y nombres sin identidad eran parte del resultado de su terapia semanal. Escaso o mucho avance yo no lo sabía, pero a él poco parecía importarle como si acaso deseara no regresar a su vida pasada.

¿Sería un asesino como sugirió Germán? No parecía uno...pero tampoco lo sabía con certeza.

─¿En estas semanas pensaste en cómo era tu vida antes del accidente? ─posé mis ojos en los suyos, penetrantes, oscuros.

─Sí. Quizás era un mafioso.

─¿Por qué? ─chillé chasqueando la lengua.

─No se me ocurre otra profesión por la cual pudiese haber terminado reventado tal como llegué acá.

─Pensemos en la parte amable...─¿yo?¿Optimista?¿Viendo las cosas con esperanza?

─Prefiero pensar en la vida que desearía tener y no en la que creo que tenía ─elevó los hombros; frunciendo el ceño, expresó molestia al subir el derecho, puesto que la clavícula de ese lado se mantenía lesionada y sensible.

─Entonces, ¿cómo quisieras que fuera esa vida?

─Mmmm...me gustaría estar casado y tener...no sé...¿dos hijos?¿Una nena y un varón? ─expresó, sorprendiéndome.

─No pensé que esa sería tu respuesta.

─¿Y qué pensabas?

─Que dirías algo así como rico y famoso ─reí sin ser correspondida. Por el contrario él meneó la cabeza con una sonrisa displicente.

─La riqueza y la fama pueden ser efímeras; el vínculo con una esposa y tus hijos, no.

Dejándome de una pieza, callé.

Era obvio que yo aun debía replantearme muchas cosas, como por ejemplo, aprender a ser humilde y no solo en lo que dinero representaba sino en los valores de la vida.

Como el Ave Fénix - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora