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 ─Nunca pensé que lo diría y mucho menos que lo pensaría, pero ¿estás loca? ─Germán frunció el ceño con convicción. Dejó sus anteojos de gran aumento sobre su escritorio sin dar crédito a mi decisión.

─Por algo sigo viniendo acá, ¿no? ─bromeé a medias ─. Mirá, no pretendo aprobación de nadie, solo te comento qué es lo que voy a hacer con respecto a Fénix.

─Claramente no corresponde que yo te diga qué hacer o no, pero sí es mi responsabilidad profesional decirte que creo que estás equivocada.

─Gracias por tu sugerencia y opinión, pero como te dije, lo tengo bien decidido. Sería temporalmente, no pretendo que sea eterno. Presiento que es una buena idea, y estoy entusiasmada.

─Puedo verlo...─él se desplomó contra el respaldo de su cómoda silla.

─En serio Germán, hace mucho tiempo que no me siento con esta expectativa, con esta adrenalina a cuestas.

─¿Vos sos consciente de las consecuencias que esto puede causarte?

─Sí. Y aunque salga todo mal, voy a estar feliz de habérmela jugado. Me harté de ser una timorata; hace mucho que dejé de tener objetivos, planes...─enumeré.

─¿Y si él te dice que no quiere saber nada?¿Estás preparada para un "no"? ─obviamente yo solo había pensado en un sí, pero era lógico pensar en una negativa. No se lo hice saber a mi terapeuta.

─Sí. Lo pensé ─ mentí.

─¿Y cuál fue la conclusión?

─Nada va a opacar mi intento. No pierdo nada.

─Sos grande y desde luego, espero que tengas suerte y todo salga mejor de lo previsto.

─¿Por qué sos tan pesimista Germán?─bufé.

─No es cuestión de pesimismo. Es mi análisis como profesional.

Fruncí la boca sin caer en este círculo vicioso de "cosas correctas o no" de las que dialogábamos con mi terapeuta ya que estaba segura que nadie me quitaría de la cabeza lo que estaba dispuesta a hacer.

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─Prometo devolverte cada moneda apenas sepa quién soy...o por lo menos, cuando consiga un laburo por el que me den un peso ─caminando aún con algo de renguera se acercó a mí, juntó mis manos y las besó.

─Algo se nos va a ocurrir, no te preocupes ─afirmé a poco de su boca carnosa y seductora. Bajando la mirada evité quedar en evidencia.

─Gracias por el optimismo, pero no sé quién tomaría para trabajar en su negocio a un NN, a un indocumentado que no tiene siquiera lugar adónde vivir ─pasó las manos por su cabello renegrido; ahora sí se lo veía más preocupado por su situación.

─Con respecto a esto último a mí se me ocurrió una idea... ─giré dándole la espalda, avergonzada por lo que diría en breve.

─¿Cuál?

─No es obligación que me respondas que sí...tampoco tengo pensado que sea para siempre sino hasta que consigas donde vivir pero...

─¿Pero? ─Fénix se puso a escasos centímetros de mi espalda para cuando vencí mis temores y me puse frente a él para ofrecerle mi ayuda.

─¿Quisieras venir a vivir en mi casa? Es un departamento de 60m2 con una única habitación...pero el sofá es cómodo ─levanté mis hombros describiendo a grandes rasgos mi único lugar en el mundo.

─¿Estás loca, Carolina? ─otro más que me trataba de insana en tan poco tiempo.

─Quizás, pero lo hice con la intención de darte una mano...

Como el Ave Fénix - (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora