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Sentada en una histórica cafetería de Coronel Díaz y Santa Fe, había aceptado el ofrecimiento de un café por parte de Mariano.

Presa de la curiosidad, con mayores datos en mi cuenta (se llamaba Mariano Pinzón y efectivamente, tras un llamado a Verónica corroboré que ella fue quien le dio mi contacto) me animé a encontrarme en un lugar público con este hombre al que deseaba bombardear a preguntas.

Nerviosa, mordisqueaba mi labio superior con rudeza; de seguro al final de la tarde tendría un corte sobre él.

─¿Carolina? ─tras de mí, un muchacho de alrededor de cuarenta años se apersonó. De poco cabello, algo rubio, contextura mediana y lentes pequeños, extendió su mano correctamente. Respondí aceptándosela.

─Supongo que sos Mariano ─ asintió, tomó asiento frente a mí y llamó a la camarera para pedir un cortado.

─Esto es extraño ─rompió el hielo y agradecí que lo hiciera ─ pero llegar a vos me tomó mucho tiempo. No sabía por dónde empezar. Fue un trabajo de hormiga.

Tuve más de mil preguntas por hacerle. Mi afán por conocerlo más rozaba lo obsesivo.

─¿Cómo diste conmigo? ─comencé con lo más sencillo de preguntar y fácil de responder. Al menos en apariencia.

─Lucas era un tipo con una conducta bastante predecible, siempre avisaba adónde iba y cuando llegaba...hasta que una noche después de un partido de fútbol con los chicos de siempre, no supimos más de él. Al día siguiente del partido no apareció en el trabajo, y fue cuando Noelia me dijo que para ella, él se había borrado con otra.

─¿Noelia?

─Noelia es la esposa. Dijo que no tenía idea dónde estaba su esposo y el tono en que lo expresó, fue de lo más tranquilo. A partir de ese momento sospeché que pudo haberle pasado algo malo.

"Noelia es la esposa", dijo. Y se me nubló la vista.

Fénix o Lucas, como realmente se llamaba, estaba casado. Esa mujer que yo temía que existiera, existía. ¿Pero por qué ella no era la que estaba aquí desesperada por encontrarlo?

─Cuando quise llamar a la policía para reportar su desaparición, Noelia insistió con que las cosas entre ellos no estaban bien y que Lucas venía amenazándola con dejarla ─Mariano se quitó las gafas y refregó sus ojos. Todo esto se enredaba más de la cuenta ─. Incluso, me confesó que él quiso pegarle ─tragando con fuerza, endurecí mi vertical. La imagen que me había figurado de Fénix hasta entonces parecía derribarse como un castillo de naipes.

Mi rostro trató de disimular el espanto y la desilusión, aunque lo que más me molestaba era tener que darles la razón a Germán y a mis padres con respecto a su inocencia como hombre. Esperé un poco más.

─No confío en ella, Carolina.

─¿Y yo qué puedo hacer al respecto? ─elevando mis hombros, ya no estaba tan segura de darle asilo a mi paciente favorito ─. Podrías presentarte como su amigo, quizás hasta te recuerde y sea beneficioso para su recuperación.

─Esa misma fue mi intención, pero una de las enfermeras me dijo que podría ser contraproducente aparecer de golpe. En ese momento, fue que apareciste vos: necesito que seas mi nexo.

─Oh...bueno...sí...yo estoy yendo los martes y jueves porque...

─Yo sé quién sos ─afirmó inclinando su torso, mencionándolo con delicadeza. Lejos de juzgarme parecía desestimar mi pasado.

─¿Sí?

─Sí y si te deja más tranquila, no quiero meterme con eso. Es tu vida y hay una sentencia.

Como el Ave Fénix - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora